Salva la vida a un joven en Zaragoza que dejó de respirar: "Cuando vimos que abría los ojos fue maravilloso"

Un trabajador del centro de servicios sociales de San José auxilia a un usuario que perdió el conocimiento cuando estaba en la sala de espera

Iván Otero, en las instalaciones de La Harinera, en San José.
Iván Otero, en las instalaciones de La Harinera, en San José.
Toni Galán

Por más que se conozca la teoría, actuar en las situaciones de riesgo, para quien no está especializado en ello, es sumamente complicado. Más, cuando lo que está en juego es la vida de una persona. Y cuando unos segundos son suficientes para marcar la diferencia. Por fortuna, la balanza se inclinó hacia el lado correcto en el centro municipal de servicios sociales de San José, ubicado en La Harinera, donde los trabajadores se tuvieron que enfrentar a una de esas situaciones que es preferible no tener que vivir.

Es una de esas historias que se cuentan empezando por el final, porque lo verdaderamente importante es que todo acabó saliendo bien. Iván Otero lo sabe, por eso se quita importancia cuando le dan la enhorabuena por haber ayudado a salvar la vida de un joven que dejó de respirar de forma repentina en el centro. Y no entiende que incluso el alcalde, Jorge Azcón, le haya citado en su despacho para darle las gracias.

Fue un lunes cuando ocurrió. Estaba atendiendo a un joven de unos 25 años –que ha preferido no dar su nombre– que poco después se desplomó en la sala de espera. "Entró un chico a solicitar ayuda y cuando le pedí la documentación para identificarlo y ver quién era su trabajadora social ya se notaba que hablaba un poco ralentizado, de una forma más pesada", rememora Otero. Fue cuando este ya estaba fuera de su despacho cuando escuchó un golpe seco y se dio cuenta de que el usuario se había caído al suelo.

"Al principio parecía una pérdida de consciencia normal, respiraba, miramos que no tuviera nada en la boca y esperamos al 112", explica. No obstante, poco a poco la situación se fue complicando y el joven empezó a sufrir convulsiones. "Ahí ya te asustas un poco más porque no es un simple desvanecimiento", apunta. Todos los trabajadores se movilizaron para atender a la víctima y pedir auxilio pero, asegura, los teléfonos de Bomberos y de las ambulancias locales estaban saturados. Y poco después dejó de respirar. "Al final sabes lo que tienes que hacer, porque hemos hecho algún curso, y no nos quedó otra. Me puse a reanimarle, una de las compañeras, Marta, me ayudó a sujetarle en una posición cómoda y le hicimos la maniobra de RCP".

Aunque en estos momentos los segundos se vuelven eternos, el joven tardó poco en volver a respirar. "A la tercera vez que presionamos y le dimos aire abrió los ojos. Fue una sensación maravillosa", recuerda. Su actuación fue clave, tal y como dijeron después los técnicos de la ambulancia, para que el chico saliera con vida. "Volvió y se mostró muy agradecido con la ayuda que le habíamos dado –dice Otero–. Estaba contento, como para no estarlo".

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