Los 719 vehículos de la flota de Reby en Zaragoza acabarán en la chatarra

La empresa ha tenido la oportunidad de recuperarlos pagando las tasas, pero no ha contestado.

Un agente de la Policía Local de Zaragoza retira una de las motocicletas de Reby en el depósito, donde hay ya cerca de medio centenar
Un agente de la Policía Local de Zaragoza retira una de las motocicletas de Reby en el depósito.
Francisco Jiménez

Los 719 vehículos de la flota de Reby terminarán finalmente en la chatarra. La empresa tenía opción de recuperarlos pagando las correspondientes tasas de desplazamiento y estancia, pero ha hecho oídos sordos. Según fuentes de la Policía Local, en total se han retirado 381 ciclomotores, 336 bicicletas eléctricas y dos patinetes.

En los últimos meses, ningún miembro de la compañía se ha interesado por los aparatos pese a su alto valor económico. De hecho, la empresa despidió ya en verano a los trabajadores que mantenía en Zaragoza, al igual que hizo con los de Madrid y Barcelona, que llevaban meses inmersos en un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE).

"Como sucede con cualquier otro vehículo y, pasados los plazos correspondientes, se ha optado por contactar con una empresa especializada con la que se tiene convenio para proceder a su desguazado", explicaron desde el área de Movilidad y Medio Ambiente. 

El proceso, en el que se sigue trabajando, no será nada sencillo, ya que al ser vehículos eléctricos hay que hacer un tratamiento específico y separar los distintos tipos de material, siendo necesario, por ejemplo, desmontar las ruedas y quitar las baterías de las bicis y los ciclomotores.

En el caso de las motos son de litio, de ahí que haya que llevarlas a un gestor especializado. Las unidades estaban bloqueadas e inutilizadas, encontrándose la mayoría en un claro estado de abandono tras llevar semanas o incluso varios meses sin uso tiradas en las calles de Zaragoza.

Semanas de trabajo

Los agentes de la Policía Local empezaron a retirar las bicicletas y los patinetes de la calle en Semana Santa, una vez que el Ayuntamiento revocó la licencia a Reby y perdió el permiso para operar en la vía pública. La tarea llevó varias semanas y obligó a optimizar los esfuerzos, dado que se encontraban distribuidos por prácticamente todos los barrios de la ciudad. 

Hasta la marcha de Reby, ningún vehículo de movilidad compartida había acabado en el depósito a no ser que estuvieran mal aparcados o se hubieran visto implicados en un accidente. Pero la falta de respuesta de la compañía hizo que tuviera que aplicarse la ley de Tráfico, convirtiendo la campa exterior del depósito municipal en el particular cementerio de la movilidad compartida.

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