Jonathan Blázquez: “Cuando recuerdo a 'Quejoso' se me dibuja una gran sonrisa”

Varea vuelve al escenario que más ha marcado su trayectoria. Comparte cartel con Ginés Marín y el mexicano Valadez y se reencuentra con Los Maños.

Varea, junto a Marcuello, en la tarde del indulto de 'Quejoso'.
Varea, junto a Marcuello, en la tarde del indulto de 'Quejoso'.
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Jonathan Blázquez (Almazora, 1993) lleva grabado a fuego el nombre de 'Quejoso'. Aquel formidable novillo de Los Maños se cruzó hace un año en su camino para terminar de destapar uno de los toreros más prometedores, y juntos protagonizaron el primer indulto en los dos siglos y medio que cumplía La Misericordia. Fue el colofón a una temporada española complicada y el mejor argumento hacia la firma de contratos.


Este miércoles, Varea, como así es conocido por tradición familiar, vuelve al escenario que disparó una trayectoria que ya apunta a nuevos retos. Ginés Marín y el mexicano Leo Valadez completan el cartel. Con ganado llegado de Luesia, para más detalle.


-¿Es La Misericordia la plaza que más le ha marcado?

-Sin ninguna duda. Aquella tarde del Pilar me dio la maravillosa temporada que he llevado. Me dio contratos y una reputación que, gracias a Dios, voy manteniendo. 


-¿Qué recuerdo le transmite 'Quejoso'?

-Cada vez que pienso en él se me dibuja una enorme sonrisa. Lo que ocurrió con él fue increíble. Lo más bonito que uno puede vivir en un ruedo.


-¿Qué destacaría de aquel novillo?

-Todo. Fue como mi amigo. Tuvo nobleza, fijeza, embistió de forma bella y con recorrido... Por momentos, creí estar haciendo toreo de salón. 


-Esta tarde, vuelve a enfrentarse a ganado de Los Maños. ¿Se imagina algo similar?

-Sueño con ello, pero hay que ser realistas. Esas faena se dan muy pocas veces. Sí prometo la misma ilusión y corresponder a una afición que me lo ha dado todo.


-Un triunfo aquí sería el broche de oro a su mejor temporada...

-Así es. He tenido la oportunidad de estar presente en grandes escenarios, disfrutando y sintiéndome torero, que al fin y al cabo es lo que me hace feliz.


-En varios de esos carteles, ha compartido protagonismo con Ginés Marín. Ya es todo un clásico verles juntos.

-Siempre es un orgullo torear con él. Le considero un amigo y tiene unas facultades innatas. Es aire fresco para la Fiesta e importantísimo para ilusionar al aficionado.


-Menos conocido es Leo Valadez. ¿Qué cuenta del mexicano?

-Coincidí con él en Málaga y me impresionó su mano izquierda. Tiene un toreo profundo y le auguro un gran futuro. 


-Y el suyo próximo, ¿se ve cerca de tomar la alternativa?

-Cerca sí, pero no hay nada previsto. Tengo que estar muy mentalizado para ello. Siempre he dicho que daré el paso cuando vea que me sirve cualquier toro y no solo los buenos. Debo pulir algunos aspectos para poder competir con las figuras.


-El más notorio, su ineficacia con la espada. ¿Qué debe hacer para mejorar?

-Entrar a matar convencido de que lo voy a hacer bien. El haber perdido tantas buenas faenas por la espada me lleva a estar inseguro, pero voy mejorando.


-En ello ha insistido mucho su apoderado, Santiago López.

-Él me dice que una faena mediocre es respetada si es bien acabada y una sublime puede acabar como el Rosario de la Aurora si se falla repetidas veces. También me transmite calma, advirtiéndome que incluso un grande como José Tomás -a quien apoderó- tuvo problemas con la espada. 


-¿Hasta qué punto ha marcado el extorero y empresario granadino su trayectoria?

-Se lo debo todo. Me hizo debutar en Castellón y me llevó a Nimes y Valencia. Por suerte, respondí y pude acabar la pasada temporada del modo soñado en Zaragoza. A partir de ahí, todo ha sido mucho más fácil.

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