El derbi de la necesidad

Siete años después, el coqueto estadio de El Alcoraz abre sus puertas para recibir en partido oficial al Real Zaragoza. Huesca y el Huesca lo esperan en su día grande de fútbol de la temporada: las entradas están casi agotadas, el partido atrae las conversaciones y la íntima rivalidad que se le profesa desde la ciudad altoaragonesa al vecino zaragozano aviva la pasión del duelo. Un derbi que lo será con todas las letras, pues la necesidad revoloteará hoy El Alcoraz. El Huesca suspira por los puntos que le firmen el certificado de salvación en Segunda después de dos temporadas de purgatorio en Segunda B. Al Zaragoza, por su parte, le va la vida en el partido. Para ellos solo hay una salida: tres puntos que le permitan manejarse con ciertas garantías en la zona de promoción antes de recibir al Oviedo. Los resultados de la jornada le brindan al Huesca la oportunidad de asestarle el tiro de gracia a sus perseguidores en la clasificación. Una victoria daría paz al final de curso oscense. En el caso del Zaragoza, no tanto: una victoria solo es la puerta hacia otras muchas y tensas batallas. Si en el Huesca es ganar para respirar; en el Zaragoza es ganar para seguir sufriendo.

Las dinámicas instalan algunas de las premisas de un partido que se escribirá con la tinta típica de estos envites: tensión, incertidumbre... Mientras que el conjunto de Lluís Carreras acude a El Alcoraz zarandeado por sus últimos resultados y con los palos arbitrales entre las ruedas, los oscenses llegan en avión: han ganado cuatro de las últimos cinco encuentros. Están así en su estado óptimo de la temporada. Anquela le ha encontrado el punto de equilibrio a su equipo en el último tercio de la competición, coincidiendo en gran medida con la aparición en las alineaciones de dos futbolistas descubiertos en el laboratorio de la dirección deportiva: el medio ofensivo Samu Saiz, que reaparece hoy tras una lesión, y el extremo-carrilero venezolano Alexander González, baja esta tarde tras marcharse con su selección a la Copa América. Ambos han elevado el cuerpo futbolístico de un equipo que a lo largo de la temporada ha tenido más juego que resultados. Su condena se ha dictado en la falta de dominio en las dos áreas: le ha lastrado la defensa de la portería y la finalización del gol. Es el Huesca un equipo con atractivos futbolistas, alguno de ellos, como Fran Mérida, por encima del canon de la categoría. Anquela pierde hoy, además de a Alexander, al delantero Arruabarrena y al medio Jesús Valentín. Vuelve Aguilera –de partida en el banquillo con Samu– pieza reclutada a última hora por el Huesca que ha elevado el carácter competitivo del equipo. Tras la victoria en Leganés, Anquela sujetará las piezas y Tyronne, en la derecha, aparece como novedad.

El Zaragoza, por su parte, afronta el partido sacudiéndose el lodo de los últimos arbitrajes. Una prueba. El Comité de Competición dejó sin efecto la amarilla de Guitián en el penalti del domingo y, de paso, destapó al aire las vergüenzas del colegiado De la Fuente Ramos: "error manifiesto". La daga clavada por el Nástic ha provocado que en la semana zaragocista se hable más de emociones que de táctica. El golpe fue duro y el rearme anímico es obligado para asegurar la promoción. Carreras insistirá en su modelo habitual, aunque pierde a dos piezas estratégicas: sin Diego Rico, el Zaragoza resentirá su vuelo exterior por la izquierda y sin Javi Ros, su fuelle en la presión. Abraham y Diamanka emergen como relevos en un once del que se puede caer Hinestroza, ineficiente contra el Nástic y con problemas físicos. Pedro ocuparía su plaza. Y en el banquillo estará, por fin, Jaime: su vuelta se produce justo a tiempo.