Sin techo en Zaragoza: de una caravana a un simple saco de dormir

Un equipo de Cruz Roja visita por las noches a las personas que duermen en la calle. Estos días también alertan de la crecida del río y ofrecen la posibilidad de vacunarse.

Cruz Roja refuerza su equipo de atención a personas sin hogar en Zaragoza
Un equipo de Cruz Roja visita por las noches a las personas que duermen en la calle
Toni Galán

Son las 21.00 y el equipo de la Unidad de Emergencia Social (UES) de Cruz Roja acaba de cargar la furgoneta con bolsas con alimentos, agua, bebidas calientes, mantas y sacos de dormir, además de termómetro y gel hidroalcohólico. Cristina Marco, trabajadora social de noche; Toño Serrano, conductor del vehículo y Mariano Per y Patricio Fernández, dos voluntarios, se disponían así este pasado viernes a hacer la ruta 2, la de la Almozara, para ayudar a aquellos que duermen en la calle, de los que conocen ya a la mayoría.

Manuel, nombre ficticio, vive en una caravana en el parquin de la Expo desde hace dos años. "Me gusta la libertad de estar solo, no soy una persona para compartir un piso. Aquí dentro tengo mi estufa y estoy bien", explica. Percibe una pensión no contributiva de 390 euros con la que se apaña para mantener en regla y reparado su vehículo. "También saco algo de recoger chatarra, cuando más 25 euros en un día, pero muchos nada. Cada vez hay más gente buscándola", dice con resignación. Cristina confirma con él que ya tiene cita para la vacuna de refuerzo y le pregunta por las últimas pruebas médicas.

Ante la crecida del Ebro, esta noche toca batir las riberas para avisar del riesgo. En la de 2015 hubo que correr para evacuar a algunas personas. Bajo el puente de La Almozara está la ropa de tres hombres que habitualmente pernoctan allí, pero ni rastro de ellos. También se acercan a las cercanías del club Helios, donde ya hay una zona en la que está prohibido el paso. "Tenía la esperanza de que no habría nadie", suspira aliviada Cristina cuando lo confirman. En el parque de Macanaz entregan las bolsas a dos hombres y una mujer que abren las cremalleras de sus tiendas de campaña para intercambiar unas palabras y darles las gracias por la comida y la alerta sobre la avenida. Después de cuatro horas estos agradecimientos y las conversaciones fluidas es lo que más valoran.

Fuera de este itinerario, en una de las calles más céntricas Mª Ángeles pasa la noche metida en un saco y con su carrito al lado. Hace algo más de un año llegó de Barcelona y en Zaragoza dice que se encuentra "bien porque es más pequeña" y el frío y el aire "se meten menos en los huesos". Le gusta leer, casi siempre lleva un libro entre las manos, y asegura que, por lo menos, diariamente tiene "un bocadillo o un plato caliente para comer y hasta algún menú".

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