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El relato de un niño podría condenar a su padre a prisión por un intento de homicidio en Zaragoza

El menor, de 10 años, declara que vio al acusado abalanzarse con un cuchillo sobre su madre, que logró salir ilesa.

El acusado, durante el juicio celebrado ayer en la Audiencia de Zaragoza.
El acusado, durante el juicio celebrado ayer en la Audiencia de Zaragoza.
HA

La Audiencia Provincial sentó ayer en el banquillo de los acusados a José P. N. por los hechos ocurridos el 1 de julio de 2022 en el piso que compartía con su exmujer en Zaragoza, donde supuestamente intentó matar a esta con un cuchillo jamonero. La víctima no sufrió ni un solo rasguño, ya que al ver al acusado abalanzarse sobre ella blandiendo el arma tuvo tiempo de esquivar el ataque. Sin embargo, la Fiscalía y la acusación particular, a cargo de María Floría, están convencidas de que el hombre quería acabar con la vida de la madre de sus hijos, de dos y diez años, que fueron testigos de todo lo ocurrido. De hecho, el testimonio del mayor de los hermanos podría servir ahora para condenar a su padre, quien se enfrenta a ocho años y medio de cárcel por delitos de tentativa de homicidio y amenazas graves.

Cuando se produjo la agresión, el matrimonio ya estaba roto e incluso existía una sentencia de divorcio. La pareja seguía bajo el mismo techo por puro pragmatismo, ya que su situación financiera no era buena y tampoco deseaba que la ruptura afectase a los niños. Pese a ello, José P. N. quería creer que existía alguna posibilidad de reconciliarse con su exmujer. «Convivíamos    por cuestiones económicas y porque sentíamos algo», declaró ayer ante el tribunal de la Sección I.

La denunciante y víctima dio una versión muy diferente, dejando claro    que tras varios episodios de malos tratos –que fueron los que provocaron    la separación de la pareja– no quería volver a saber nada de su exmarido. «Es una persona muy celosa e incluso después de nuestra ruptura seguía diciéndome que tenía más hombres», manifestó. Como después explicarían los forenses del Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA), efectivamente, el acusado sufre una trastorno celotípico, lo que sumado a su consumo habitual de cocaína lo convierten en «una bomba de relojería».

Y parece que la mecha prendió el 30 de junio de 2022, cuando José P. N. llamó a su exmujer para amenazarla de muerte. «Como vengas a casa te voy a matar, sé que estás con otro hombre», le dijo a la denunciante. Según esta, aquella tarde se encontraba tomando algo con una amiga, pero la llamada del padre de su hijos la perturbó e infundió tanto miedo que decidió quedarse a dormir en casa de esta conocida. «Volví a casa a las ocho del día siguiente. Al verme llegar, empezó insultarme y a decir que iba borracha. Yo cogí a mi hijo pequeño y me fui a la habitación del fondo. Él seguía profiriendo insultos y no dejaba de preguntarme dónde estaban las cámaras y los micrófonos, estaba obsesionado con que yo le grababa», declaró la mujer.

El episodio más grave se produjo sobre las 17.30, cuando él se plantó en el dormitorio donde descansaba su exmujer y llamándola «puta y malparida» volvió a preguntarle por los micrófonos. «Te vas a enterar», le dijo, para regresar después a la cocina y coger un cuchillo. Según el acusado, «pequeño, de los de pelar patatas». En palabras de ella, «de los que se usan para cortar jamón».

El hombre reconoce que lo llevaba en la mano pero niega que atacara con él a la denunciante, quien al verlo empuñando el arma cogió y abrazó fuerte a su hijo pequeño. «Vi que venía hacia mí y me volteé. Si no lo hago me lo clava en el cuello», declaró. Y lo cierto es que la punta del cuchillo terminó encajada en la pared. Acto seguido, el agresor echó de la casa a la víctima impidiéndole llevarse a sus hijos. Cuando se presentó después la Policía, el mayor de los hermanos contó a los agentes que su papá había intentado matar a su mamá. Lo mismo que le dijo después a la psicóloga que lo entrevistó en los juzgados, grabación que se reprodujo ayer.

Como los forenses dijeron que el acusado tenía una merma «muy elevada» del control de impulsos, la defensa, a cargo del letrado Alejandro Sarasa pidió su absolución.

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