José Enrique saca el oficio

La experiencia y clase del lateral valenciano ya reportan beneficios al fútbol del Real Zaragoza.

José Enrique, en una acción frente al Elche.
José Enrique, en una acción frente al Elche.
Oliver Duch

"José Enrique, cojo, ha sido de los mejores", deslizó, casi de soslayo, Raúl Agné minutos después de la victoria del Real Zaragoza contra el Almería. El lateral izquierdo había pasado los días previos entre cuidados médicos, pero en el partido transmitió un poderío tan aplastante que a La Romareda no le quedó más remedio que hacer lo que acostumbra ante este tipo de exhibiciones: le reconoció al valenciano cada gramo de aliento y cada gota de clase con la que inundó su territorio. El estupendo partido de José Enrique es una sobresaliente noticia para el Real Zaragoza. Fue la confirmación de que el Búfalo recobra su vigor. Al lateral izquierdo le bautizó así Juanfran, ahora futbolista del Atlético de Madrid, cuando jugaron el Mundial Sub 20 de 2005. Le llamaba así porque entraba con todo, con una fuerza tan asombrosa que constataba la fama que traía de Valencia, cuando con apenas 18 años era admirado y publicitado en su ciudad como un prodigio genético. Jugaba en el Levante B y el Valencia lo cortejó hasta tal punto que se encendió la crispación entre los viejos adversarios locales. En aquella selección española juvenil también jugaba Alberto Zapater, buen amigo de José Enrique, como Cani, con quien coincidió un año en el Villarreal de Pellegrini y la lámpara mágica de Riquelme. Por entonces, testimonios suyos de la época le daban la razón a Juanfran y su reclamo al Búfalo: "Yo cuando juego voy a por todo". Tenía 21 años y apenas le faltaban unas pocas semanas para marcharse a Inglaterra y escribir una de las historias más insólitas del fútbol emigrante: un español que se forjó realmente en el ecosistema inglés. Durante nueve años jugó allí –sobre todo los seis primeros–, en una Premier League que sacaba a relucir mejor que ningún otro sitio sus virtudes: exuberancia física, un juego fogoso y una imponente contundencia (sus ‘tackles’, el aclamado acto inglés de hacer una entrada, eran celebrados en New-castle como un gol). Es decir, José Enrique iba con todo.


Ahora está muy lejos de aquello, y de sus dos primeros años en el Liverpool, donde de Búfalo pasó a ser ‘The Red Bull’ (El Toro Rojo) para una de las hinchadas más incandescentes y prestigiosas del planeta. José Enrique era un futbolista muy apreciado por la enérgica voluntad que le ponía al fútbol, incluso cuando, ya con Brendan Rodgers, sufrió una paulatina disminución de minutos y las lesiones le fueron adormeciendo.


De un vestuario compartido en el santuario de Anfield Road con leyendas del club como Carragher y Gerrard o estrellas mundiales como Luis Suárez, Sterling, Kuyt, Coutinho o el entrenador Jurgen Klopp; José Enrique pasó en cuatro meses a Segunda División, al Real Zaragoza, después de quedarse sin equipo durante el mercado de verano. Durante un mes, ha ido engrasando su maquinaria, ahuyentando algún kilo de más y ganando ritmo. Después de cuatro partidos en el equipo, su curva de progresión es, día tras día, ascendente. Contra el Almería, estaba aún lejos de su plenitud física, pero aun así fue una fuerza defensiva devastadora. Su superioridad corporal (1,86 y unos 77 kilos), su inteligencia, calidad y tablas amargaron al Almería. Aún le falta gas para pisar más campo rival, pero José Enrique, en una categoría como esta, se vale con poco: oficio y clase. Con oficio y una anatomía de mármol ya es un filón para el Zaragoza. El Búfalo, incluso cojo, vuelve a ir con todo.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión