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La antisurprise primavier

La antisorpresa desborda la rutina. Es una sorpresa de triple cara bifronte (doble facebook).


La antisurprise sunrise solo sale los lunes


Y martes, por lo general.


El frescor nouveau.


La traen otros, casi siempre extranjeros a bordo de coupés sin estrenar.


Por ejemplo, el plástico, la Cocacola o la FM. O el chicle de rueda de tractor.


O la nevera eléctrica. En un harén de pin-ups (ahora apps: la vida se ha degradado algo, sí).


Todas esas cosas las fabricaba la CIA en tiempos para mantenernos atentos y proclives.


Al mito de autoeditar nuestras vidas.


La CIA ha invertido más en poetas que en armas. Y de ahí vienen los drones, que son a la vez mortíferos & líricos. La idea es matar jugando.


Gamifica tus tareas.


La sunrise cocacoil ha formado parte de Occidente desde que petó el panizo.


El imperio, la idea, requiere masaje y palabreo continuo: la cinta sin fin.


El mensaje es hablar del medio.


Pero no la de cinta de Moebius, sino la otra, la correa plana de siempre. La cincha.


Ahora que Occidente se quita de todo lo superfluo, como la democracia y la población, es cuando más falta hace un mensaje. Los raperos van a ser contratados para apacentar a los antiguos ciudadanos. Có, có có.


Los toros se salvan por el hambre. Una vez more.


La ansia de novedad ha amainado: hay ansia vintagista de lo que ya no volverá, según los financieros. Vintajista por Juan Ramón (y por Bárcenas, que corporeiza el sprint de la época Corinna Zays Sayn Guays).


La sociedad del bienestar emérita...

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