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El homicida del Arrabal arrastraba un trastorno por consumo de drogas y actuó en pleno brote psicótico

El presunto autor del crimen, que sigue ingresado en el hospital Miguel Servet de Zaragoza, tenía reconocida una discapacidad del 57% por un trastorno de personalidad derivado del consumo de tóxicos y una lesión de un disco intervertebral.

Los bomberos tuvieron que entrar por la terraza a la vivienda donde se produjo el crimen y facilitar el paso a la Policía.
Los bomberos tuvieron que entrar por la terraza a la vivienda donde se produjo el crimen y facilitar el paso a la Policía.
Heraldo

Los médicos del Hospital Royo Villanova que atendieron a Enrique S. B. tras ser detenido el pasado 16 de enero por el presunto asesinato del hombre con el que convivía en un piso de la calle Palencia del Arrabal emitieron un informe explicando que actuó en pleno brote psicótico. De hecho, esa fue la razón por la que el homicida acabó siendo trasladado a la Unidad de Psiquiatría del Hospital Miguel Servet, donde este lunes continuaba ingresado a la espera de que su evolución permita conducirlo    al centro penitenciario de Zuera. Porque la juez de guardia ya dictó el pasado miércoles un auto en el que decretaba prisión provisional sin fianza.

Según ha podido confirmar este diario, Enrique S. B., de 50 años, tenía diagnosticado un trastorno de la personalidad relacionado con el consumo de sustancias tóxicas. Ello, sumado a la lesión de un disco intervertebral, hizo que hace algunos años se le apreciara una discapacidad del 57% y se le concediera una pensión por incapacidad total permanente para su trabajo como camionero. En la actualidad, sigue utilizando muletas para caminar.

El informe preliminar de la autopsia practicada a la víctima, José Antonio R.R., indica que el crimen se produjo de madrugada. Según los forenses, Enrique S. B. habría asfixiado a este hombre para rajarle después el abdomen. Y horas después, se desplazó desde el Arrabal a la Jefatura Superior de Aragón, en el paseo de María Agustín, para decir que no encontraba a su amigo y compañero de piso. El ahora detenido contó también a los agentes que le dolía la cabeza y necesitaba pastillas para dormir, ya que llevaba varios días sin conciliar el sueño. A los agentes su discurso y actitud les resultaron incongruentes. No en vano, llegó a decirles que era un agente del CNI (Centro Nacional de Inteligencia) y desconfiaba de su compañero de piso.

Cuando la Policía acudió después al 3º A del número 23 de la calle de Palencia encontró al supuesto desaparecido muerto y con un gran corte en el estómago.

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