Diez años de una ilusión cumplida en Calatayud
La Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Caridad, la única nacida en el siglo XXI, cuenta hoy con casi 280 integrantes.
En 2013, hace ya diez años, una decena de personas de la comunidad educativa del colegio concertado de Santa Ana de Calatayud se embarcó en una ilusión. Fundaron la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Caridad que fue creciendo de forma paulatina hasta llegar a los 278 cofrades y que hoy recibe el sobrenombre de ‘Los estudiantes’, ya que agrupa a una parte de la comunidad educativa: alumnos, antiguos pupilos, profesores, personal laboral y sus familias.
«Veía que muchos colegios, en Zaragoza, en Huesca y en otras ciudades, contaban con una cofradía y que era una forma de reunir a todo el entorno del centro. También pensé que no había una asociación de antiguos alumnos, por lo que llegué a la conclusión de que hacía falta», argumenta su impulsor, Juan José Ceamanos, hoy hermano mayor de la entidad y docente del colegio. A esa chispa inicial, se unió el respaldo de un grupo «nuclear» de otros nueve integrantes.
Para Miguel Ángel Arnedo, también profesor y cuñado de Ceamanos, esa iniciativa fue calando. «El empuje inicial arrastró, porque ves que hay una motivación y una implicación que actúan como un imán muy potente, donde se proyecta la ilusión y que sirve para que te sumes», reconoce Arnedo, que también desempeña las funciones de capataz. Así, Ceamanos recuerda que «fui sondeando y vi que había gente que compartía la inquietud, que respondía y nos pusimos a trabajar con todo».
En cuanto al nombre, Ceamanos recuerda que se hizo como muestra del vínculo que les une con las Hermanas de la Caridad de Santa Ana, compañía gestora del colegio. Desde su punto de vista y desde la experiencia como impulsor, Ceamanos sostiene que fundar una cofradía en la actualidad, en el caso de Calatayud es la única nacida en el siglo XXI, es «ir en contra de los tiempos». «Ahora es más fácil crear un equipo de fútbol o de otros deportes», valora.
Una imagen y mil palabras
En 2015, la cofradía incorporó la imagen de un Nazareno y en 2025 pretenden conmemorarlo por todo lo alto. «Es una talla de un prestigio brutal, que ya no tienen ni precio en el mercado», reivindica Ceamanos. Se trata de una figura a tamaño natural (1,85 metros de altura), realizada por el imaginero de la Frontera Manuel Martín Nieto en madera de cedro real, pintada al óleo por veladuras. «Es de un estilo neobarroco, que condensa toda la tradición de la imaginería española», indica, recordando que se presentó en el Gran Poder de Sevilla antes de partir a Calatayud: «No querían que nos la llevásemos», confiesa. Su salida en solitario tiene lugar en la tarde del Domingo de Ramos, desde San Juan el Real hasta San Pedro de los Francos: «Es nuestra estación de penitencia. Además de la oración saludamos a la Esperanza de los Terceroles y hemos conseguido asentar el lanzamiento de pétalos», indica Ceamanos, que agradece la escolta de la Policía Nacional.
Para desplazarla, un equipo de 17 costaleros se turna en las 12 posiciones debajo de la peana. «Son cerca de 220 kilos», detalla Arnedo. Como coordinador, reconoce que «fue difícil empezar, pero la gente se ha ido sumando y hay mucha ilusión por portar la imagen». «Tenemos estudiantes, chicos y chicas, que quieren ser costaleros. Es una experiencia que une y todo el mundo quiere repetir», explica Arnedo.
Ceamanos incide en que además de su evidente significado religioso, la cofradía imprime otra serie de valores. «Dentro de nuestras posibilidades, también realizamos una labor social colaborando con Cruz Roja, con la Asociación Española contra el Cáncer y estamos abiertos a hacerlo con más entidades», apunta.
De la misma forma, incide en su labor cultural, ya que además de la sección de tambores y bombos, en su estación de penitencia cuentan con una banda de música, este año la Agrupación Musical Ciudad de Teruel. A eso añade, que su colaboración con la Junta Mayor de Semana Santa y las otras salidas, buscan también una «labor didáctica». «Nos exige la máxima seriedad y responsabilidad, para educar y educarnos», puntualiza.
