La Feria del Pilar se cierra con otra puerta grande de Ventura y susto de Lea Vicens

Sigue el idilio del hispano-luso con Zaragoza. Galán también corta dos orejas, una en cada toro, y sale a pie. 

Salida a hombros de Diego Ventura.
Salida a hombros de Diego Ventura.
Rubén Losada

La Feria del Pilar no termina hasta que pasa -a hombros- Diego Ventura… Otra puerta grande para el rejoneador hispano-luso en Zaragoza. Esta vez, menos rotunda que las anteriores. En una tarde en la que fue de menos a más, hasta cortarle las dos orejas al quinto toro de El Capea.

El burel tuvo más de chispa que el resto de la corrida, noble y de buen juego en su conjunto, y Ventura planteó una faena entusiasta en los inicios, que después alcanzó cotas altas a lomos de Lío, caballo en la plenitud de sus 11 años, y de un público entregado.

Destacaron las banderillas al quiebro. Citando muy en largo. De poder a poder. Sin ventajismos y con el arrebato que marca el rumbo del toreo a caballo actual, y que mantuvo al clavar las cortas al violín y el rejón de muerte mientras le cantaban una jota. Todo muy pomposo, con el pellizco que le faltó a su primera faena.

Ventura brindó a la alcaldesa Natalia Chueca -quien por la mañana le había entregado el premio al triunfador de 2022 que concede el Ayuntamiento- una labor en la que brilló sobre Fabuloso, con cites enfrontilados y exigentes adornos al hilo de las tablas, pero después no supo culminar en un cierre menos cantado.

Con todo, si llega acertar con el rejón de muerte se le habrían pedido también las dos peludas, pero no. Cayó defectuoso y el toro, marcado con otro de los hierros de El Capea (Carmen Lorenzo) pero igual de manejable, requirió del descabello con Ventura, pie en tierra, toreando entre molinetes.

Insultante dominio de todas las suertes, desde un concepto más heterodoxo que el mostrado por Sergio Galán en dos faenas -ambas demasiado largas y premiadas con oreja- en las que toreó con pureza. Clavando arriba y con la reunión que no hubo en las labores de la tercera protagonista.

Lea Vicens anduvo tosca y acelerada. Sufrió un importante susto ante el tercero, un toro con el hierro de San Pelayo que la descabalgó aparatosamente tras un error de cálculo al cuartear, y con el sexto fue un manojo de nervios, con pasadas en falso y desajustes hasta fallar reiteradamente con el rejón de muerte.

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