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El fuego se apaga en Olba y San Agustín, pero la preocupación vecinal persiste ante el riesgo elevado
La población reclama reforzar la seguridad de los núcleos habitados dispersos por el bosque ante un verano peligroso por la fuerte sequía.
"La gente tiene miedo porque hay mucho peligro de incendios y, visto lo ocurrido, teme que el fuego se pueda repetir y esta vez nos afecte directamente". El alcalde de Olba, Federico Martín, reconoce el alto riesgo de que se repita un incendio como el registrado durante la última semana en el límite entre las provincias de Teruel y Castellón. El siniestro se saldó con 4.700 hectáreas de monte calcinadas, 840 de ellas en las localidades turolenses de San Agustín y Olba. Además, obligó a desalojar a 1.600 personas, 250 de ellas de las dos poblaciones aragonesas.
Los vecinos de Olba, tras regresar a sus casas después de pasar cuatro días evacuados por la cercanía del incendio, han constatado que la amenaza del fuego sigue muy vigente debido a la sequía y a las temperaturas anormalmente altas para estas alturas del año. De las 840 hectáreas afectadas en la provincia de Teruel, 137 corresponden a Olba mientras que las restantes 703 son de la vecina San Agustín, que se ha llevado la pero parte en el frente aragonés de las llamas.
La sensación de peligro se ha disparado en Olba, una localidad de población dispersa –tiene 12 núcleos habitados– enclavada en el frondoso Valle del río Mijares. La densa vegetación y su proximidad a las pedanías incrementa el riesgo de que el fuego alcance las casas. Además, sus accesos a través de una carretera estrecha y tortuosa, complicarían una evacuación en caso de ser necesaria.
Ante la constatación del grave peligro tras el siniestro desatado en Villanueva de Viver (Castellón), medio centenar de vecinos decidieron hacer un llamamiento a todas las administraciones a través de un comunicado para reclamar medidas urgentes que alivien el peligro. Una de las firmantes, Jezabel López, afirma que es "fundamental" abrir "perímetros de seguridad" –zonas libres de pinos– en un radio de entre 50 y 100 metros alrededor de todos los barrios para evitar que el fuego les alcance. López advierte de que el vecindario "no se van a quedar con los brazos cruzados" esperando que el riesgo de incendios se concrete y se van a movilizar para "buscar soluciones" que ayuden a prevenir el fuego y que faciliten una rápida respuesta una vez declarado.
El Ayuntamiento comparte la inquietud vecinal y el alcalde, Federico Martín, adelanta que pedirá una reunión con el consejero de Agricultura y Medio Ambiente, Joaquín Olona, para prevenir los incendios forestales y minimizar sus efectos. Martín reclama la reparación de la única carretera de acceso, la TE-V-2001, que «está llena de baches y necesita un reasfaltado».
Dentro de las medidas preventivas, el Ayuntamiento ha puesto en marcha una experiencia piloto de eliminación de maleza en torno al barrio de Los Pertegaces mediante el pastoreo de caballos. La prueba "ha funcionado", según Martín, que se plantea extender esta práctica a otras pedanías, como Los Tarragones y Los Giles.
Otro de los promotores del comunicado vecinal, Raúl Hoyo, recalca la preocupación que genera la presencia en el bosque de numerosos pinos secos derribados por los temporales de nieve acumulados desde 2017, además de acopios "kilométricos" de ramas procedentes de tratamientos selvícolas "que serán imposibles de apagar si llegan a encenderse". Considera necesario también mejorar el estado de las pistas forestales para acceder al lugar del fuego en caso de declararse.
El incendio de la última semana se quedó a las puertas de Olba gracias a la labor de contención de los servicios de extinción en la montaña del Morrón y en el Barranco del Lobo. También fue decisivo el cambio de dirección del viento, que empujó las llamas hacía la provincia de Castellón. Los vecinos, con una sensación "agridulce" al comprobar que la misma circunstancia que alivió los daños en Teruel los agravó en Castellón, advierten de que hay que actuar de inmediato porque un nuevo fuego puede surgir en cualquier momento. "Y puede que el viento –alertan– esta vez no sople a nuestro favor".
En San Agustín, las huellas del fuego son muy visibles. Entre otras afecciones, destruyó cuatro de las seis casas del barrio de La García, tres de ellas residencias habituales. La solidaridad vecinal no se ha hecho esperar y una campaña de recaudación por donativos a través de internet ha reunido más de 15.000 euros para los gastos urgentes de los afectados. Además, las llamas abrasaron 16 reses de una ganadería de vacuno extensiva y el Mas de Caballero se quedó sin agua potable porque el incendio destruyó la conducción. El frente del fuego se plantó en pocas horas a las puertas de las pedanías del Mas de Pastores, Mas de Caballero, La García y Los Peiros y obligó a evacuarlas.
El alcalde de San Agustín, Daniel Riera, espera que el Gobierno central cumpla su compromiso de reparar los daños causados por el fuego y en particular que "ayude a los damnificados que se han quedado sin casa". Alude al anuncio del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su visita al puesto de mando del operativo contraincendios en Barracas (Castellón) del pasado día 27 de que el Ejecutivo central restañará las heridas que deja al primer gran incendio de la temporada en España, una precocidad que achacó directamente al cambio climático.
El Ayuntamiento emitió un comunicado de agradecimiento a los equipos de extinción de incendios –hasta 180 operarios actuaron en el frente aragonés– y a las instituciones que colaboraron en la acogida de los evacuados. La nota adelanta que el Consistorio "peleará" por recuperar "todo lo que el incendio ha destruido".
"Vivimos con miedo. Si el fuego llega a Olba será dramático"
Jezabel López, vecina del barrio de La Artiga de Olba, afirma que si el fuego se desencadena cerca del pueblo "será un auténtico drama, porque hay mucha sequía y hace mucho calor. Con la climatología que tenemos, es fácil que vuelva a ocurrir un incendio como el que acabamos de sufrir. Vivimos con miedo".
Tanto Jezabel López como Raúl Hoyo, vecino del barrio de Los Villanuevas, reclaman planes de emergencia para afrontar un incendio, despejar de vegetación el entorno de los núcleos habitados y dotarlos de unos mínimos medios de lucha contra el fuego.
Hoyo considera que los planes de emergencias están desfasados y deberían contemplar la evacuación de los animales domésticos, una cuestión vital para muchos vecinos. Admite, no obstante, que la operación de evacuación y realojamiento de los vecinos se realizó con eficacia el pasado día 23. Señala que el alcalde de Olba “se entregó” para hacer llegar la información a todos los vecinos y estar pendiente de su situación durante el desalojo.
Ante la constatación del peligro, los vecinos de dos barrios, Los Ramones y Los Villanuevas, han optado por comprar sus propios medios de lucha contraincendios. López y Hoyo consideran que todos los núcleos deberían tener un equipamiento mínimo al respecto para atacar los conatos antes de que se descontrolen.
Los tres vecinos del barrio de Los Peiros, de San Agustín, con edades comprendidas entre los 74 y 80 años, son pesimistas respecto al peligro de incendios en el verano que se avecina. Todos fueron desalojados el pasado día 23 a raíz del incendio desatado en Villanueva de Viver (Castellón), que empujó el fuego hasta 300 metros de las casas de la pedanía.
Eliazar Peiro, uno de los residentes, señala que con el cambio climático y su secuela de sequía y altas temperaturas “lo que no se ha quemado ahora se pude quemar más adelante si llegan tormentas con rayos”.
La principal preocupación de Peiro durante el desalojo fue atender el rebaño de 200 ovejas que dejó atrás al marcharse a instancias de la Guardia Civil. Al partir, tuvo que liberar a las reses para que, en caso de que el fuego alcanzara el corral no las matara a todas. Cuando pudo regresar, estaban “a una hora de camino” del pueblo y las tuvo que reconducir hasta el aprisco. Luego, durante la evacuación, volvió cada día durante dos horas acompañado por la Policía Nacional adscrita al Gobierno de Aragón para alimentar el rebaño.
Otra vecina de Los Peiros, Trini Esteban, teme que pueda haber más incendios a medida que se acerca el verano, pero confía en que no alcancen las casas porque el barrio está rodeado de tierras cultivadas sin apenas vegetación que pueden hacer de cortafuegos. Esteban recuerda perfectamente el día de la evacuación. “Íbamos a comer a las dos de la tarde pero ya no nos dejaron ni tomar el almuerzo, ni siquiera cambiarnos de ropa para salir corriendo hacía San Agustín”, explica.
Desde su casa, Trini vio, en torno a las 12.00, como “empezaba el fuego y la nube de humo que se formaba a continuación. Salía de casa a cada momento para ver cómo crecía el incendio” que, finalmente, se detuvo a pocos cientos de metros de su hogar.
La pedanía es una de las muchas que salpican el término municipal de San Agustín. Con la despoblación algunas se han vaciado pero otras, como Los Peiros, siguen habitadas, aunque bajo mínimos. Eliazar Peiro todavía recuerda cuando en este barrio vivían cuarenta vecinos y tenía una escuela a la que acudían 30 años, la mayoría de aldeas cercanas, como La García, que acaba de ser destruida por llamas.
