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Un aficionado del Zaragoza se juega 7 años de cárcel por dejar tuerto a otro que se saltó la fila

La bronca se produjo junto a los tornos de La Romareda, donde el acusado habría golpeado en un ojo a la víctima, causándole la rotura de una lente intraocular.

El acusado, durante el juicio celebrado ayer en la Audiencia Provincial de Zaragoza.
El acusado, durante el juicio celebrado ayer en la Audiencia Provincial de Zaragoza.
Oliver Duch

El 6 de diciembre de 2021, Día de la Constitución, miles de aficionados del Real Zaragoza cambiaron la sobremesa por una tarde de fútbol en La Romareda, donde los locales se enfrentaban al Eibar. La victoria del equipo maño sobre los vascos dejó un buen sabor de boca a la grada, pero hubo dos socios que ni siquiera llegaron a cruzar los tornos para ver el partido y a los que aquella fecha ha marcado para siempre la vida.

A uno, porque el fuerte puñetazo que le dieron en la cara le obligó a pasar por el quirófano y ha perdido la visión del ojo izquierdo. Y al presunto agresor, porque aquella bronca podría costarle ahora hasta siete años de prisión. De hecho, esa fue la condena que ayer pidieron para él tanto la Fiscalía como la abogada de la acusación particular, Araceli Esteban, que también exigen más de 65.000 euros de indemnización.

Por aquellas fechas, las restricciones impuestas por la pandemia todavía obligaban a presentar el pasaporte covid para acceder al campo. Y a los que aguardaban pacientemente su turno en la larga fila no les hacía ninguna gracia que otros intentaran saltársela. Como reconocieron ante el tribunal tanto el acusado como la víctima, ese fue precisamente el detonante de una bronca que todavía no está claro quién empezó, pero que terminó obligando a intervenir a la Policía Nacional.

«Este señor –por el denunciante– se intentó colar y le llamamos la atención, pidiéndole que se fuera al final de la fila. En ese momento, no hubo ninguna discusión. Pero al llegar a los tornos y volver a coincidir, le recordé que se había colado. También se lo dije al guardia de seguridad, pero no me hizo ni caso. Esta persona me llamó entonces gilipollas preguntándome que si me creía Policía. Y cuando quise darme cuenta, me tenía arrinconado. Yo no le pegué ningún puñetazo, solo me lo quité de encima», declaró ayer el acusado, O. C. G., durante el juicio celebrado en la Audiencia de Zaragoza.

Versiones opuestas

«Para nada me podía imaginar  que todo se iba a complicar tanto. Yo soy una persona tranquila. Es cierto que le recriminé que se saltara la fila, pero ni grité ni levanté en ningún momento la mano», insistió el presunto agresor. Versión que corroboró después como testigo el amigo que habitualmente le acompañaba al campo y que medio para poner fin a la disputa.

Bastante distinto fue el relato de la víctima, a la que tuvieron que asistir de una brecha en una ceja, que requirió cuatro puntos de sutura, y de un fuerte golpe en el ojo izquierdo que le obligó a pasar por el quirófano y lo ha dejado tuerto. Porque este hombre había sido operado tiempo atrás de cataratas y le habían colocado una lente intraocular, que al desplazarse agravó las consecuencias del puñetazo. 

«Al llegar a los tornos de la entrada, este hombre –por el acusado– se salió de las vallas, vino hacia mí, que estaba un poco detrás, y volvió a increparme. Se produjo entonces un forcejeo en el que intenté apartarlo, con tan mala suerte que al cogerlo del hombro se me fue la mano y le di un poco en la cara. En ese momento, él empezó a lanzarme puñetazos», relató la víctima, a la que las lesiones sufridas obligaron a la Seguridad Social a darle la incapacidad laboral permanente y que a raíz de estos hechos se ha visto limitado para muchas actividades cotidianas, como conducir un coche.

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