Ambiente navideño

Navidad en Zaragoza: Del furor por las compras a los churros con chocolate caliente

Miles de personas rebosan Puerto Venecia en busca de los primeros regalos de Navidad. El centro de Zaragoza también se llena de ambiente con los puestos y el Belén.

Zaragozanos y visitantes han disfrutado este sábado de las principales actividades que hay en el centro de la ciudad con motivo de la Navidad.
Zaragozanos y visitantes han disfrutado este sábado de las principales actividades que hay en el centro de la ciudad con motivo de la Navidad.
Francisco Jiménez

El día y la noche. Literalmente, porque la Navidad en Zaragoza se vive de dos maneras: la calma y el sosiego de la mañana y el loco ajetreo cuando cae el sol. De hecho, estos días, con el encendido de luces de las 18.00, muchos viandantes se detienen en mitad de la calle para aplaudir y, por qué no, hacerse una foto con los brillos de fondo. La imagen se repetía este sábado. Miles de personas abarrotaban Puerto Venecia en busca de los primeros regalos navideños, mientras que otras tantas llenaron el centro de la ciudad para disfrutar de los puestos de artesanía, del Belén y de unos deliciosos churros con chocolate caliente.

En la plaza del Pilar, durante la jornada matinal, se formaban colas tanto en el Belén como en la casita de Papá Noel. La afluencia era más bien baja, salvo por algunos avispados que preferían probar los churros ya por la mañana para evitar las larguísimas colas por la tarde. "Da gusto poder pasear tranquilamente por el centro, cuando se llena es muy agobiante", decía Francisco Loscertales, acompañado de otros tres amigos.

Los puestos de artesanías recibían algunas visitas también, mientras que decenas de personas aprovechaban el mercado agroecológico para hacer algunas compras. Entre ellas estaba María Jesús Lozano, que se llevaba un caldo de verduras. "Me gusta mucho pasearme por aquí, ver el ambiente y luego, ya que estoy, hago la compra de la semana", precisaba, para después pasarse por el Mercado Central.

No obstante, los que más fotografías se llevaban eran los Reyes Magos. "¡Mi favorito es Melchor!", exclamaba el pequeño Mario. Su padre, Germán Valero, explica que la espera hasta entrar "a veces se hace larga", pero "merece la pena". "Es un recorrido muy majo y los chicos lo agradecen mucho porque les hace ilusión. Ahora por la mañana se está más tranquilo, por la tarde no pensamos ni en entrar", añadía. Tenía razón, ya que la cosa se complica horas más tarde y la fila parece interminable. Lo mismo ocurre para ver a Papá Noel, e incluso hay que luchar por hacerse un hueco para leer algunos deseos del árbol situado en mitad de la plaza.

La gran acumulación del gentío se nota más bien poco en los comercios, ya que los ciudadanos "van a lo que van", pero las ventas se animan con el ambiente navideño. "Ha sido un puente muy majico. Se ha trabajado", decía Angelines Rincón, dueña de Casa Rincón, que lleva 56 años emplazada en la calle de Don Jaime. "Este puente ha venido mucha gente de fuera, aunque también suelen venir los fines de semana. No me puedo quejar", apostillaba.

Mientras, Puerto Venecia era un ir y venir de gente con bolsas y regalos en la mano. Caminar por las tiendas de este centro comercial era lo más parecido a un circuito de obstáculos, con gente haciendo ‘zigzags’ para no chocarse entre ellos. El párquin estaba prácticamente lleno y llegaron a provocarse atascos en el acceso, especialmente durante la mañana. "Es la primera vez que venimos aquí y hemos alucinado con la gente que hay. De Tudela pilla a menos de una hora y queríamos ir a la tienda de Nike y pasar también por el Ikea, que no tenemos allí", expresaba Alexandra Elías, de Olite.

Filas en Juguettos

El furor por las compras provocaba que se formasen fila en casi todas las tiendas. Especialmente, en Juguettos, donde la cola para pagar era larga. En Game no cabía ni un alfiler (ahora, todos quieren una Nintendo Switch) y el Primark parecía una lata de sardinas. Las actividades navideñas de Puerto Venecia también animaban en gran cantidad: muchos niños aguardaban para sentarse en el regazo de Papá Noel para pedirle su juguete favorito y otros enviaban sus cartas en el buzón de los deseos. "Otros años veníamos antes para evitar las masificaciones, pero este año nos ha sido imposible", decía Noelia Botiza, tras santiguarse mientras observa a la marabunta de gente.

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