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"Mis padres no me querían", declara el hombre que asestó 56 navajazos a su progenitor y 7 a su madre

El acusado de asesinar a su padre e intentar hacer lo propio con su madre se enfrenta a una pena de entre 39 años de cárcel y prisión permanente revisable. La defensa pide su absolución por trastorno mental.  

El acusado, durante la primera sesión del juicio en la Audiencia de Zaragoza.
El acusado, durante la primera sesión del juicio en la Audiencia de Zaragoza.
Francisco Jiménez

Héctor López Cebollada está convencido de que sus padres no lo querían y que nunca quisieron ayudarlo a dejar la bebida, su principal problema. Tampoco los médicos, de los que no se fía porque, en su opinión, desde que le operaron la nariz ha sido motivo de 'sorna'. Con su hermana no tiene trato ya que, según ha contado, en su casa reinaba un sistema "patriarcal' en el que existía "rencor al género masculino" y a mientras a ella la "trataban como una princesita", a él su madre le pegaba. "Mi padre no, él no me puso la mano encima", ha dicho. 

La supuesta inquina que atribuye a sus progenitores incluye que, en su opinión, le boicotearan sus intentos de trabajar (con 42 años no lo ha hecho prácticamente en su vida) porque lo querían tener "controlado". Aunque, por otra parte, admitió que siempre lo han mantenido, cuidado y dado dinero.

Pero el acusado los culpa de sus males en general y de su alcoholismo, en particular. "Me compraban las botellas y se iban a la playa", señaló a modo de reproche hacia sus padres y hermana, el mismo tono que mantuvo durante toda la declaración. "¿Y usted qué hacía si no se las compraban? ¿Se enfadaba, no?", le preguntó el abogado de la acusación particular, y él reconoció que así era. 

El asesinato se produjo el 28 de junio de 2021 en el domicilio familiar de la calle del Reino, en el barrio de La Almozara de Zaragoza. Héctor López acabó con la vida de su padre, José Javier López, de 71 años, de 56 navajazos, y asestó 7 a su madre, que logró escapar y pedir ayuda a los vecinos. Durante la vista oral, manifestó que recuerda lo que pasó antes y después del crimen, pero no lo que ocurrió en el momento en que decidió ponerse encima del progenitor cuando estaban en el sofá viendo un partido de fútbol de la Eurocopa entre Francia y Suiza y empezó a asestarle golpes con una pequeña navaja de 7,5 centímetros de hoja.

Un supuesto "infarto leve"

Hacía tres días que había dejado de beber porque se había "asustado" después de autodiagnosticarse "un infarto leve". "Tuve presión en el pecho y dolor en un brazo. Pero fui al hospital y no me hicieron caso", declaró. Ese 28 de junio se sintió mal. "Tenía calambres, espasmos musculares y me encontraba muy mal. Me desmayaba", explicó al jurado, para justificar por qué llamó a sus padres, que estaban en su apartamento de la playa en Castellón, para pedirles que regresaran a Zaragoza. El matrimonio volvió para ayudarle, pero unas horas después había acabado con la vida de su padre y herido a su madre.

Contó que la pareja llegó sobre las 22.00 y su madre cenó y se acostó, mientras su padre se quedó con él en el sofá viendo el partido. "Empezó con lo de siempre, lo del beber y ya no recuerdo nada más", dijo. Pero, quizás como una forma de ayudar a su memoria, registró en una grabadora lo que ocurrió. Así la Policía supo que la agresión comenzó en el momento exacto en que tiraban el primer penalti de la tanda que se lanzó en el partido. El hombre recibió todas las heridas en vida, pues aún respiraba cuando llegaron los servicios sanitarios.

Mientras la mujer, de 67 años, se despertó por los gritos y cuando fue al salón y vio lo que estaba ocurriendo trató de ayudar a su marido, pero su hijo se lanzó a por ella y la hirió en siete ocasiones. Salvó la vida porque el agresor se resbaló en un charco de sangre y ella aprovechó para salir del piso y pedir ayuda a los vecinos y a la Policía. Luego, el encausado se duchó y cambió de ropa. Cuando los agentes llegaron, tuvieron que forzar la puerta porque no les abrió. Al entrar les dijo: "Ellos me han arruinado la vida, ahora se la he arruinado yo". No obstante, ayer dijo que no recordaba haber dicho esto.

Para la Fiscalía, fue un acto "premeditado" y "planeado". Por eso, solicita para el homicida 39 años de prisión, mientras que las acusaciones particulares, ejercidas por José María Lumbreras y Luis Márquez, en nombre de la madre y la hermana, piden prisión permanente revisable. La defensa, a cargo de Alba Vicente, solicita su absolución e internamiento en un centro psiquiátrico.

Según los forenses, el presunto asesino padece un trastorno de personalidad paranoide crónico, y piensa que todo el mundo está en su contra, empezando por sus padres y terminando por todo el mundo que lo rodea. No obstante, según los médicos, sabía lo que hacía y no tenía alteradas sus facultades mentales cuando decidió acabar con sus vidas.

La letrada considera que su cliente no actuó conforme a un plan premeditado, sino que fue fruto de un arrebato. Atribuye lo que hizo al trastorno paranoide, alteración que se vio incrementada por el síndrome de abstinencia. Esta situación anuló, a su juicio, sus facultades intelectuales y volitivas. En estos momentos ya ha dejado de beber y en prisión toma una pastilla antidepresiva y otra contra la paranoia.

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