Escombros y peligrosas estructuras sin vallar en la fallida hípica internacional de La Puebla de Alfindén de Zaragoza

Una cubierta de madera que asemeja la cola de un caballo en movimiento recuerda el ambicioso proyecto que descabalgó hace 18 años

El alcalde de Pastriz, José Miguel Ezquerra, junto a la cubierta del pabellón sin acabar del proyecto de hípica internacional.
El alcalde de Pastriz, José Miguel Ezquerra, junto a la cubierta del pabellón sin acabar del proyecto de hípica internacional.
Francisco Jiménez

En los años de la Expo 2008 se soñaba a lo grande. Era una época de bonanza, inusual en una Zaragoza que ansiaba colarse entre las urbes españolas con influencia; eran años en los que nada hacía presagiar que la burbuja inmobiliaria estaba a punto de estallar. Se proyectaban macrocasinos en el desierto de Los Monegros y a 15 minutos de Zaragoza, a menor escala pero con gran ambición, una hípica internacional. Tan altas eran las expectativas que el alcalde de La Puebla de Alfindén por aquel entonces, Fernando Salvador, aseguraba, orgulloso, que el mismísimo Cayetano Martínez de Irujo, gran aficionado a la hípica, visitó el paraje Vicentón, a un kilómetro del centro del pueblo, para conocer cómo iba a ser la instalación.

La batalla urbanística entre La Puebla de Alfindén y Pastriz dio al traste con la operación. El ambicioso proyecto, que se iba a desarrollar en 43.000 metros cuadrados, incluía un pabellón para concursos y demostraciones ecuestres, pistas cubiertas con gimnasio y saunas, un club social con restaurante y salas de recreo, pistas exteriores para paseos a caballo y cinco naves que funcionarían como cuadras. Alegó el entonces alcalde de Pastriz (que sigue como regidor 18 años después), José Miguel Ezquerra, que en una parcela contigua se iban a iniciar los trámites para construir 440 viviendas y un campo de golf, y que el centro ecuestre no respetaba los 450 metros de distancia que exige la ley. Y el proyecto, aunque se intentó redimensionar a la baja, descabalgó.

Un intenso olor a gallinaza enturbia la visita al paraje Vicentón, donde una cubierta de madera noble, que emula la cola de un caballo en movimiento, recuerda la hípica que aspiraba a ser internacional, y que al final nunca fue. Hay cebollas, patatas escachadas, comida para decenas de vacas bravas, que para esquivar la crecida del río descansan en un campo cercano. 

La parcela, que en el proyecto inicial incluía 43.000 metros cuadrados que se rebajaron después a 30.000, se ha convertido en una suerte de escombrera. Hay electrodomésticos viejos, muebles rotos, espray, toda suerte de desechos. Pero lo que más preocupa, quizá, es que la cimentación a medio hacer de lo que iba a ser un restaurante se abandonó sin tapar y sin proteger con vallas. Con el paso del tiempo, los hierros se han oxidado en un gran agujero casi oculto por la maleza y con peligro de que algún despistado se precipite al fondo.

A unos cien metros del que iba a ser el pabellón central empiezan las 18 hectáreas de Pastriz, diez de propiedad municipal, donde se iba a expandir el pueblo hasta duplicar la población. Pero la burbuja inmobiliaria, que no entiende de términos municipales, en Pastriz también pinchó.

En 2007, Zaragoza Ecuestre, la promotora, intentó reflotar el proyecto en el que ya había invertido unos 2,5 millones para que el centro abriera sus puertas al calor de la Expo 2008. Con la limitación de las dimensiones, al final lo descartó. 

En junio de 2016, diez años después, desde el Ayuntamiento de La Puebla de Alfindén indicaban que no tenían constancia de que la propietaria del terreno quisiera retomarlo. Cuatro años antes, se había analizado en el pleno la prórroga de la licencia de unas obras que no se relanzaron jamás. Ayer no se quisieron pronunciar.

Bajo la impresionante cubierta con forma de cola de caballo, Ezquerra recordaba este jueves las presiones a las que se enfrentó cuando "intentaba defender el interés" de los vecinos de su pueblo. Lamentaba que cuando se planteó el proyecto no se comunicó al municipio colindante, a ellos. Y los problemas que surgieron, como cuando durante las obras de cimentación manó tanta agua del nivel freático (está a menos de 2 metros) que llegó a "secar los pozos" y a "anegar las parcelas".

No ha trascendido por qué se planteó ejecutar el proyecto allí, entre La Puebla y Patriz. "Era la época de bonanza, se acababa de hacer la vía verde y había una previsión grande de crecimiento", asegura Ezquerra. Pero la crisis aguó hasta las previsiones más halagüeñas. Ni se retomó el centro hípico ni se culminaron las viviendas que iban a duplicar la población de Pastriz. El terreno ni siquiera se urbanizó.

Tampoco está claro a quién le correspondería adecentar el paraje Vicentón. El alcalde de Pastriz mira hacia La Puebla de Alfindén, el término municipal en el que se iba a desarrollar el proyecto. No se ha tratado el problema ni en la Diputación de Zaragoza ni en la Comarca Central, que preside el propio Ezquerra. Mientras tanto, la degradación de este paraje, repleto de escombros, es cada vez a más.

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