pilar 2021

Primer amago de exigir el certificado covid en Aragón: del "me da seguridad" al "apartheid sanitario"

La Feria de la Cerveza del Parque de Atracciones hace firmar a sus clientes (con división de opiniones) una declaración responsable de tener el pasaporte covid.

El primer espectáculo público de Aragón en el que se exige a los asistentes el certificado covid se ha quedado en una especie de amago. La Feria de la Cerveza del Parque de Atracciones obliga a sus asistentes a firmar una declaración responsable de que han recibido la pauta completa de la vacuna contra el coronavirus, o de que se están recuperando de la enfermedad; sin embargo finalmente no están pidiendo en la entrada esa garantía de que los clientes han recibido la inmunización, como pensaban hacer en un principio.

“Los abogados nos han aconsejado no pedirlo porque puede no ser legal todavía”, señala Daniel Tejero, director de operaciones de la empresa, a la espera de que el TSJA se pronuncie sobre la orden que le ha remitido la DGA. Aún así, quienes reservan la mesa deben aceptar una declaración responsable que para algunos es una garantía de seguridad, para otros es una privación de libertad y que unos terceros directamente desconocen haber firmado en la reserva.

Un grupo de siete treintañeros zaragozanos llegaron este jueves por la noche con el pasaporte covid en el móvil. Entre jarra y jarra, comentaban que les daba “una mayor seguridad”. “Imagina que llegas y te encuentras a Miguel Bosé”, comentaba entre risas Alberto Fatás, en referencia al cantante negacionista. “Al final se trata de protegerte a ti, pero también tener una protección de los demás hacia ti”, añadía Javier Laiglesia.

En una mesa cercana, Álvaro Monsalve, Guillermo Nalda, Fernando Latorre y Eneko Azor coincidían en esa misma palabra: “Seguridad”. “Lo normal sería que todo el mundo estuviera vacunado, que se pidiera el certificado y que no pasara nada; puede ser un comienzo para volver a la normalidad”, opinaban.

Otros no lo tenían tan claro. Algunos de los asistentes ni siquiera eran conscientes de haber firmado la declaración responsable al hacer la reserva. “Yo acepté las condiciones y ya está”, comentaba una chica. Compartiendo mesa con sus compañeros de trabajo, Pablo Longares apuntaba que las “restricciones no se corresponden con la situación, porque ahora la emergencia sanitaria no existe”. A pesar de haber superado el coronavirus y de estar vacunado, opinaba que la exigencia del pasaporte covid es una medida “discriminatoria”. “Cada uno tiene libertad para decidir si se vacuna o no, esto parece un apartheid sanitario”, añadía.

Desalojo con la Policía Nacional

La organización de la fiesta no está siendo sencilla. Las exigencias que se han impuesto complican sobremanera las cosas y restan algo de encanto a la esencia de esta fiesta alemana, pero ya tradicional en las fiestas del Pilar. Para empezar, no hay orquesta en directo. El aforo se ha reducido de los 2.800 que cabrían a los 1.100. El horario también es menor, solo de 18.00 a 1.30, y con la exigencia de repartirlo entre tres turnos distintos para que los clientes no puedan estar más de dos horas o dos horas y media, algo que no se pide en otros negocios similares.

Entre turno y turno, hay que desinfectar, aunque el mayor problema llega a la hora del desalojo de los clientes, que no se toman de buen grado el tener que levantarse y marcharse. El sábado los organizadores tuvieron que llamar a la Policía Nacional, porque era imposible sacar a los clientes -a pesar de contar con 11 guardias de seguridad y otros 20 empleados más-. “Tienes a los de dentro que no quieren salir, a los de fuera que quieren entrar… Con estas restricciones no es fácil”, señalaba el director de operaciones de la empresa. Desde entonces, al cierre siempre cuentan con el apoyo de los agentes.

Dos años después, los clientes agradecen volver a levantar las enormes jarras e hincar el diente a las salchichas, pero también perciben que el ambiente no es el mismo que antaño. Se echa de menos a Fran, el cantante que llevaba 27 ediciones amenizando las tardes-noches con su orquesta de música alemana. “Eso le daba gracia a la fiesta, con esta música parece que estés en un bar cualquiera”, señalaba un grupo de jóvenes zaragozanos. Aún así, todos ven en la fiesta una oportunidad de volver a saborear esas fiestas del Pilar prepandemia, en las que el ‘prost’ sonaba sin miedo mientras las jarras chocaban en el aire.

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