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La juez absuelve al vecino de El Burgo acusado de maltrato por la muerte de dos perros

El Seprona abrió diligencias contra el dueño de los canes y la Fiscalía lo llevó a juicio, pero la juez no aprecia ahora maltrato animal o abandono.

En la imagen, uno de los perros del acusado.
En la imagen, uno de los perros del acusado.
Guardia Civil

El Juzgado de lo Penal número 6 de Zaragoza acaba de absolver a Andrés F.G., un vecino de El Burgo de Ebro al que la Fiscalía llevó a juicio como presunto autor de un delito relativo a la protección de la fauna. El Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) descubrió en su parcela dos perros moribundos, un pastor alemán belga y otro de raza Epagneul Bretón. Los agentes entendieron que los animales precisaban de atención veterinaria urgente, ya que apenas podían respirar. De ahí que acabaran llevándose a los canes y abriendo diligencias a su dueño por presunto abandono. Y aunque ambos acabaron muriendo, la juez deja claro ahora que no fue por la desatención del encausado, sino por su avanzada edad y sus respectivos procesos patológicos.

La inspección que dio lugar a esta causa judicial se remonta al 25 de febrero de 2020. Aquel día, una patrulla del Seprona se presentó en la parcela de Andrés F. G. y redactó un informe diciendo que los dos perros que allí vivían se encontraban en «pésimas condiciones higiénico-sanitarias».

Y lo cierto es que la sentencia confirma ahora que el pastor alemán belga, de doce años, fue encontrado «extremadamente delgado, tumbado en el suelo, con dificultades para respirar, no respondiendo a la llamada de los agentes». En cuanto al segundo animal, de 16 años, «presentaba dificultades para respirar, estaba apático», y tampoco respondía a los estímulos de los guardias.

Sin embargo, el veterinario que examinó a los dos perros y que declaró como perito en el juicio  explicó que ninguno de ellos estaba desnutrido o desatendido y que el estado de ambos se debía a sus graves enfermedades. El pastor alemán belga tenía un cáncer y el otro, un tumor testicular y una afección cardiaca.Al primero hubo que sacrificarlo, mientras que el segundo se sometió a un tratamiento que no evitó su muerte, tres meses después.

El veterinario comentó a la juez que los animales tenían una alimentación y peso normal. Tampoco estaban desaliñados ni presentaban daños físicos ni de desnutrición. «El encausado tiene otros perros con las debidas atenciones y se trata de dos procesos patológicos», declaró el especialista.

El testimonio de este perito, unido al de otros testigos propuestos por la defensa, que aseguraron que los animales estaban «bien atendidos», han dado lugar a una sentencia absolutoria, tal y como reclamaba el abogado que asistía al acusado, Diego Antonio Gracia Pola. En cualquier caso, la juez deja claro que los agentes del Seprona hicieron su trabajo al detectar un posible maltrato y abrir las correspondientes diligencias.

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