"Hemos vuelto a un pueblo deshabitado desde hace 50 años"

"Hemos vuelto a un pueblo deshabitado desde hace 50 años"

Oportunidades, calidad de vida y cambio son las palabras más repetidas en las conversaciones mantenidas con distintas mujeres que viven, trabajan y se mueven en el ámbito rural oscense.

Mery López, de la Asociación de Mullés Santa Águeda de Fonz.
Mery López, de la Asociación de Mullés Santa Águeda de Fonz.

Pilar Gracia desarrolla, junto con su compañero Ernest Guasch, un proyecto vitivinícola en Barbenuta, cerca de Biescas, que ya puede presumir de tener unos excelentes resultados.

Mujer y profesional emprendedora en el ámbito rural. Así dicho suena duro, ¿lo es?

Hay un poco de todo, claro. Para mí no es duro vivir en el ámbito rural, sino compaginar el trabajo en el campo con mi vida familiar, pues tengo dos niños que están en edad escolar. Pero como le ocurre a cualquier madre con su trabajo y su vida personal.

¿Está contenta con su elección?

Sí, muy contenta. Siento que mi calidad de vida emocional ha evolucionado. En el ámbito rural, y es una impresión que he compartido con más gente, los problemas se desvanecen o toman otra forma, solamente dando un paseo. Eso es porque el cerebro desconecta.

¿Hay respaldo por parte de las instituciones cuando se da un paso de estas características?

Desde el Ayuntamiento de Biescas, siempre nos hemos sentido respaldados. Hay que tener en cuenta que hemos vuelto a un pueblo deshabitado desde hace 50 años, que es Barbenuta. Así que nos han ayudado con la limpieza de las carreteras, el traslado de los niños... también desde los servicios de la comarca.

¿Por qué elegisteis precisamente Barbenuta para vuestro proyecto?

Mi abuela era de Barbenuta y tenía campos, así que lo teníamos más fácil. Al mismo tiempo, vimos que las condiciones climáticas y de suelo eran idóneas para llevar a cabo nuestro proyecto vitivinícola. Ernest y yo somos enólogos, de hecho, nos conocimos estudiando.

¿En qué punto se encuentra vuestra empresa?

En un momento muy bueno, porque esta es la tercera producción que sacamos al mercado. Este año, estaremos en torno a las 3.500 botellas, y el año pasado llegamos a las 4.200, lo cual está muy bien. Plantamos risling, chardonnay y gewürztraminer, de uva blanca; y pinot noir y cabernet franc de variedad tinta. También garnachas centenarias en el valle de Hecho, en Embún.

¿Cuándo empezó vuestra aventura profesional en Aragón?

Plantamos las primeras viñas en 2013, cuando nació mi hija. Tres años después, justo coincidiendo con el nacimiento de mi segundo hijo, comenzaron a salir las primeras uvas.

¿Cómo describirías la acogida que han tenido vuestros vinos?

Estamos encantados con la acogida porque es inevitable tener miedo a que no guste a la gente. Pero tuvimos suerte y el restaurante Callizo, en Aínsa, muy reconocido en Aragón y con una firme apuesta por el territorio, confió en nosotros y nos abrió muchas puertas, como el sello de calidad Viñedos Independientes de Huesca.

¿Dónde más se pueden degustar vuestros vinos?

En varios restaurantes y tiendas 'gourmet' tanto de Huesca como de Zaragoza.

¿Cuál es el siguiente paso?

Tenemos que seguir trabajando, porque, además, dependemos del clima y más factores. En principio, queremos plantar entre 5.000 y 7.000 plantas más para marzo y aumentar así la producción.

¿Animarías a la gente a que apostara por el medio rural?

Desde luego, porque hay muchas posibilidades de trabajo por cuenta propia y ajena. También para pasarlo bien y disfrutar de una rica oferta cultural.

¿Ha sido fácil entonces?

Los primeros años fueron duros porque no había nadie que hiciera algo parecido, pero las situaciones fáciles no son la que dejan huella, las que cuestan más aportan más energía vital.

Más testimonios de mujeres en el ámbito rural

María Jesús Muro. Turismo rural. En 1992, decidió dar un giro a su vida. Dejó la explotación ganadera familiar y se decidió por la hostelería: Casa Puyuelo. en Sarvisé, con seis habitaciones de turismo rural. «Nuestra apuesta -explica- siempre ha pasado por la calidad». De hecho, es el único alojamiento rural aragonés con la 'Q' de Calidad que otorga el Instituto para la Calidad Turística Española.La vida es difícil en todas parte, tal y como reconoce María Jesús, pero «pienso que el mundo rural es una alternativa». Así, afirma que no lo cambia por nada del mundo. «Aquí, -según añade-, no existe la tensión diaria de la ciudad, no hay distancias y todo está a mano». En resumen, su actual proyecto «es calidad de vida».

Encarna Allué. Primeros vecinos. Vive en Vencillón, uno de los cuatro pueblos de colonización del Canal de Aragón y Cataluña y el único que se creó en la provincia de Huesca. Su marido, Adolfo Planells, pertenece a la primera familia que se instaló en el municipio.«Era entrar a vivir en un pueblo empezando desde cero -explica Encarna- y lo primero fue poner en marcha los servicios precisos para la vida cotidiana». Así, relata que «se trabajó muy duro para hacer que la tierra diera fruto, pero hoy Vencillón es un jardín». El panorama, en cincuenta años, ha cambiado radicalmente y hoy hay calidad de vida. «Soy una enamorada de Vencillón y volvería a repetir todo lo que hecho en mi vida», concluye.

Margarita Araguás. Alumna de Educación de Adultos. El mundo rural no tiene por qué limitar el desarrollo de una persona. Margarita Araguás, una grausina que trabaja en el Ayuntamiento de la villa ribagorzana añade: «Al revés, en este momento, en un pueblo como Graus con los servicios y comunicaciones que existen, tienes un desarrollo más global».La clave es ser una persona inquieta con interés en las cosas. Actualmente ella está matriculada en inglés y pintura en Educación para Adultos y lo pone como ejemplo: «Aquí, una academia privada es difícil que se instale, pero quien tiene inquietud tiene recursos en estos servicios públicos, en los que aprendes compartiendo con profesores bien preparados».

Mery López. Asociación de Mullés de Fonz. El amor hizo mudarse a Mery López de Andoain, cerca de San Sebastián, a Fonz. El cambio fue grande. Se había casado con un agricultor y ganadero de la villa mediocinqueña y era más fácil su cambio que el de su cónyuge.Comenzó ayudando a las mujeres que organizaban actividades en la localidad. Su apuesta por el asociacionismo se plasmó más tarde en la colaboración para constituir la Asociación de Mullés Santa Águeda de Fonz, hace unos cuatro años. Y ahora, cabe preguntarle ¿volvería a San Sebastián? «Ahora no me muevo de aquí. Voy un fin de semana o de vacaciones», responde Mery. Considera que es más cómodo vivir en Fonz.