El número de sintecho que duermen al raso en Zaragoza se duplica desde 2018 y se acerca a los 250

Cruz Roja refuerza sus equipos de noche para atender a todos los transeúntes. Tres usuarias acaban de estrenar la casa abierta dirigida a mujeres que llevan años en esta situación.

Cristina Marco, trabajadora social, entrega una bolsa de comida a una de las personas que pernoctan en una tienda de campaña
Cristina Marco, trabajadora social, entrega una bolsa de comida a una de las personas que pernoctan en una tienda de campaña
Toni Galán

Cruz Roja ha reforzado su presencia en las calles de la capital aragonesa para atender a las personas sin hogar que duermen al raso o cobijadas en cualquier rincón. Su número se ha duplicado desde 2018, cuando según el último censo de esta entidad social había 120 transeúntes en esta situación. Hoy rondan los 250. Por ello, desde finales de noviembre, a la habitual Unidad de Emergencia Social (UES) que recorre la ciudad de lunes a viernes se ha sumado un nuevo equipo que sale todos lo miércoles.

"Durante este año no hemos dejado de ver gente que pernocta a la intemperie. Hasta el verano eran cinco o seis nuevas personas cada noche. Aunque algunas ya no están porque se han desplazado, seguimos encontrándonos con rostros nuevos", explica Cristina Marco, trabajadora social que hace las rutas nocturnas.

Con las salidas extras de los miércoles, a cargo de tres voluntarios, se quiere hacer una fotografía lo más exacta posible del fenómeno del sinhogarismo que se ha disparado tras la pandemia con nuevos perfiles de aquellos que han perdido su empleo o han agotado sus ahorros. Con carácter bianual y desde 2010, Cruz Roja lleva a cabo un exhaustivo recuento una noche concreta de noviembre. Por la pandemia, desde 2018 no se ha actualizado. "La impresión es que el número se ha doblado, aunque nunca es estable", dice Marco.

"Durante este año no hemos dejado de ver gente que pernocta a la intemperie"

Tres mujeres que llevaban una media de cinco años sobreviviendo en la calle están dejando atrás esta situación de sinhogarismo cronificado. Son las primeras usuarias de la casa abierta que se abrió a finales de octubre gracias a la colaboración entre el Ayuntamiento de Zaragoza y la Obra Social de la parroquia del Carmen. Con ellas, la mitad de las plazas disponibles están ocupadas.

"Se están adaptando a este recurso de baja exigencia y a convivir entre ellas. Por su situación física y psicológica requieren una atención específica y vienen de situaciones muy complicadas. Una ha empezado ya a hacer un curso de informática por las mañanas y este es un paso muy importante", cuenta Lucía Capilla, trabajadora social de la parroquia del Carmen y coordinadora de estas instalaciones en las que las normas son más laxas. El día a día se lo intentan hacer algo más fácil un grupo de 25 voluntarias del Carmen que se turnan para acercarse por las tardes o cuando hace falta.

Preparados para el frío polar

Lo peor del invierno está por llegar y las calles se volverán más inhóspitas. El frío todavía no ha sido tan intenso como para que Cruz Roja active el dispositivo especial que se extiende a todas las madrugadas. Normalmente lo hace cuando el termómetro ronda los cero grados o ante la llegada de borrascas.

En el albergue municipal de Zaragoza, que puso en marcha el pasado 19 de noviembre el plan del frío que se prolongará hasta marzo, ya se ha notado una mayor afluencia por la bajada de temperaturas. "Hasta ahora el día que más personas hemos tenido fue el 23 de noviembre, 89, de las que 11 pernoctaron en los pabellones por el tema del frío. En enero y febrero serán bastantes más", comenta la directora del albergue, Charo Jiménez. De hecho, todos los usuarios han accedido en el horario habitual de admisión por las mañanas y ninguno ha llegado ya de noche, algo que suele ser habitual cuando las gélidas madrugadas amenazan con una hipotermia.

El albergue ofrece 141 camas, más que nunca, gracias a los pabellones de emergencia, que pueden acoger a 32 personas. Además, el centro dispone de 13 estancias adicionales que se acondicionan en invierno y en las que ya hay cuatro usuarios. El 9 de diciembre la ocupación de las instalaciones era de 69 personas, por lo que el margen de maniobra es muy grande.

La principal novedad de esta campaña es la exigencia del pasaporte covid para hacer uso del albergue. Se siguen haciendo test de antígenos a todos los usuarios. Si el solicitante no está vacunado puede acceder con la condición de pedir ese mismo día la cita para la inoculación. Se ha dado la situación de un transeúnte procedente de París sin inmunizar, que estaba de paso en la ciudad y al que no se alojó ya que suponía un "riesgo importante" y tampoco iba a permanecer el tiempo suficiente para tramitar su documentación y pincharse.

La medida se está aplicando con normalidad, aunque sí ha habido tres episodios en los que se ha requerido la presencia de la Policía Local. A las personas que pidan ingresar fuera del horario habitual la prueba se les hará en la Clínica del Pilar de Zaragoza. Aún no se ha tenido que recurrir a ello. La duda que queda es dónde pasaría la cuarenta la personas que diese positivo. El año pasado la opción era el dispositivo de Valdespartera, que ahora está ya cerrado.

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