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La Ofrenda de Flores no defrauda: “Ha sido el mejor día de mi vida”

Pedidas de mano, bebés recién nacidos, promesas, lágrimas y sobre todo muchas ilusiones, también compartidas, en esta nueva edición de la cita más esperada del año para los zaragozanos.

El día comenzaba nublado y algo más fresco de lo previsto. Sin embargo, ni eso podía con las ganas de los primeros oferentes de la jornada que discurrían a un ritmo vertiginoso por las calles del centro. Lo hacían felices, a pesar del sueño -no en vano eran las 6.30 de la mañana-, ataviados con trajes regionales y cargados con flores -la mayoría claveles blancos-; mientras se cruzaban con quienes regresaban a sus casas tras una noche que se les había ido de las manos.

Encabezando el primer grupo, Yasmina y Teresa, de Policía Local, eran las elegidas para depositar las primeras flores este año. “Abrir la ofrenda y tener la oportunidad de que estas flores sean las primeras en conformar este manto es un orgullo para nosotras”, advertían instantes después de hacer entrega de sendos ramos.

Su día acababa ahí, nada que ver con el de Carlos Guijarro, Carlos Beltrán, Eli Reboso, Andrea Pérez y Lucía Navascuéz, encargados de recoger estos primeros ramos, “En mi caso llevo seis años participando de esta manera y es muy especial porque la gente lo vive mucho y tú eres el intermediario entre sus emociones y la Virgen", explicaba Navascuéz. También se encontraba Fernando Almingol, jardinero del Ayuntamiento que lleva 18 años participando de esta jornada festiva: “Me gusta mucho, y es un día especial que desde aquí se vive de una manera privilegiada”.

Fernando Catarecha y Gema Herrera,  acompañados de Guerreo, un Teckel baturro
Fernando Catarecha y Gema Herrera, acompañados de Guerreo, un Teckel baturro
C.I.

Y es que si hay una palabra que se llena de significado en un día como este es la de emoción, en una mañana en la que se producían pedidas de mano o pasaban por el manto perros baturros, bebés de apenas días de vida y confluían promesas, lágrimas -de tristeza y alegría- e ilusiones compartidas. Una nueva edición de la Ofrenda de Flores que desde el principio confirmaba que este año no defraudaría.

Yanara Mancebón protagonizaba uno de los mejores momentos del día tras la pedida de mano de su novio, Abraham Morejudo, natural de Ciudad Real: “Llevaba meses preparando esto, quería que fuera especial y sabia que tenía que ser aquí, a los pies de la Virgen y rodeados de la gente de su pueblo, Clarés de Ribota”, afirmaba él instantes después de hincar la rodilla. “Ha sido el mejor día de mi vida. Un sueño cumplido”, aseguraba ella, temblorosa, con el anillo ya en su dedo.

Belén Lardiés y Manuel Luján.
Belén Lardiés y Manuel Luján, con Carmen, de 4 meses.
C.I.

También era un día muy especial para Javier Huerta, bombero zaragozano que portaba en brazos a su hijo, Nacho, de tan solo 25 días. Iba acompañado de su mujer, Vicky Gasca, y de su otra hija, Clara, de 2 años: “Venimos a pedirle que nos ayude en nuestra vida. Salimos desde que somos novios, y creo que lo vamos a convertir en tradición porque el esfuerzo ha merecido la pena”.

“Es nuestra ofrenda más especial”, aseguraban Belén Lardiés y Manuel Luján, zaragozana y jienense, que a primera hora de la mañana llegaban hasta la plaza junto a su hija, Carmen, de tan solo 4 meses: “El año pasado pedí a la Virgen quedarme embarazada sin saber que ya lo estaba. Tocaba venir a darle las gracias”.

También Álvaro (3) y Marco (1), vestidos de baturros, hacían acto de presencia junto a sus padres, la zaragozana María García y el turolense Eduardo Gascón (de Valderrobres) con el grupo del colegio Sansueña. En su caso, el motivo de llegar hasta aquí era doblemente ilusionante. “Tuve un accidente muy grave hace un tiempo y siento que estoy aquí gracias a ella. Es un orgullo poder cumplir esta promesa", confesaba él, notablemente emocionado.

Teresa Escabosa, de 90 años.
Teresa Escabosa, de 90 años.
C.I.

De los más benjamines de la jornada, a los más ajados que no por eso se han perdido la Ofrenda. Teresa Escabosa, ni corta ni perezosa, a sus 90 años decidía vestirte de baturra y pasar la Ofrenda por primera vez en su vida vestida. “Nunca es tarde para una persona llena de vitalidad como ella”; añadía su hijo, Alfredo Miana.

Mañicos de pura cepa

También se dejaban ver Luis Huerta (77) y María Begoña Bolea (75), que en su caso llevan asistiendo a esta cita más de 40 años. “Qué te vamos a decir, si somos aragoneses de pura cepa. De pedigrí. Y la Virgen para nosotros es lo más grande que hay”. Otra de las sorpresas de la jornada la protagonizaban Fernando Catarecha y Gema Herrera, que iban acompañados de Guerreo, un Teckel baturro -ataviado con un chaleco granate bordado para la ocasión-: “Lleva saliendo desde hace 7 años y siempre vestido. Es uno más de la familia".

Y, qué sería de esta jornada sin el tradicional almuerzo. La cantidad de ramos competía directamente con botas y porrones o zurrones cargados de producto de la tierra: longaniza, chorizo, queso, pan… como el que degustaban Javier Carnicer, su hija Helena, Eduardo Artal, Raquel Portera y Tristán Portera, de Zaragoza y Utebo, en uno de los soportes del puente de Piedra, otro de los lugares más concurridos durante la jornada para tomarse fotografías: “Nosotros venimos a esto por el almuerzo”; bromeaban.

Desde primeras horas Los más lamineros dibujaban largas colas en otro lugar de culto: la chocolatería La Fama, ubicada en la calle Prudencio. Un reclamo para locales y foranos, como demostraban el oscense Roque Agrada, y sus tres hijos, Isabel, Ramiro y Carmen; que recalaban en la mítica churrería nada más haber dejado sus ramos. “Hay que madrugar para que no toque hacer filas. Y esta noche iremos a Quevedo”, explicaba. Una jornada especial para muchos, y completamente única dependiendo de quién la vive y la cuenta, pero en la que las ilusiones compartidas marcan la diferencia año tras año.

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