LETRAS

La estación de Canfranc, escenario de una novela sobre el expolio nazi

El escritor zaragozano José Luis Galar describe en "La frontera dormida" las vicisitudes del oro y las obras de arte que expoliaron los nazis durante la II Guerra Mundial y que pasaron por la estación oscense.

Una de las rutas elegidas por los nazis para traficar con el oro y las obras de arte expoliadas a los judíos fue la estación de Canfranc, un secreto entre Hitler y Franco que el escritor José Luis Galar despierta del pasado a través de su trepidante novela "La frontera dormida".


El autor, nacido en Zaragoza en 1965, ha querido que la presentación de su nuevo libro tuviera lugar en el Ayuntamiento de Canfranc, frente a su famosa estación internacional de trenes, ahora envuelta por andamios y maleza pero en la que aún se respiran misterios sin desvelar.

La trama de "La frontera dormida" (Ediciones Destino) comienza con la muerte en Canfranc de un anciano oficial de las SS escondido bajo falsa identidad y que en su buhardilla escondía un tesoro en obras de arte expoliadas por los nazis. Ello provocará que una experta en arte de la policía científica, Patricia Hernando, comience una aventura que une pasado y presente.


Galar, quien reconoce que le interesa más el arte que el oro, destaca en ese botín nazi "El alquimista", un cuadro ficticio de Vermeer incluido en la colección personal de Hitler por contener una fórmula química mortal más destructiva que el Ébola. A partir de ahí, sacerdotes, espías, policías, anticuarios y asesinos irán apareciendo en Canfranc, Madrid, Roma, Lisboa y Ciudad del Vaticano para hilar un "thriller" histórico que nos devuelve a los años cuarenta, pero que transcurre sólo entre el 24 de diciembre de 2005 y el 4 de enero de 2006.


José Luis Galar ha afirmado que "la discreción aragonesa" ha hecho que los mayores del lugar callen las historias sobre los nazis en este lugar, sus bailes con las chicas de Canfranc o el paso de oro hacia las dictaduras de Franco y Salazar en compensación por la ayuda española y portuguesa a Alemania con materiales estratégicos como la blenda de las minas de Teruel.


"La frontera dormida" rememora ficticiamente todos aquellos acontecimientos, ocurridos cuando la bandera nazi ondeaba en la parte francesa de la estación, pues la frontera con España era marcada sólo por los raíles.


La estación de Canfranc fue al final de la II Guerra Mundial un hervidero de fugitivos, espías y contrabandistas, pero también de "vías abandonadas y ferrocarriles de la esperanza", ha comentado el autor. Pues Canfranc sirvió también para que judíos y la resistencia francesa escaparan de los nazis y éstos, a su vez, más tarde, huyeran de los aliados hacia países sudamericanos.


La espectacular y versallesca estación de Canfranc, inaugurada en 1928 por el rey Alfonso XIII, junto al presidente de la República Francesa G. Doumergue, y el general Primo de Rivera, es recordada ahora a través de este libro, para el que el autor se documentó en la sede de la Policía Científica de Madrid, donde una inspectora -al igual que en el libro- le explicó cómo reconocer que un cuadro es falso o no.


"Existen lugares tan acostumbrados al olvido que hasta los propios habitantes acaban por abandonarse a sí mismos y a los demás", escribe Galar al comienzo de su libro.


Sin embargo, el alcalde de Canfranc, Fernando Sánchez, que ha acompañado al autor, ha asegurado que "se está trabajando por la recuperación de la estación", y que su futuro pasa por una nueva más acorde con los tiempos, así como por un proyecto turístico de hoteles, restaurantes y un museo del ferrocarril.