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Diego Ventura, por la mañana y por la tarde

Este domingo fue premiado en el Ayuntamiento como triunfador del 2022 y volvió a triunfar después en la plaza de La Misericordia 

Natalia Chueca aplaude desde la meseta de Toriles.
Natalia Chueca aplaude desde la meseta de Toriles.
Ruben Losada/FotografiArte

Por la mañana, recibió el trofeo acreditativo de triunfador de la Feria del Pilar de 2022 de manos de la alcaldesa, Natalia Chueca. Por la tarde, volvió a salir por la puerta grande del coso de Pignatelli, con la alcaldesa en la meseta de Toriles... Así se escribe la historia de la Feria del Pilar. A caballo, Diego Ventura dicta y los demás se limitan a copiar. Y más cuando al que, en teoría, podría ponerlo a pensar, Pablo Hermoso de Mendoza, no le apetece hacer el paseíllo con él. A pie, con una puerta grande de Emilio de Justo por debajo de la cota que marcaron en el ciclo pilarista que ayer concluyó Talavante e incluso Borja Jiménez, Diego Ventura seguro que vuelve a ser recibido al año próximo por la alcaldesa, Natalia Chueca, en la Casa Consistorial. Porque Diego Ventura volverá a ser premiado como triunfador de la Feria 2023.

A este paso, el rejoneador que ahora manda en la fiesta hasta se va a hacer amigo de San Valero y del Ángel Custodio, estatuas que ya le son familiares y que presiden la entrada del Ayuntamiento. El hecho en sí, los premios de triunfador de Diego Ventura, proclaman que él gobierna en el toreo a caballo, pero también denuncian la insoportable mediocridad a pie que jalona el ciclo pilarista. Ninguna objeción al triunfo de Diego Ventura. Caballero de ascendencia portuguesa, pero más español que Rodrigo Jiménez de Rada. Hijo del mítico rejoneador Joao Ventura, fue criado en La Puebla del Río (Sevilla). Joao toreaba vestido a la portuguesa, esto es, a la federica: con casaca en vez de chaquetilla, y con tricornio con plumas y no sombrero cordobés. Diego, igual que Sergio Galán y Lea Vicens, vistieron ayer traje corto y zahones. Sus jacos, perfectamente enjaezados con trenzas, lazos y crineras de madroños.

Y, aunque la historia del toreo a pie en el Pilar ya canse en Zaragoza, vamos a hablar un poquito de rejones y de Diego Ventura, sensacional en el quinto y premiado con una soberana puerta grande. Antes, en su primero, se fue de vacío tras brindar la muerte del toro a la alcaldesa. En el del triunfo, paró bien con el rocín Hatillo a Veterano, un negro bragado poco meano de 520 kilos del hierro del Capea. Toro mirón, distraído, atado en corto ya en el tercio de salida. No anda mal Hatillo, otro caballo emergente de la renovada cuadra de Ventura, con jacos de ocho a 13 años, esto es, cerca o en su plenitud. Pero, sin ninguna duda, el caviar lo pusieron Nómada, un bayo lusitano para cortarse las venas, y Lío, un tordo en fase blanca lusitano fetén. Nómada ya es un caballo contrastado, con aires de alta escuela en elevaciones de manos y posteriores. Lío, incluso por encima de Nómada en banderillas. En realidad, Lío formó un ídem: de punta a punta, citando de poder a poder, ayer puso la plaza de La Misericordia boca abajo. Y para rematar, Guadiana, poniendo las cortas a violín. Pero con un violín con mucha más exposición que el Fandi... Además, mató en lo alto. Dos orejas de verdad, puerta grande y, lo dicho, preparado para volver a ser recibido al año próximo por Natalia Chueca. El triunfador de 2023, desde luego, es él, el gran Diego Ventura.

Sergio Galán sumó dos orejas. Una más una, que en casi todos los sitios es puerta grande, pero no en Aragón por el singular Reglamento Taurino Aragonés. Labor profesional, veterana, la de Galán, con notable galope a dos pistas. Cabe subrayarla considerando la escasa valía de los toros que lidió. Y poco más que decir, cuando dos orejas sueltas no suman.

Lea Vicens cortó menos pero llegó más. Se fue al suelo en su primero, pero le echó valor y regresó al ruedo. Historia curiosa la de Lea Vicens. Y bonita. Muy unida a la épica que demanda el toro. Estudiante de Biología en Montpellier, se ganaba un dinerillo como acomodadora en la plaza de toros de Nimes. También le gustaba montar a caballo. Así, de acomodadora, pasó a trabajar de alguacililla en el coso de Nimes. Allí la vieron galopar los Peralta. Y así se fue a Sevilla para hacerse amazona de postín. Salió a hombros en Nimes, Arlés, Dax y Bayona. En Zaragoza, también atravesó la puerta grande en 2015. Acartelada junto a Fermín Bohórquez y Pablo Hermoso de Mendoza, el 18 de octubre de 2015 fue la primera mujer en salir a hombros del coso de Pignatelli. Ocho años después, aún se la sigue recordando y queriendo. Ayer, en el día en que Diego Ventura volvió a demostrar que es el mejor, Lea Vicens apadrinó la glosa romántica de un festejo y de una feria necesitada de poetas que le canten... para anestesiar la nada.

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