Refugiados en Calatayud: "No éramos unos mantenidos en Nicaragua ni queremos serlo tampoco ahora en España"

Manuel y su familia llegaron hace cinco meses a Calatayud huyendo del régimen de Daniel
Ortega. Son parte de las 20 personas atendidas por Accem en la localidad. 

Manuel, refugiado nicaragüense, muestra solo sus manos ya que prefiere mantener su anonimato.
Manuel, refugiado nicaragüense, muestra solo sus manos ya que prefiere mantener su anonimato.
Macipe

En 2018, Manuel –nombre ficticio para proteger su identidad–, su pareja y su hijo vivían con toda normalidad en Nicaragua: un chalé, coche, trabajos estables… Fue entonces, coincidiendo con la ola de protestas contra el régimen del dictador Daniel Ortega, cuando él, con apenas 30 años, se sumó a las denuncias públicas: "Salíamos a la calle con banderas y pancartas para reclamar justicia para los muertos y para levantar la voz contra el atropello de derechos".

Fue entonces cuando todo cambió. "Recibimos amenazas de muerte directas y cuando oyes pasar una bala a poca distancia…", dice Manuel sin poder acabar la frase. La situación fue empeorando de manera escalonada: los llamados CPC (Consejos del Poder Ciudadano), milicias armadas relacionadas con el gobierno, vigilaban quién acudía a votar; se ilegalizaron más de un centenar de oenegés y entidades en defensa de los derechos humanos, se perpetraron secuestros y detenciones de sacerdotes…

"Allí no hay muertos. La gente desaparece y no se vuelve a saber de ella. No se encuentran los cuerpos, ni pistas. Teniendo una criatura pequeña no ves que sea el sitio para vivir", relata Manuel. En ese contexto, ya en marzo del año pasado, decidieron salir del país: primero él y luego su pareja y el menor. "Dejé todo allí. Mi ordenador, memorias…", enumera. En su caso son solicitantes de asilo y ha sido la oenegé Accem, especializada en ayudar a personas migrantes y refugiadas, la que les ha ayudado.

Primero llegaron a Madrid, luego a Zaragoza y, cuando salió plaza para establecerse, en Calatayud. Manuel agradece el acompañamiento y asesoramiento de esta entidad para aclimatarse al país: "Es un cambio fuerte, total. El ser humano se va adaptando, pero ellos lo han hecho más fácil". En este sentido, recuerda que ha pasado por cursos para adaptarse mejor, incluso con los matices en el uso del idioma "para entender y expresar mejor lo que queremos decir".

"No éramos unos mantenidos en Nicaragua ni queremos serlo tampoco ahora en España. Nos gustaría aportar desde el primer minuto, pero es complicado. Tenemos que seguir unos trámites, convalidar nuestra formación tampoco es fácil…", puntualiza. En su caso, se encuentra trabajando como dependiente en un negocio del centro de Calatayud, pero no fue la única oferta: "Tenía opción de trabajar en dos fábricas de piezas para coches y en una de fruta, pero al no poder validar el permiso de conducir, no pude".

En un primer momento pasaron cerca de cuatro meses en el albergue municipal, después por un piso gestionado por la ONG Accem (la coordinadora de esta en Calatayud, Rosa García, dice que es uno de los procesos que más cuesta, incluso cuando son personas que ya cuentan con un salario) y ahora ya están instalados por su cuenta. Su esposa, con los permisos de trabajo ya en regla, tiene encima de la mesa tres ofertas de trabajo, y el pequeño está "con muchas ganas de empezar el cole".

20 personas atendidas

Desde Calatayud, Accem, a través de su programa Ariadna, presta apoyo a las personas solicitantes y beneficiarias de protección internacional. La organización atiende a 20 personas, de las cuales el 80% son latinoamericanas, un 15% ucranianas y un 5%, de nacionalidad marroquí. La mitad de ellas está haciendo formación ocupacional, un certificado de profesionalidad de Operaciones Básicas de Restaurante y Bar y la otra mitad está mejorando su castellano.

Según datos del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones solo siete de cada 100 personas refugiadas en España consiguen trabajo sin la ayuda de un programa de empleo. En Calatayud, la cifra es de un 15% de inserción laboral. Son todos hombres que han empezado a trabajar en construcción, industria alimentaria y servicios.

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