sequía

La apertura de La Parada de Used cumple 100 años con poca agua por la sequía

La escasez de lluvias se dejó notar, pero hubo más público que otros años

Los vecinos, este lunes subidos a la grúa en el momento de abrir las compuertas.
Los vecinos, este lunes subidos a la grúa en el momento de abrir las compuertas.
Macipe

Más de 50 personas presenciaron este lunes la apertura de las compuertas de La Parada en Used, el estanque que controla el paso de agua hacia la laguna de la Zaida y el vaso de Gallocanta. Se trata de un acto tradicional que tiene lugar cada 15 de agosto bien para bajar o para subir las pesadas tajaderas con el objetivo, en el caso de este año, de que se inunde la finca de cultivo y de propiedad comunal después de haber sido labrada este curso pasado.

Pasadas las 9.10, Jesús Causapé, Ángel Vicente, Miguel Obón y Tomás Martínez, armados con los husillos, se encaramaban a la pala que los aupó para realizar la tarea. Fueron algo más de 20 minutos, con varios descansos, para dejar las planchas niveladas.

A diferencia de otros años, el paso del agua no inundó instantáneamente el camino, por lo que tendrán que pasar días hasta que el agua entre en el humedal. "Es duro al final. Al principio sube bien, pero al rato… Si no están igualadas las dos hojas es cuando se complica", reconocía Ángel Vicente, que no solo debutaba en estas lides sino que era la primera vez que acudía a la apertura de compuertas.

Junto a él, Miguel Obón, de 71 años, que sí había asistido al acto, pero nunca para 'protagonizarlo', "pensaba que iba a ser más duro". "Pero lo he llevado bien", reconocía a la vez que jugaba con dos nietos en el pequeño charco que se iba haciendo paulatinamente. Este sistema de compuertas se utiliza desde hace 'solo' cien años, ya que antes el operativo era diferente. "Las primeras compuertas metálicas se instalaron en 1922 y se encargaron a la empresa Sucesores de Rizo, con un plazo de 146 pesetas de entonces y hubo que subir la cuota para poder pagarla", indicaba Tomás Martínez, presidente de la junta de Zaida desde hace un año.

Antes de esa fecha, el agua se retenía "a cal y canto". "Cuando se quería guardar el agua se levantaba un muro de cal, arena y agua", recuerda el actual responsable. Las planchas y las llaves –dos husillos de unos siete kilos cada uno– actuales, detallaba Martínez, "son de hace 22 años". "Las compuertas fueron el último trabajo de Vicente López en su taller, que ahora lleva su hijo. Este año queremos repararlas: pintar y tratar el oxido", decía.

Los antecedentes

Por su parte, Martínez recordaba que hay constancia desde 1483, "cuando hubo una especie de conflicto entre un infanzón de Daroca y un vecino de Cubel porque este último no hizo la acequia y se inundó la Zaida".

Esta finca, con unas 94 hectáreas, está dividida en lotes de 1,14 hectáreas que se otorgan a los matrimonios más veteranos del municipio que residan más de medio año allí y cuya tenencia es vitalicia, hasta que fallecen los dos cónyuges. "Servía para que la gente tuviera un sustento y también para evitar que los cultivos cercanos a la laguna se inundaran", puntualizaba.

"Ofrecemos un desayuno con moscatel, dobladillos, magdalenas del pueblo... Y con pastas, zumos y batidos para incentivar que acudan los vecinos. Este año hasta han hecho falta voluntarios porque no estaban todos los miembros de la junta para subir las compuertas", apuntaba el alcalde, Fernando Sánchez.

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