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Condenado por romper tres dientes a un preso en un punto ciego de la cárcel de Zuera

La víctima declaró que el acusado le atacó por sorpresa con una lata de cerveza metida en un calcetín, pero la Audiencia no ha podido considerarlo probado.

El acusado, durante el juicio celebrado en la Audiencia de Zaragoza.
El acusado, durante el juicio celebrado en la Audiencia de Zaragoza.
Toni Galán

Si escondió una lata de cerveza dentro en un calcetín y asestó con este un fuerte golpe en el rostro a quien durante un tiempo fue su compañero de celda en la prisión de Daroca es algo que no ha quedado probado. Sin embargo, la Audiencia de Zaragoza tiene claro que Antonio F. J., de 29 años, fue la persona que agredió y tiró tres dientes de un puñetazo a F. A. M., al que atacó por sorpresa y sin mediar palabra en el patio del centro penitenciario de Zuera. Y por estos hechos, ocurridos el 15 de octubre de 2019, el acusado va a tener que pagar ahora algo más que la factura íntegra del dentista.

El módulo 4 del centro penitenciario de Zuera está reservado a los reclusos conflictivos, aquellos que por su historial delictivo o mala conducta requieren de una vigilancia especial. Sin embargo, parece que existe un punto ciego en el patio de la prisión que escapa al escrutinio tanto de los funcionarios como de las cámaras de seguridad. Y ese habría sido el lugar elegido por el interno Antonio F. J. para agredir al denunciante, con quien arrastraba viejas rencillas.

«Llevo 24 años en la cárcel y nunca antes me habían dado un golpe tan fuerte. Yo creo que Antonio llevaba una lata de cerveza o de algo metida en el calcetín con el que me pegó», declaró la víctima ante los magistrados de la Sección Primera. «Me dio con tanta fuerza que me arrancó tres dientes. El primero se me cayó en ese mismo momento. Los otros dos se quedaron movidos y acabaron cayéndose unos días después», precisó el recluso.

El acusado negó que los hechos sucedieran tal y como relató la víctima. «Yo sabía que lo habían trasladado al módulo de conflictivos porque le habían encontrado un objeto punzante. Ese día se acercó a mí en el patio y me recordó que habíamos coincidido en Daroca. Empezamos a discutir y se echó la mano al bolsillo, por lo que decidí sujetársela por temor a que llevara algo con lo que atacarme», explicó. Según este interno, fue entonces cuando debió golpearle con el brazo en la boca. «Pero fue durante el forcejeo, en defensa propia», alegó.

Pero el tribunal ni siquiera llega a pronunciarse en su sentencia sobre los verdaderos motivos de la agresión. Lo que no considera acreditado es que hubiera provocación previa por parte de la víctima. Y aunque los magistrados no puedan concluir que el agresor se valió de algún tipo de objeto peligroso, entienden que el derechazo que encajó en el rostro le causó una deformidad. A su entender, la pérdida del incisivo lateral izquierdo y de dos inferiores ha causado a la víctima «una irregularidad física visible que supone fealdad a simple vista». Razón que le lleva a imponer al causante de las graves lesiones una pena de tres años de prisión, así como una indemnización de 3.450 euros, amén de los gastos odontológicos.

Una boca mal cuidada

La defensa trató de demostrar durante el juicio que el recluso al que se le cayeron las tres piezas no tenía cuidada la boca. El tribunal no oculta que un funcionario de la prisión que declaró como testigo llegó a reconocer que así era. Pero los magistrados indican que se trata de una afirmación «muy ambigua e insuficiente»”, dado que la médico forense no mencionó ningún problema en su informe y el lesionado aseguró que tenía los dientes perfectos.

La Fiscalía tenía entendido en un principio que el agredido solo había perdido una pieza dental, porque así constaba en el informe pericial. Por ello, fue necesario llamar a declarar al forense que examinó a la víctima para saber si la caída de los otros dos dientes también era consecuencia directa del sorpresivo ataque en el patio de la cárcel de Zuera. El especialista del Instituto de Medicina Legal de Aragón acabó confirmando que así era, de ahí que la Audiencia Provincial haya impuesto una pena más severa. Contra le sentencia todavía cabe recurso ante el Tribunal Superior de Justicia de Aragón.

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