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Juicio contra el médico de Zaragoza que 'curaba' con abrazos: "Me magreó y mi dignidad no vale 1.000 euros"

Las dos pacientes que no aceptaron el dinero del acusado para pactar declaran en la última sesión del juicio, en la que la Fiscalía ha rebajado su petición de cárcel y ha anunciado que no se opondrá a la suspensión de la pena.

El acusado, este martes, en la Ciudad de la Justicia de Zaragoza, antes de comparecer ante la juez.
El acusado, este martes, en la Ciudad de la Justicia de Zaragoza, antes de comparecer ante la juez.
Oliver Duch

“Mi abogado me dijo que la defensa quería llegar a un acuerdo, pero mi dignidad y la de todas las mujeres que hemos pasado por esto no vale ni 1.000 ni 2.000 euros”. Así de contundente se ha mostrado este martes una de las 32 mujeres que fueron víctimas de abusos sexuales por parte del médico Pedro Florentino G. H. en el centro de salud Parque Goya 2 de Zaragoza. El propio galeno reconoció todos los hechos que se le imputan el pasado 20 de diciembre. Confesó para arreglar un pacto con las denunciantes que le evite acabar en prisión, objetivo que también le ha obligado a indemnizar por adelantado y de forma extrajudicial a la mayoría de las pacientes Sin embargo, dos de ellas se negaron a aceptar su dinero e intentan que el investigado ingrese en el centro penitenciario de Zuera.

“Yo acudí a consulta porque tenía un problema en la espalda. Él me pasó a la camilla y me estuvo auscultando. Cuando acabó, me preguntó si alguna vez me había hecho algún reconocimiento de mamas. Le dije que no y él se ofreció a hacerme un examen. Me dijo que había sido ginecólogo. Era mi médico y yo me fie”, ha explicado una de las dos denunciantes que se han negado a pactar. Sin embargo, la mujer se dio cuenta enseguida de que algo iba mal. “Me auscultó desde detrás, me hablaba en un tono demasiado afectivo. Me tocó con las dos manos y con las palmas. No buscaba ningún bulto ni lesión, me estaba magreando, sobándome sin ningún fin médico”, ha manifestado la paciente. “Aquello me hizo sentir bastante mal -ha añadido-. Hasta el punto de que lo primero que hice al salir fue llamar al padre de mi hija y a una amiga para contarles lo que había pasado”.

Aquella consulta a la que asistió esta mujer y una segunda visita que se produjo a domicilio se produjeron a finales de 2020. “A mi casa vino acompañado por un enfermero”, ha declarado la testigo refiriéndose al encausado, ya jubilado “Pero él volvió a mostrarse demasiado cariñoso. Y llegó a decirme que mis problemas se solucionaban saliendo a tomar unas cervezas”, ha recordado. La denunciante tuvo tiempo después un intento autolítico. “No fue al 100% por este señor, pero influyó bastante”, ha dicho.

La segunda víctima que ha comparecido ante el titular del Juzgado de lo Penal número 2 ha reconocido también que se negó a aceptar la indemnización “para dar voz a las mujeres” que han sufrido los abusos del médico. Ella se enfrentaba a un proceso de divorcio y acudió a consulta para que la remitieran a un psicólogo. “Al verme sensible, él me dijo que lo que necesitaba era un abrazo. Después me preguntó que cómo podía pedirme mi marido el divorcio, con lo guapa que era y las tetas tan bonitas que tenía que tener”, ha señalado.

Según la denunciante, aquel comportamiento del acusado la dejó “descolocada, bloqueada, sin saber qué hacer”. Tanto, que cuando el médico le propuso después salir a fumar un cigarro, pensando que sería su “escapatoria”, ella aceptó. Lo que no imaginaba es que la iba a acompañar hasta el ascensor, para bajarla después al garaje del centro de salud. “Tu marido te pone, pero no te pone. Yo estoy aquí para lo que necesites ¿Me entiendes, verdad?”, ha contado la paciente que le dijo el acusado cuando se quedaron solos. “En cuanto subimos, expliqué a varios trabajadores del centro de salud lo que me había ocurrido, pero nadie me hizo caso”, ha asegurado.

250 días de servicios a la comunidad

El juez eximió a las otras 30 denunciantes que pactaron con la defensa, a cargo de la letrada Claudia Melguizo, de la obligación de declarar en la vista. Por ello, tras la declaración de las dos únicas mujeres que no quisieron negociar un acuerdo, la Fiscalía y el resto de partes han presentado sus conclusiones definitivas. La acusación pública proponía inicialmente penas que sumaban 60 años de prisión, pero la confesión del acusado y la reparación del daño le ha llevado a modificar su propuesta. Y aunque ahora solicita un año de cárcel por cada uno de los 26 abusos consumados y medio año por cada una de las seis tentativas, ha anunciado que no se opondrá a la suspensión de la pena. Algo que la defensa ya ha anunciado que propondrá.

La teoría dice que para que Florentino G. pueda ser beneficiario de la suspensión de la condena, ninguno de los 32 delitos debería ser castigado con más de 2 años de cárcel. Pero las dos acusaciones que no han querido pactar, a cargo de Alberto Peiró y Miguel Guillén,  pedían sendas condenas de 3 años de prisión que han mantenido.

El Ministerio Público y el resto de acusaciones han puesto como condición para no oponerse a la suspensión del cumplimiento de la pena que el encausado se someta a un curso de reeducación sexual y que cumpla 250 días de servicios a la comunidad.

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