Fiestas del pilar

El vermú tras la Ofrenda, una misión casi imposible

Las terrazas de los bares cercanos a la plaza del Pilar se encontraban llenas, ocasionando que la gente tuviera que tomar su aperitivo de pie durante la multitudinaria Ofrenda.

Vermú en el Día del Pilar en el centro de Zaragoza.
Vermú en el Día del Pilar en el centro de Zaragoza.
Francisco Jiménez

Es el día grande de las fiestas y Zaragoza lo sabe. Mientras en la plaza del Pilar tenía lugar la multitudinaria Ofrenda de Flores a la Virgen del Pilar, en los alrededores también se lucían las vestimentas propias de estas fechas. Familias enteras, grupos de amigos y lobos solitarios recorrieron el pasillo hasta los pies de la Virgen para después dirigirse a alguna de las terrazas de los bares cercanos para desayunar, tomar el vermú o comer, aunque eso era una tarea casi imposible.

En las calles del entorno de la Basílica no cabía ni un alfiler a la hora del aperitivo mañanero. Gente de pie en los bares del Casco Histórico, otros que se resignaban a levantarse de su sitio por lo mucho que les había costado conseguirlo, e incluso estaban aquellos que se llevaban su lata de refresco y un pequeño táper de casa para sentarse en un banco a charlar sobre lo especial del Día del Pilar, conscientes de la ardua tarea que suponía conseguir un sitio en un bar. Lo mismo ocurría en los restaurantes del entorno de Santa Engracia a la hora de la comida, donde multitud de personas vestidas de baturros aguardaban su turno para entrar a la Ofrenda, que batió récords de duración.

La joven Marina Genzor salió pronto (sobre las 9.00 desde Santa Engracia) con su madre y unas amigas a la plaza del Pilar para rendir culto a la Virgen, pero no posaron las flores hasta las 12.30. "Ha sido una Ofrenda muy larga y lenta, porque había muchísima gente", explicaba Genzor. No obstante, el momento fue "muy especial y emotivo" porque se vienen a la mente "aquellas personas que no pueden estar". Esa emoción se acrecienta después de los últimos dos años, con la pandemia de por medio.

Mientras ellas se enfilaban para ofrecer las flores a la Virgen, unos amigos iban en busca de una mesa en una terraza, y tuvieron que desplazarse hasta el barrio de la Magdalena. "Si no fuera porque fueron ellos a guardar el sitio, nos habríamos tenido que quedar de pie. Había muchísima gente en la calle con las cervezas y consumiendo dentro", detallaba esta joven.

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