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Acusan a un voluntario de Down Madrid de agredir sexualmente a un discapacitado en Zaragoza

l La presunta violación ocurrió en un hotel donde se alojó un grupo que visitaba la capital aragonesa. La Fiscalía pide 13 años y medio de cárcel para el procesado, que niega los hechos. 

El acusado, de pie con camisa blanca, durante el juicio celebrado este lunes en la Audiencia de Zaragoza.
El acusado, de pie con camisa blanca, durante el juicio celebrado este lunes en la Audiencia de Zaragoza.
Heraldo

"Es difícil que se invente algo así si no lo ha vivido. No tiene inteligencia para crear una mentira". Los forenses que examinaron a un discapacitado de 40 años presuntamente agredido sexualmente por el voluntario encargado de cuidarlo no dudaron este lunes en reiterar que, dado su retraso mental, es una persona que le cuesta "fabular" y su relato fue "espontáneo", "sin adornos". En definitiva, creíble. 

La Fiscalía así lo entiende también y por eso pide 13 años y medio de prisión para Francisco B. C., voluntario de la fundación Down Madrid, por un delito de violación. La acusación particular eleva la pena a 15 años, así como la indemnización, que fija en 20.000 euros, a diferencia del ministerio público, que solicita 9.000. La defensa niega la acusación y reclama la absolución.

Los hechos juzgados en la Audiencia Provincial de Zaragoza ocurrieron en abril de 2019 en un céntrico hotel de la capital aragonesa, donde se alojó un grupo de personas con discapacidad intelectual y sus respectivos cuidadores, la mayoría voluntarios, tanto hombres como mujeres. El viaje había sido organizado por la fundación Down Madrid para visitar la ciudad durante tres días.

Como se puso de manifiesto en el juicio, antes de comenzar el viaje los monitores recibieron información de cada participante y, al igual que a las familias, se les indicó el reparto de habitaciones y la designación de las personas a cargo de cada cuidador. A Francisco B. C. se le asignó a Juan (nombre supuesto) pero, en vez de compartir la habitación con otros tutelados, les tocó solos. Juan tenía entonces 37 años y un grado de discapacidad del 77%.

El acusado, que está en prisión provisional, corroboró este extremo y explicó que piensa que le pusieron al cuidado de esta persona por su experiencia de "40 años de voluntariado", su "credibilidad" y por ser el de "más edad" que había participado "sin problemas" en otros viajes. 

"Él (Juan) es una persona lenta, tiene dificultades en reaccionar y enfrentarse a las cosas. Lo podías dejar en la habitación y decirle que se pusiera el pijama y cuando volvías no se había movido de su sitio", explicó. 

"Dada su pereza para vestirse y desvestirse -añadió-, como tardaba tanto y encima se acostaba tarde, por la mañana no quería despertarse. Entonces cogía agua y se la espolvoreaba en la cara y se cabreaba". Para el acusado, este enfado es el detonante de que luego lo denunciara por agresión sexual.

A preguntas de la fiscal, negó que le enseñara a masturbarse, lo obligara a hacerle felaciones y, en la ducha, lo intentara penetrar. Es más, contó que lo que pasó en el baño es que Juan se hizo las deposiciones encima y tuvo que limpiarlo. Su abogado defensor insistió durante todo el juicio en los problemas de "estreñimiento" para justificar la erosión que luego detectaron en la zona anal los médicos que lo examinaron.

Con muchas dificultades para expresarse, pero lo suficiente para ser entendido, puesto que Juan se ayuda con el lenguaje no verbal en todas las facetas de la vida, este lunes –auxiliado por una psicóloga– rememoró de nuevo lo ocurrido. Antes declaró su madre, que fue la persona que se dio cuenta que a la vuelta del viaje a Zaragoza algo había pasado.

La mujer recordó que Juan viajaba desde hacía 33 años con la fundación Down, siempre volvía contento y le decía lo que había hecho. "Estaba callado, muy serio. Le pregunté cómo le había ido y me respondió: ‘‘Yo me duchaba con él y así iba todo más rápido’’. Me contó que había habido ‘cosas’, que habían dormido ‘juntitos’ y que le decía ‘somos amiguetes’", manifestó. A su manera, su hijo le expresó que le había enseñado a masturbarse, le había pedido que se la "chupara" y en la ducha se la "había metido" en el "culete" y le había hecho daño. La mujer no lo pensó dos veces y lo llevó al hospital, donde fue examinado. 

Allí Juan habló también con dos policías que acudieron alertados por el centro sanitario, los cuales escucharon lo que les narró y lo creyeron. "Se le entendía sin género dudas", declararon ante el tribunal.  

Su credibilidad fue ratificada por los dos psicólogos designados por el juzgado que se entrevistaron con él durante cerca de dos horas. Afirmaron que, a pesar de la dificultad de expresión, su relato es creíble, espontáneo, coherente, no sugerido (por la madre). "Es una persona que solo puede contar lo que le ha ocurrido. Es poco probable que no se deba a su propia vivencia". Lo describieron como "dócil" y "obediente" y busca "agradar" a quienes tienen autoridad sobre él. Más que enfadado, su actitud ante lo ocurrido es de "rechazo" y "asco", señalaron. 

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