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La Audiencia exculpa al repartidor que atropelló y mató a un peatón en Ejea y siguió la ruta

El conductor no se detuvo tras el golpe y cuando llegó a Zaragoza dijo que creía que había atropellado a un ciervo.

La Guardia Civil localizó la furgoneta causante del atropello mortal en un taller.
La Guardia Civil localizó la furgoneta causante del atropello mortal en un taller.
Guardia Civil

La Audiencia Provincial de Zaragoza ha confirmado la sentencia que absolvió a Jesús María R. C., repartidor de profesión, que en 2019 atropelló a Daniel O. N., de 23 años, cuando caminaba por la carretera A-125, muy cerca del casco urbano de Ejea de los Caballeros

Los magistrados eximen de responsabilidad al conductor porque entienden que no pudo hacer ninguna maniobra evasiva para esquivarlo. La sentencia, como ya hizo en su día el Juzgado de lo Penal número 7, se apoya en los informes periciales, tanto del Centro Zaragoza como de la Guardia Civil.

Los magistrados concluyen que en el juicio quedó acreditado que el joven transitaba de noche por la calzada, en el mismo sentido de la marcha, vestido con ropa oscura y sin hacer uso de ningún elemento luminoso o reflectante. El accidente se produjo en un tramo sin luz y el peatón solo era visible a una distancia de entre 20 y 30 metros, insuficiente para que el conductor se apercibiera de su presencia y tuviera tiempo de frenar o evitarlo, según los técnicos.

Daniel O. N. era natural de Ghana y ese día había madrugado para ir a buscar trabajo al matadero del polígono de Valdeferrín. Eran las 6.40 y aún no había amanecido.

La sentencia recoge que el conductor, José María R. C., circulaba en una furgoneta con las luces de cruce encendidas, detrás de otros dos vehículos que le ocultaban la visión, y en el punto kilométrico 36,950, en una zona de penumbra, atropelló al peatón que caminaba por el margen derecho de la carretera invadiendo ligeramente el carril,

El vehículo golpeó al joven con la parte frontal derecha y su cuerpo salió despedido varios metros hasta quedar tendido en la cuneta, cerca de la señal que indica el desvío hacia la Cooperativa Virgen de la Oliva, contra la que impactó. Su muerte fue instantánea, según los médicos forenses.

El vehículo tuvo importantes daños, pero el conductor continuó la ruta sin parar en el lugar del accidente y sin dar cuenta del siniestro en ese momento ni a la Guardia Civil ni a sus jefes. No fue hasta las 8.15 cuando otro conductor, al ver la señal de tráfico rota, paró y descubrió el cadáver.

El repartidor terminó su tarea y llegó a las instalaciones de su empresa, en Zaragoza, sobre las 9.45. Tras entrar en el almacén y dejar las llaves y la hoja de ruta en el lugar habitual, le dijo a su compañero de trabajo que había tenido un accidente con un ciervo en la carretera entre Sierra de Luna y Luna. Acto seguido, su compañero tomó fotos de los daños e informó al administrativo para que diera parte a la aseguradora.

El representante legal de la empresa, cuando fue informado del siniestro, preguntó a Jesús María R. C. sobre lo ocurrido y este le contó que había atropellado a un animal, y que no había parado por la estrechez de la carretera y porque no disponía de linterna. Le recriminó que no hubiera llamado a la Guardia Civil y él se justificó alegando que no tenía batería. Tras pedirle que se pusiera en contacto con el cuartel de Ejea o Luna, la empresa llevó la furgoneta Iveco a un taller para repararla.

Dos días después, agentes del Grupo de Investigación y Análisis de Tráfico detenían al conductor y el juez lo enviaba a prisión preventiva, donde estuvo una semana, por homicidio imprudente y omisión de socorro.

Su abogada, Ana Alcay, mantuvo durante toda la causa que su cliente no tenía la culpa del atropello porque no se pudo percatar de la presencia del peatón. Tampoco quedó acreditado que no prestara la debida atención a la conducción o que circulara a más velocidad de la permitida (70 km/h) o cometiera alguna infracción. 

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