Una leyenda se cura en Zaragoza

Alex Txikon pasó consulta ayer en la capital aragonesa con el doctor Ricardo Arregui, tras su histórica ascensión invernal al Nanga Parbat.

El doctor Arregui practicó ayer una cura al maltrecho dedo de Alex Txikon.
El doctor Arregui practicó ayer una cura al maltrecho dedo de Alex Txikon.
Asier Alcorta

Alex Txikon (Lemoa, Vizcaya, 1981) sigue manteniendo un fuerte vínculo con la ciudad de Zaragoza. El montañero vasco, que el pasado 26 de febrero holló la cima del Nanga Parbat (Pakistán), visitó la capital aragonesa para pasar consulta con el neurocirujano Ricardo Arregui y proseguir con la sanación de un maltrecho dedo de su pierna izquierda, todavía con restos de la congelación sufrida en 2012, en su frustrado ascenso al Gasherbrum chino. "En esta última expedición invernal no he sufrido apenas congelaciones, salvo por la que he venido hoy y una más en la nariz –Txikon señala un punto de color rojizo de su cartílago nasal–, pero gracias a mi experiencia anterior, han sido menores que si hubiera partido en verano", dijo.


El proceso no es agradable, pero Txikon ya se ha acostumbrado a ello. El doctor Arregui procede a la curación de la congelación del dedo del pie izquierdo del himalayista, que él mismo consiguió salvar no hace mucho de la amputación. Se sonríen con complicidad, aunque pronto inician una conversación más seria cuando hablan de esta secuela. "Para asumir nuevas invernales deberás someterte a una intervención, en la que te repararemos el hueso para que no se abra la cicatriz", le explica el neurocirujano. El deportista lo asume, porque es su profesión, su riesgo cotidiano: "Siempre toca pasar la ITV a la vuelta de una aventura", bromea Txikon.


El montañero vasco y el doctor Arregui mantienen desde 2009 una relación más intensa que la de un paciente con su médico. Se podría decir que son viejos amigos: comparten la misma pasión, la montaña, y mientras que el médico de Irún se vuelca en la curación de las heridas de guerra del montañero, Txikon contribuye a sus conocimientos con el bagaje de vivencias que arrastra con tan solo 34 años al filo de lo imposible. Por ejemplo, con su histórica conquista de la ‘montaña asesina’, el Nanga Parbat, que con 8.127 metros es la novena cumbre del mundo: nadie la había coronado en invierno, hasta que llegó la expedición del vizcaíno. "Llegué a beber seis litros diarios de sopa, agua y bebidas isotónicas para mantenerme hidratado. Dormíamos a 45 grados bajo cero en las tiendas del campamento 4, a 7.000 metros, y era la única opción de resistir el frío", rememora Txikon, que agradece a otro zaragozano, el experto en meteorología Javier del Valle, sus "acertadas" predicciones.


Con la llegada a la cima del Nanga Parbat, Txikon superó un desafío personal entre él mismo y la montaña. Ha terminado por descubrirse a sí mismo como persona y conocer mejor sus límites, aunque ha vivido más de 30 expediciones únicamente en el continente asiático, con una media de dos a tres al año desde 2003. "El mes pasado me sentí más cómodo, aunque todavía sigo pidiéndole permiso a la montaña para escalarla; por momentos en el campo base sentía más respeto si cabe a esa gran roca que tenía que subir con mis propios medios", rememora este filósofo de la montaña, amante de la aventura y de la naturaleza y hombre que ha llegado a tener una relación muy especial con cada pico al que se enfrenta.


El gran alpinista mundial Simone Moro fue uno de sus compañeros en esta última expedición al techo de la Tierra, y la fotografía que ambos se tomaron juntos en la cumbre paquistaní es el testimonio gráfico inmortal de la hazaña de un Alex Txikon que ya juega en "la Champions League de los montañeros". La próxima aventura que el vasco quiere emprender, la subida invernal al K2 –segunda cima más alta del planeta– es un reto aún difuso, que contempla a largo plazo. "Tengo los medios deportivos para ello, entrenamiento y experiencia, pero aún no tengo medios económicos para ello. Cuando la acometamos, será un proyecto a dos años vista, uno para aclimatarnos y el otro para ascender", asegura. Por ahora, el guerrero y filósofo de la montaña se recupera de sus heridas en Zaragoza.

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