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Humillación ante el colista

El Tecnyconta pierde ante el Manresa, un rival ya descendido a la Liga LEB, y se jugará la permanencia el próximo domingo contra el Estudiantes.

Sergi García, base del Tecnyconta Zaragoza, es defendido por Costa en el partido de ayer en Manresa.
Susanna Sáez/Efe

El Tecnyconta prolonga su agonía, tras protagonizar otro nuevo ridículo, y sigue sin consumar la salvación. Ayer perdió en Manresa, ante el colista de la Liga Endesa, después de ofrecer su peor actuación de la temporada. Fue una humillación gigantesca, a todas luces imprevista, ante un adversario menor, ya descendido a la Liga LEB, que apenas se jugaba ya el decoro deportivo. Pero el equipo catalán, favorecido por la indolencia del cuadro aragonés, presentó una notable resistencia durante todo el encuentro. Fue un duelo equilibrado, decidido por detalles minúsculos, que necesitó de una prórroga para resolverse. Los zaragozanos, después de un inicio desalentador, tuvieron que remontar una desventaja de 15 puntos para seguir optando a la victoria; pero después, cuando se hallaban a escasos centímetros del triunfo, regalaron el partido de manera sorprendente, con decisiones impropias de un equipo profesional.

Jelovac, con triple, había inclinado el partido a favor de los visitantes, a tres segundos de la conclusión (78-81); pero su celebración –totalmente desproporcionada, encarándose con los aficionados del equipo rival–, conllevó la falta técnica del serbio. De esta forma, el cuadro catalán pudo forzar el tiempo extra, con un tiro libre de Pere Tomás y una canasta de Machado sobre la bocina, y devolver la incertidumbre al partido, cuando el Tecnyconta ya se sentía ganador. Y en la prolongación, el Manresa fue un bloque más combativo, más estructurado, más intenso, más cuajado y mucho más seguro de sus fuerzas, lo que le impulsó merecidamente hacia el triunfo (94-91).

De esta forma, el cuadro aragonés permanece en una situación de máximo riesgo. Se jugará la permanencia el próximo domingo, frente al Estudiantes, en la última jornada de la competición regular. Un epílogo muy apropiado, tras haber completado un curso decepcionante, inquietante y doloroso, de permanentes dudas y errores, de importantes desaciertos dentro y fuera de la pista. Víctima de una desnortada planificación deportiva, el cuadro aragonés vive atormentado por su particular caída al abismo y, de hecho, ha quedado expuesto al fracaso hasta el último suspiro del campeonato. El descenso supondría un descalabro mayúsculo, de consecuencias devastadoras, para un club oprimido, además, por una coyuntura económica alarmante.

El Tecnyconta compareció en Manresa con su silueta desfigurada. Sin alma, sin carácter, sin orgullo, sin tensión. Sin criterio alguno en sus acciones de ataque. Sin la actividad necesaria en las labores defensivas. Sin la intensidad que demandaba un encuentro de tal magnitud. Y eso que se jugaba la vida...

A los cuatro minutos, los locales ya habían edificado una sólida renta en el marcador (12-1), que ampliaron después pese al tiempo muerto solicitado por Luis Guil (17-2). Por entonces, los zaragozanos ya acumulaban hasta siete pérdidas de balón, y no habían anotado ni una sola canasta en juego. Sorprendente. El Tecntconya supo entonces que su destino era sufrir, ir a remolque, remar contracorriente, luchar contra su adversario y contra sí mismo.

Sin criterio ofensivo

El cuadro aragonés, con un juego lento, plano y previsible, no generaba ventajas en sus ofensivas. Ni en la pintura, ni tampoco en el perímetro, donde sólo Gecevicius representaba una amenaza real. Dos triples del lituano, ambos de gran dificultad, minimizaron el daño al cierre del primer acto (26-16). Y luego, el Tecnyconta se sobrepuso en el segundo cuarto. Serenó su juego, maduró cada uno de sus ataques y dispuso, por fin, de buenas situaciones de tiro. El acierto de Benzing, la insistencia de Knight y el oficio de Gecevicius impulsaron la reacción de los zaragozanos. Un triple de Benzing redujo las distancias a sólo tres puntos (36-33), a dos minutos para el intermedio; pero los catalanes recuperaron el pulso, gracias a la puntería de Suggs y a dos nuevas pérdidas de balón de los visitantes (41-36).

En la reanudación, el cuadro aragonés se empleó con mayor determinación, sobre todo en las labores defensivas, y su mejoría enseguida le aportó réditos. Otro triple de Gecevicius, el cuarto en su cuenta particular, situó a los zaragozanos con una desventaja de sólo dos puntos, en el ecuador del tercer acto (44-42). Y en la siguiente acción, un 2+1 de Henk Norel, tras una falta de Román Montañez, puso por delante al Tecnyconta por primera vez en todo el encuentro (44-45). La contribución de Knight, siempre presto al combate, resultó decisiva en la remontada de los visitantes. El americano es enérgico, intenso, rápido, ágil, muy físico, da el máximo en cada una de sus intervenciones y emerge en los momentos más comprometidos. A la media hora de juego, el escolta sumaba 10 puntos y 9 rebotes, y había asumido la responsabilidad ofensiva con un valentía y convicción. El Manresa había anotado 10 tantos en todo el tercer acto, un fiel reflejo del buen desempeño de los zaragozanos en las labores de contención. El Tecnyconta, tras un parcial de 12-10, comenzaba a despegarse en el marcador (51-56).

En el tramo final, el cuadro de Luis Guil, mucho más sosegado, parecía administrar su ventaja sin apenas sobresaltos. Un triple de Gecevicius, ejecutado desde nueve metros, amplió la renta de los visitantes (51-59) en la primera acción del cuarto definitivo. Después, el Tecnyconta encontró situaciones muy favorables en la pintura, al dotar de buenos balones a Nenk Norel, y pudo estirar la diferencia hasta los 12 puntos, a sólo cinco minutos de la conclusión (57-69). Sin embargo, en los compases finales, con el choque prácticamente ganado, volvieron las dudas, las imprecisiones, el desconcierto, la anarquía, las malas selecciones de tiro y las pérdidas de balón. Y el ridículo. La humillación.