El fuego, como elemento natural e impredecible, no entiende de fronteras administrativas, como se ha podido ver esta semana en el originado entre las provincias de Teruel y Castellón. Hace casi 30 años, en 1992, el entonces Ministerio de Agricultura, tras los incendios de finales de los 80 y principios de los 90, decide crear las Brigadas de Refuerzo en Incendios Forestales (BRIF), unos equipos altamente especializados en situaciones complejas y que sirvieran como refuerzo a los operativos de las distintas comunidades.

En la actualidad, a lo largo de toda España, hay desplegadas un total de 10 bases, que están situadas en zonas "de alto riesgo de incendio y/o de elevada riqueza forestal". Una de ellas se encuentra a las afueras de la ciudad de Daroca, en el llamado pinar de San Cristóbal. Desde allí, en 2022, tuvieron que desplazarse a 49 incendios originados por todo el territorio nacional, con 480 horas de vuelo a sus espaldas para acudir a zonas como las de Ateca, el Moncayo o el de Bejís.

En los meses de verano, son un total de 70 personas, entre bomberos, personal de administración y de gestión. En invierno, la plantilla pasa a ser de 46, mientras el resto es recolocado en las bases con mayor riesgo. Entre sus labores habituales en estas fechas están los trabajos para intentar reducir riesgos -como el desbroce, retirada de materiales, quemas controladas- y también de concienciación, con charlas y talleres con escolares. Incluso en temporales como Filomena tuvieron que despejar de nieve algunas zonas de Madrid.

Sin embargo este año, antes de lo previsto, han tenido que desempolvar las herramientas de ataque directo a las llamas, por el incendio originado cerca de la localidad turolense de San Agustín, entre las provincias de Teruel y Castellón. Hasta allí acudieron, además de los destinados en la base darocense, con 21 efectivos, otros 14 más los técnicos del centro conquense de Prado de los Esquiladores y otro equipo desde Pinofranqueado (Cáceres).

Su trabajo lo hacen en estrecha colaboración con sus propios medios aéreos, coordinados dentro del operativo general y requiere de una minuciosa y continua formación. Así lo requieren tanto los denominados ataques directos o indirectos, como la limpia de material que pueda ser combustible o el fuego táctico. Para afrontar estos cometidos, los bomberos se someten a unas exigente pruebas físicas y médicas, que de no superarse implican el paso a la segunda actividad o quedarse fuera del cuerpo.

Entre las últimas reivindicaciones de este colectivo, está la ampliación del número de plazas en esa ‘reserva’, situación que debería solventarse con la aprobación del estatuto de bomberos forestales que comprometió el Gobierno de Pedro Sánchez.

Nueva base en Daroca

Hace dos semanas la delegada del Gobierno en Aragón, Rosa Serrano, alabó la "importancia" de la unidad de Daroca y reconoció que para corresponder con ese papel se está afrontando la creación de unos centros a la altura. En el caso de la base zaragozana, esto implica que contará con unas nuevas instalaciones, para reemplazar a las actuales obsoletas desde hace varios años.

Dentro de una parcela de propiedad municipal de 10.000 metros cuadrados, unos 2.000 serán para el edificio principal, que contará con sala de estar, espacio de formación, comedor, cocina, gimnasio equipado, 10 habitaciones y zona de oficinas, para capataces, técnicos, emisora y pilotos. A eso se añadirá un comedor exterior y una nave para guardar las herramientas, que actualmente se tienen en barracones.

Además, Serrano adelantó en su visita que la Delegación del Gobierno en Aragón concederá este año a la BRIF de Daroca la Medalla al Mérito a la Protección Civil.

En total, el Ministerio para la Transición Ecológica ha destinado 4,1 millones de euros para las obras, que está previsto que empiecen de aquí a junio.