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Una escuela de barbería de Zaragoza, nominada a mejor academia de España para aprender el oficio

Más de 300 alumnos se han formado en tres años en este centro de formación de barberos que está ubicado en Las Delicias.

Uno de los alumnos corta el pelo a un cliente en la Escuela del Tío Jorge, este lunes en Zaragoza.
Uno de los alumnos corta el pelo a un cliente en la Escuela del Tío Jorge, este lunes en Zaragoza.
Guillermo Mestre

El joven empresario Jorge Villarroya Capablo, dueño de la Escuela de barbería del Tío Jorge de Zaragoza, está de mudanza. En diciembre se trasladan -del número 37 de la avenida de Madrid al 35- a un local de 400 metros cuadrados (300 m2 más que el actual salón) con el objetivo de ampliar el número de alumnos. Y es que, desde que abrió sus puertas en 2020, no han dejado de formar a nuevos barberos. "Más de 300 personas de toda España en estos tres años. De La Rioja, Navarra, Cataluña, Galicia, País Vasco... e incluso alguna de Andalucía", subraya.

Sus dos barberías -una en el Actur y otra en el centro- figuran año tras año entre las 10 mejores del país, según la revista especializada 'Soy Barbudo', una de las más influyentes. Y ahora tienen otro motivo de satisfacción: la academia está nominada a 'Mejor Escuela de Barbería'. El próximo 26 de noviembre se conocerá qué centro formativo de los cuatro seleccionados (los otros son: Blesson School, de Madrid; Antonio Eloy escuela profesional, de Málaga; y Hey Joe! Barber School, de Valencia) se alza con el galardón.

"Para mí, es todo un orgullo que te reconozcan un trabajo a nivel nacional. No me imaginaba esta proyección; es un sueño hecho realidad. Empecé de barbero en 2015 en un local pequeño en el Actur, pensando que la cosa no iba a ir a más, y se me fue de las manos. Mucha clientela (entre ella, jugadores del Real Zaragoza), lista de espera... Que viniera Loquillo nos dio mucha visibilidad (los locales guardan la esencia del rockabilly). Entonces la moda 'hipster' no estaba implantada en Zaragoza; el 'boom' de la nueva barbería la iniciamos nosotros", comenta Villarroya, que ante la buena evolución del negocio ha pasado a tener que gestionar los tres locales (más una marca propia de productos de barbería) y estar al frente de un equipo de 11 personas.

Jorge Villarroya, en el nuevo local (en la avenida de Madrid, 35) que abrirá sus puertas el diciembre.
Jorge Villarroya, en el nuevo local (en la avenida de Madrid, 35) que abrirá sus puertas el diciembre.
Guillermo Mestre

Cada día, por la escuela de la avenida de Madrid pasan 40 alumnos repartidos en turnos de mañana y tarde (con el nuevo local, serán 60). En estos momentos, todos los cursos son de 6 meses (también hay de cuatro y uno) y la mayoría de los futuros barberos son chicos (un 70%). No obstante, cada vez son más las féminas interesadas por este sector. "Muchas vienen de la peluquería femenina y otras comienzan de cero. Este oficio a las mujeres se les da muy bien; tienen una sensibilidad especial a la hora del tacto con las herramientas. Siempre que les hemos enseñado, lo aprenden muy rápido", explica.

El origen de la Escuela del Tío Jorge está en la necesidad de encontrar profesionales para incorporar a sus propias barberías. Según informa Villarroya, solo hay reglado los grados medios (FP) en Peluquería, enfocados principalmente a señora. "El que quiere dedicarse a caballero recurre a escuelas privadas de barbería y peluquería de señores. De ahí que montara la escuela y así nos facilitaba la incorporación laboral", dice.

Practicar con modelos reales

Pero, ¿cuál es el plus que ofrece para que tenga mucha demanda de alumnos y esté tan bien valorada? Principalmente, la posibilidad que tienen de aprender cada día con modelos reales y que el 95% del curso sea práctico. "Los chavales salen muy formados. El objetivo es que, cuando acaben, puedan trabajar en cualquier barbería del mundo. Además, los profesores están en continua formación y también traemos a formadores. Confiamos al 100% en nuestro método de formación", opina Jorge Villarroya.

El riojano Darío Miranda, de 20 años, es uno de los profesores del centro y antes fue alumno. "Acabé el grado medio en Peluquería en Tudela y un amigo que había estado aquí me lo recomendó. Aprendes mucho y hay muy buen ambiente", apunta este joven, al tiempo que señala que siempre ponen "muchas ganas". "Estoy muy contento; me voy a quedar para largo en el equipo de Jorge", afirma.

"Es muy importante tener una postura elegante a la  hora de cortar el pelo y la barba. Y también tener un buen trato con el cliente"

Eduardo Miñes, de 26 años, es el segundo docente de la escuela. Para él, lo más importante es que los alumnos aprendan a cortar bien el pelo y la barba, que tengan un buen trato con el cliente y que tengan "una postura elegante" a la hora de trabajar. "Me satisface mucho ser profesor; cuanto más puedo enseñar más me gusta", confiesa.

Mientras, el alumno Jaime Parra, de 21 años, lleva tres semanas en el centro y sostiene que está aprendiendo "un montón". "Tanto teórico como práctico. Mucha gente me había hablado muy bien de la escuela y en internet vi buenas reseñas. Así que dije: ¿Por qué no? Desde pequeño me gusta el mundo de la barbería. Deseo aprender todo tipo de cortes y mejorar y, el día de mañana, montar mi propia barbería", destaca. El tramo de edad de los alumnos suele estar en la franja de los 18 a los 25 años, aunque también han tenido aprendices de 14 y hasta de 55.

Informar de que el curso de seis meses de formación cuesta 3.350 euros; el de cuatro, 2.300; y el de un mes, 1.050. Y los precios de cortar el cabello y la barba es de 4 euros, respectivamente, cuando en una barbería oscilan entre los 15 y 20 euros. No obstante, al 60% de la clientela le sale gratis al tratarse de gente vulnerable. "Tenemos un convenio con Cruz Roja, Aldeas Infantiles, el comedor social y el albergue por el que todas las personas necesitadas vienen a cortarse el pelo o la barba de manera gratuita", resalta Jorge Villarroya.

El joven venezolano Jordan Valera, afincado en Zaragoza desde hace un año, es uno de los que acudía de forma gratuita cuando estaba bajo el paraguas de la Cruz Roja. Ahora ya con trabajo, y concedida la residencia, lo sigue haciendo porque le gusta cómo le cortan el pelo. "Los chavales quieren seguir aprendiendo. Profesores, alumnos y el ambiente son buenos", indica satisfecho.

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