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"Eduqué a mi hijo para que defendiera a las personas y así murió"

La madre de Cristian F. S., fallecido a causa de un puñetazo en la puerta de un bar, afirma que es imposible compensar la muerte de un hijo 

La madre de Cristian F. escucha a su abogado, José Luis Melguizo, a la izquierda, y al letrado del acusado, Francisco García Berenguer.
La madre de Cristian F. junto a su abogado, José Luis Melguizo, a la izquierda, y el letrado del acusado, Francisco García Berenguer.
Toni Galán

Cuando una madre ha perdido a un hijo de una forma violenta y absurda, ninguna pena de cárcel le parece suficiente castigo para el autor de tal muerte. Trinidad S. L., madre de Cristian F. S., escuchaba este lunes atentamente a su abogado, quien se afanaba en explicarle los entresijos del Código Penal y la posibilidad que permite de alcanzar acuerdos para lograr aproximarse a las expectativas de ambas partes.

Su letrado, José Luis Melguizo le indicaba que el homicidio imprudente es un delito que está levemente penado. El texto legal establece penas de uno a cuatro años de cárcel para la persona que mata a otra sin haber tenido intención de hacerlo. Para quien sufre el resultado de este delito, la sanción es pequeña y si el acusado no tiene antecedentes es muy raro que vaya a la cárcel. 

En esos casos, los abogados suelen priorizar el cobro de una indemnización para que, por lo menos, se compense de alguna manera el daño sufrido. Sobre todo, cuando la posibilidad de entrar en prisión es baja y el acusado se ha declarado insolvente, como en este caso. Pero para Trinidad, como para todas las madres, nada en el mundo puede compensar semejante pérdida.

"Yo estoy rota desde que murió mi hijo", decía ayer en los pasillos del juzgado sin poder contener las lágrimas. Cristian F. S. entró en coma el mismo día que recibió el fortísimo puñetazo que le causó tres fracturas craneales y murió 43 días después. "Lo que más me duele –aseguraba–, es el sufrimiento continuo que padeció durante todo el tiempo que estuvo en el hospital. Sufrió él y sufrimos todos. Y yo sigo haciéndolo todos los días, pues había perdido ya a un hijo y a mi marido. Me he quedado solica".

Trinidad quiso dejar claro que, el día del incidente, a Cristian no lo expulsaron del bar. "Salió a sacar a su amigo, a ayudarle. No lo echaron. Eduqué a mi hijo para que defendiera a la gente y así murió", manifestó.

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