Campo de Cariñena, un mar de viñedos y una ruta única para descubrirlos

El vino se configura como el mejor recurso turístico para conocer esta comarca, en la que se puede disfrutar también de un rico patrimonio mudéjar.

La Fiesta de la Vendimia es uno de los festejos con más atractivo de la comarca. JE
La Fiesta de la Vendimia es uno de los festejos con más atractivo de la comarca.
Jesús Macipe

Visitar la comarca de Campo de Cariñena es adentrarse en un mar de viñedos, seña de identidad de una tierra cuya cultura y desarrollo no podría entenderse sin el vino, que se convierte así en el mejor recurso para explorar el potencial turístico de la zona.

Cada año, la Asociación para la Promoción Turística de la Ruta del Vino del Campo de Cariñena y la comarca organizan diferentes rutas en las que se visitan varias bodegas que forman parte de la Denominación de Origen Protegida de Cariñena y se conoce de primera mano la cultura vitivinícola de la zona. Además, se puede disfrutar del legado romano y múdejar de la zona y de curiosos espacios naturales modelados por el agua y el viento a lo largo de los años y por la acción del río Huerva, que surca la comarca de norte a sur.

De ruta

Como novedad, la Ruta del Vino de las Piedras llegará este año hasta las localidades de Daroca y Longares, donde se cumplen 350 años de su tradicional ‘paloteo’.

El patrimonio mudéjar de Encinacorba, el parque del Huerva y la presa romana de Muel, las pinturas de Goya en la Ermita de la Virgen de la Fuente o su casa natal y el museo del grabado en Fuendetodos (que forma parte de la comarca Campo de Daroca), el centro de interpretación del Ferrocarril o el museo de pintura Marín Bosqued son otros de los puntos de destino de estos viajes en autobús, que parten desde Zaragoza varios sábados a lo largo del año. Estos recorridos finalizan el 15 de diciembre con la Ruta Tradición y Vanguardia, donde, además de descubrir el museo del Vino de Cariñena, se presenta otra de las novedades de esta edición: una visita a la localidad de Alfamén para disfrutar de los murales de arte urbano que el Festival Asalto dejó en el municipio en 2017.

Además de los viajes en autobús, dentro de esta ruta por el mundo de la uva, cabe destacar la vinoterapia geotermal, un tratamiento de bienestar en el que se combinan los beneficios de la vid que crece bajo las rocas y la geotermia, masaje ascentral con piedras calientes y frías.

Homenaje

Sin olvidar el resto de atractivos turísticos de la zona, la Fiesta de la Vendimia –que se celebra en Cariñena a finales de septiembre y fue declarada en 2016 Fiesta de Interés Turístico de Aragón– es la excusa perfecta para visitar esta comarca, un homenaje muy especial a quienes trabajan esta tierra y forman parte del cuidado proceso de elaboración que hay detrás de cada botella de vino. El pisado de las primeras uvas y el encendido de la fuente de la Mora, de la que mana vino en lugar de agua, son dos tradiciones imperdibles tanto para todos los que disfrutan con el enoturismo como para los visitantes que quieran adentrarse en la cultura de esta tierra.

Esta misma fuente es también protagonista el 29 de enero, en San Valero, pues es el lugar donde se deposita el roscón tradicional que se reparte entre los asistentes a esta festividad. En cuanto a tradiciones, cabe destacar ‘La Ronda de los Quintos’, de Aguarón; la romería del lunes de Pascua hasta el paraje conocido como El Santo, lugar privilegiado de la Sierra de Algairén; y el importante arraigo a la cultura musical en localidades como Encinacorba, Aguarón o Muel, remontándose los orígenes de sus bandas al siglo XIX.

Con historia

Además de la rica tradición vitivinícola, cabe destacar el legado mudéjar que, si bien es característico en todo Aragón, en esta comarca tiene nombre propio. Se trata de la cerámica de Muel, una manifestación artística que ha resistido al paso del tiempo y que todavía se puede disfrutar gracias al trabajo de varios talleres de artesanos alfareros que aún perviven en esta localidad. Muel fue uno de los núcleos de cerámica mudéjar más importante del Reino de Aragón y su fama quedó documentada en el siglo XVI en el relato del arquero Enrique Cook, miembro del séquito del rey Felipe II. Las losas y azulejos creadas en Muel decoran gran parte de las construcciones mudéjares de todo el territorio aragonés, aunque la producción artística se extiende también a elementos decorativos y vajillas, decorados con esmaltes blancos, azules y verdes en su forma más tradicional.

Así, la sala de exposiciones del Taller Escuela de Cerámica de Muel se ha convertido en un espacio de referencia en el mundo cerámico, donde no solo se expone el trabajo local sino que se han dado a conocer las obras de otros artistas, tanto nacionales como internacionales.

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