Sin defensa

Pese al triunfo frente al Estudiantes, el CAI volvió a desangrarse en las
labores de contención. Ya es el tercer conjunto de la Liga Endesa que más puntos recibe.

El CAI Zaragoza Sek Henry y Juancho Hernangómez, alero del Estudiantes, pelean por un balón.
El CAI Zaragoza Sek Henry y Juancho Hernangómez, alero del Estudiantes, pelean por un balón.
acbmedia

El CAI ganó en Madrid, frente al Movistar Estudiantes (110-116), y conquistó su segunda victoria de la temporada en la Liga Endesa. Sin embargo, sigue sin subsanar su aspecto enfermizo, sobre todo en las labores de contención, y continúa ofreciendo numerosas dudas en su juego.


En un partido loco, enredado, agitado por momentos, los zaragozanos necesitaron de hasta dos prórrogas para inclinar el duelo a su favor. Y dieron vida a un adversario que, al igual que los aragoneses, se halla inmerso en una situación inquietante, de máximo riesgo, tras su indeciso inicio de competición. Los madrileños, de hecho, han sumado una sola victoria en los primeros nueve partidos. Pero en la cita del pasado domingo, el conjunto estudiantil guardó ambiciones de triunfo hasta el último suspiro, reforzado por la indolencia atrás de su rival.


Precisamente, la defensa del CAI Zaragoza, su escasa vitalidad, su facilidad para desencajarse, es el aspecto que más preocupa al actual técnico, Andreu Casadevall. En Madrid, el cuadro aragonés fue –una vez más– un bloque vacilante y quebradizo, demasiado permisivo atrás, con importantes desatenciones en el juego, con graves desconexiones en la defensa colectiva e individual.


Concesiones de tal magnitud fueron aprovechadas por el Estudiantes, que anotó 83 puntos en los primeros 40 minutos de la contienda. Registros muy significativos, cuando los madrileños, en sus anteriores actuaciones, venían facturando 70 tantos de media por partido.


"En defensa necesitamos mucho más equilibrio, mucha más concentración", explicó el entrenador del CAI Zaragoza, Andreu Casadevall, nada más consumarse la agónica victoria. Y todo atiende a una cuestión emocional, a un acusado déficit de confianza. El equipo, víctima de su propia ansiedad, de repente protagoniza un desplome gigantesco.


Llegan entonces las dudas, las precipitaciones, la angustia y el desconcierto; las manos tiemblan y los aros se encogen; los jugadores se prodigan en las pérdidas de balón, además de presentar un desatino inusual en sus lanzamientos, sobre todo desde el perímetro, pese a disponer de situaciones muy ventajosas para anotar. Su debilidad en ataque también merma sus facultades en defensa, donde, con el paso de los minutos, se abandonan rutinas y automatismos, y ya no existen ni concentración, ni intensidad, ni perseverancia, ni fuerzas para contener las acometidas del oponente.


En este sentido, Casadevall resulta categórico: "Espero que algunos jugadores, a partir de esta victoria frente al Estudiantes, recuperen la confianza y puedan sumar más cosas al grupo. Hay momentos en los que algunos rehúyen mirar a canasta, forzando situaciones de juego que no deberían producirse. Ese atenazamiento, luego les condiciona a la hora de defender", argumentó el técnico del cuadro aragonés, el pasado domingo, tras el triunfo contra los madrileños.


Importantes fisuras

Los datos resultan muy expresivos. El CAI presenta la tercera peor defensa de toda la competición, después de haber encajado 760 puntos en nueve partidos, lo que se traduce en una media de 84,4 tantos por duelo. Únicamente el Gipuzkoa Basket (86,8) y el Estudiantes (85.3), los dos últimos clasificados del torneo, exhiben peores registros que los zaragozanos.


Los datos retratan la fragilidad atrás del equipo aragonés, sus descomunales fisuras, incluso sin las dos prórrogas celebradas el pasado domingo: encajó 83 puntos en 40 minutos, y frente al segundo equipo que menos factura de todo el campeonato. De momento, el CAIno tiene defensa.

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