toros

Tomás Rufo saca petróleo del pozo de Alcurrucén

El talaverano arranca una oreja entre la mansedumbre. A Castella le pudo la ansiedad y Uceda Leal solo se ganó el silencio

Desplante mirando al tendido de Tomás Rufo.
Desplante mirando al tendido de Tomás Rufo.
Javier Belver

Cambió el encaste, pero permanece la mansedumbre. Llegó el encaste Núñez desde las dehesas de Extremadura. Hierro de prestigio, acompañado del ilustre apellido de los Lozanos, bien conocidos en Zaragoza, plaza de la que fueron empresa con José Ángel Zalba. Ellos parieron el bonito y productivo invento de las vaquillas en las Fiestas del Pilar. A fecha de hoy, lo mejorcito que se ha visto en el Coso de Pignatelli en lo que llevamos de Pilares. Imagínense los toros que están saliendo por Toriles...

Y eso que el percal pintaba bien (o mejor) ayer por la mañana. Después de días de trajín de camiones, con un patio de cuadrillas que parecía el parquin de Mercazaragoza con tanto remolque de ganado, después de tanta hora extra de veterinarios y presidentes con mando en plaza descartando reses bravas, ayer parecía que sí, que por fin había toro. Pero fue que no... Mansos chungos de desorejar. Aun así, Tomás Rufo sacó petróleo del pozo de Alcurrucén. Tuvo su mérito. Tanto como extraer algo de la nada.

Abrió plaza Uceda Leal por estricto orden de antigüedad. Debía haber abierto cartel Sebastián Castella, pero, al caerse Luque, se alteró el orden de la tablilla. Qué pena, ahora que Luque está de dulce... Lo reemplazó en el cartel e intentó reemplazarlo en la arena Uceda Leal, torero certero en la suerte suprema. Suele matar de lujo Uceda Leal. Poquitos como él en la historia del toreo. No es una hipérbole: Frascuelo, Manolete, Rafael Ortega, Camino y Uceda Leal. Y no quito ni un lexema del enunciado anterior. Mata bien, decía, y eso resuelve muchos problemas. Ayer le sirvió para no escuchar ningún aviso. No fue poco después de una faena vacía en su primero, toro aceptable de chapa y pintura, pero tan gripado en su motor como toda la camada. Derribó al caballo. Abrevió Uceda Leal con la muleta y la espada. Su segunda faena, a un morlaco de 602 kilos, fue más densa, pero con el mismo final y premio . Además, se eternizó en el descabello.

Castella está de vuelta. Tiene hambre el francés, que se arrima como nunca, más que cuando comenzaba y nos enamoró hace ya más de dos décadas. Esa ambición, a veces, delante de un toro, deriva en ansiedad. Y esta ansiedad puede agobiar a su oponente. Eso ocurrió en su primero, donde dejó muletazos notables en una faena carente de unidad. Su entusiasmo llegó más al tendido que al toro. El público está con él más que nunca. Estocada desprendida y dos avisos que le privaron de cualquier trofeo. En el quinto, ejerció de enfermero de un toro inválido. El banderillero José Chacón calentó el tema y tuvo que desmonterarse para saludar. Con la capa, chicuelinas fetén de Castella, y delicioso pase cambiado por la espalda, un péndulo de lujo, para iniciar la faena. Pero nanay: no había toro, solo torero...

Rufo cortó cuando nada había que cortar. Ya hizo cositas en su primero. En cuatro capotazos, ya puso al toro en la boca de riego. Lo hacen poquitos en el escalafón... Toreó con personalidad, ligando con ambas manos. Se despidió con un desplante que era pura torería. El descabello le quitó la oreja que si cortó en el que cerraba plaza. Era el último, pero Rufo no tenia prisa, que las prisas son para los ladrones y para los malos toreros... Con la pausa adecuada, dejando respirar a un toro que no se tenía en pie, extrajo una tanda notable con la derecha y varios naturales de entidad. Un circular para clausurar una faena que no fue redonda, pero sí muy por encima de la nulidad que tenía ante sí. Oreja y torero para rato largo. Como Borja Jiménez, que torea hoy después de echar abajo la puerta de La Ventas. Hoy, toros de verdad (Palha) y toreros que no saben mentir. Amén.

Ficha técnica:

Plaza de toros de Zaragoza. Sexto festejo del abono de la Feria del Pilar, con casi tres cuartos de entrada en los tendidos. Volvió a sonar el himno nacional español antes de que se rompiera el paseíllo. Se lidiaron seis toros del hierro de Alcurrucén, desiguales de presentación, mansos, muy escasos de juego.

Uceda Leal: silencio y silencio.

Sebastián Castella: ovación tras dos avisos y ovación.

Tomás Rufo: ovación tras aviso y oreja tras aviso.

Presidió Jorge Moreno Gustrán: correcto en la concesión de la oreja.

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