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25 años bajo las largas faldas de los gigantes de la Comparsa de Zaragoza

El Ayuntamiento celebrará el martes el aniversario de las actuales figuras, que nacieron en 1999 y son indispensables en las fiestas zaragozanas.

Manuel Anadón, responsable de la Comparsa de Gigantes y Cabezudos, junto a alguna de las figuras.
Manuel Anadón, responsable de la Comparsa de Gigantes y Cabezudos, junto a alguna de las figuras.
Oliver Duch

No son tan histriónicos y escurridizos como los cabezudos, pero jamás pasan desapercibidos. Difícil hacerlo cuando se trata de un grupo de catorce figuras que superan los cuatro metros de altura. Por mucho que les vaya más la discreción, con el paso de los años los gigantes de la Comparsa han ido cosechando un carácter más amable y campechano. Ya no son esos estirados nobles que miraban al público, desde lo alto, con la nariz arrugada y el gesto torcido, ahora forman parte indispensable de las fiestas zaragozanas, lo saben y lo disfrutan. 

"En la época moderna, con los gigantes se baila mucho y se baila muy bien", explica el responsable de la Comparsa, Manuel Anadón, desde el zaguán de la Casa Consistorial, donde estas figuras aguardan para celebrar el martes su 25 cumpleaños. Aunque la tradición es centenaria, los que recorren ahora las calles de la ciudad se estrenaron en 1999. Aquel año salieron por primera vez el Rey y la Reina, el Chino y la Mora, el Duque y la Duquesa, Don Quijote y Dulcinea y Gastón de Bearne y la Dama Bearnesa. Los otros cuatro se incorporarían más adelante. 

También fue aquel el debut de Anadón bajo las faldas -y los hierros- de estos enormes personajes. Fue concretamente el 10 de octubre, en plenas Fiestas del Pilar, cuando se echó a los hombros a Gastón y atravesó las puertas del Ayuntamiento delante de un montón de publico. Aunque los nervios le jugaron una mala pasada, desde entonces no ha parado. "Esa primera experiencia fue horrible, fatal. Había un tablado y nos teníamos que subir, y cuando vi tanta gente yo me cuajé. Decía 'madre mía, como se me caiga...'", rememora. 

Pero aquello no le paró y reconoce que formar parte de la comparsa es muy gratificante. "Es muy agradable y le vas cogiendo el gustillo, nos lo pasamos todos muy bien, es una maravilla", asegura. En su caso, ahora se encarga de las cuestiones organizativas, pero pasó 5 años dando vida al Boticario y otros 17 de gigante en gigante. A los cabezudos suele sacarlos siempre la misma persona, tanto por la ropa como porque cada uno tiene su personalidad diferenciada. "Siempre tienen una forma de ser, el Morico no para de correr y de bailar o el Berrugón tiene muy mal genio", apunta. 

En el caso de los gigantes se va variando, y además en cada salida son dos las personas que, cada dos minutos y medio, se van turnando debajo de ellos. Su peso y grandes dimensiones obliga a que los porteadores hagan relevos. "Las chicas pesan menos, entre 35 y 37 kilos, y los chicos van desde los 33 o 34 kilos que pueden pesar los más ligeros hasta los 52 que pesará el Quijote", indica Anadón. En cuanto a la altura, miden alrededor de 4,15 metros, que se van hasta los 4,35 cuando hay un porteador debajo. 

Son unas cifras que imponen. "Hay que estar en buena forma, acabas cansado, pero si te gusta y tienes ganas no te das cuenta. Ahora hemos cogido la buena costumbre de hacer un par de ensayos antes del Pilar, sobre todo para la gente que entra nueva. El equilibrio es difícil porque no tienes ningún agarre y parece que se va a caer, entonces, da un poco de respetillo", relata. De hecho, cada uno de los gigantes es de una manera, algunos están más equilibrados, otros se van hacia delante, por ejemplo, y hay que aprender a llevarlos todos. 

Reconoce Anadón que aunque los cabezudos son las estrellas infantiles por excelencia, los gigantes también son "muy agradecidos": "Con los cabezudos tienes a los niños más encima, te paran cada dos por tres, se hacen fotos contigo, te enseñan los muñecos que se han comprado con tu figura... Hace mucha ilusión. Pero con los gigantes te lo pasas muy bien, formas parte del espectáculo y es estupendo", comenta.

Han cambiado mucho con el paso del tiempo estas figuras, que han pasado de salir, antiguamente, "de una forma testimonial", a formar parte indispensable de la fiesta. "Los giros son obligatorios. En cuanto llevas un par o tres de salidas ya empiezas a menearte y luego cinco o seis vueltas por un lado y por el otro bailando no te las quita nadie", explica Anadón. 

Los catorce gigantes y los once cabezudos están ya preparados para el pasacalles que ha organizado este martes el Ayuntamiento, que recorrerá la plaza del Pilar, Don Jaime I, Echegaray y Caballero y Salduba. Además, a través de Instagram se está llevando a cabo un concurso para que 12 niños puedan formar parte del acto principal en el escenario que se está montando frente al Consistorio. 

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