El zaragozano que lleva casi 35 años dedicados a los bonsáis

Javier Lantero atesora en su jardín más de 250 bonsáis. Además, imparte cursos de introducción con el objetivo de compartir todo lo que sabe.

Lantero con el arce japonés
Lantero con el arce japonés
J. L.

A Javier Lantero siempre le gustaron los árboles, pero no fue hasta que un curso de bonsái se cruzó en su vida cuando encontró su verdadera pasión. Era 1987 y desde entonces este zaragozano no ha dejado de aumentar su colección de bonsáis. Un repertorio, en el que se podrán contabilizar más de 250 bonsáis, que atesora en el jardín de su casa.  

"Son casi 35 años, por supuesto, con momentos más y menos activos, pero en los que siempre he continuado con esta afición", asegura Lantero. "De hecho, suelo dar cursos de introducción al bonsái. Por lo general, hacemos dos cursos al año, en los dos momentos del año, noviembre y febrero, en el que podemos dejar las raíces al aire. Ahora están paralizados por la crisis sanitaria, pero esperamos poder volver a organizarlos pronto. Me gusta compartir lo que sé". 

A Lantero lo han llegado a llamar hasta de Estados Unidos para preguntarle sobre cómo salvar un bonsái de conífera que se estaba volviendo de color marrón. Y eso que a este zaragozano las coníferas, aunque le gustan verlas expuestas, no son los árboles que más le atraen. "Mis favoritos, para trabajar con ellos, son los planifolios, es decir aquellos con hojas anchas y planas, y los caducifolios"

Un acirón, es decir un ‘Acer opalus’, se encuentra entre sus preferidos: "Este arce lo saqué desde semilla, que es la forma más larga y más bonita de lograrlo. Dicen, de hecho, que es así como se logran los bonsáis más espectaculares", detalla el mismo. "En este caso, la semilla me la traje de un viaje con mi mujer a Asturias. Es ahí, en los viajes de verano cuando aprovecho para traerme semillas". 

Sin embargo, no todos los que atesora son desde semilla, "también me recorro los viveros de Zaragoza en busca de árboles que quizás ya no pueden vender por determinados motivos". El último que encontró en una de sus visitas fue un acebo, que todavía lo tiene en maceta de entrenamiento. O lo que es lo mismo, en aquella maceta que se utiliza en las fases previas, en las que se quiere que el árbol tenga más espacio, antes de considerarlo bonsái. 

De hecho, otro de sus favoritos es un evónimo japonés que salió del patio de un familiar. "En 2006, mi cuñada quería quitarlo y me lo quedé yo", anota Lantero. "Este junto a una pyracantha y una hiedra sobre roca, que tengo, estuvieron en una exposición nacional". 

Eso sí, Lantero no se olvida de recordar que es muy importante, sobre todo cuando uno se inicia en este mundo, trabajar con árboles autóctonos: "Yo tengo un arce japonés, que puede ser de los bonsáis más espectaculares que tengo, y me costó mucho encontrar el punto perfecto en el jardín. Hay que tener en cuenta que en Japón hay más humedad que aquí, en Zaragoza". Por eso, quizás empezar con carrascas, pyracanthas o acacias sería lo deseable. El mismo cuenta con un bosque de acacias desde semilla. 

"Con esta afición, incluso como yo diría con esta 'frikada', tienes que disfrutar de la sensación de mantener un ser vivo, de dar forma y crear belleza"

También es importante, según Lantero, que aguanten muy bien. "Un ficus es un árbol de interior que es muy fuerte", indica el mismo. "Los olmos o las higueras también son una buena opción para empezar. Yo, de hecho, tengo una higuera con higos. Y es que se debe tener en cuenta siempre una cuestión con los frutales: la fruta no se puede reducir y saldrá del tamaño normal". De ahí, como explica este zaragozano, que se elijan para bonsái aquellos que dan una fruta más pequeña. 

Saber llevar los tiempos de los árboles es lo que hace que esta afición sea el perfecto entrenamiento para la paciencia. "Con esta afición, incluso como yo diría con esta 'frikada', tienes que disfrutar de la sensación de mantener un ser vivo, de dar forma y crear belleza, pero sobre todo debes disfrutar de estar haciendo una obra de arte que nunca termina", asegura Lantero, que también comparte su pasión con un club, con el que en tiempos de pandemia se comunica a través whatsapp. Eso sí, manteniendo siempre el compañerismo que les identifica: "Nos ayudamos unos a otros con nuestros bonsáis".

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