El pasado 16 de diciembre resultó más que movido en Pedrola. Aquel día, hacia las 13.15, se registró una persecución por las calles del pueblo que podría haber acabado en algo más que un susto. Porque José Manuel S. B., un presunto traficante de drogas que huía de un dispositivo policial, atravesó el casco urbano a casi 200 kilómetros por hora haciendo caso omiso a los agentes y a las señales de tráfico, se subió a una acera y trató de llevarse por delante a un funcionario que logró zafarse en el último momento. E hizo todo lo anterior acompañado de su pareja y su hija, una bebé de apenas 16 meses que estuvo expuesta a un evidente peligro «generado por la irregular conducción», tal como recoge el escrito de acusación de la Fiscalía.

El Ministerio Público entiende que el encausado cometió un total de tres incumplimientos de la ley. Por un lado le imputa un delito de atentado, por el que solicita una pena de cárcel de tres años y medio. También le achaca un delito de lesiones, para el que considera ajustada una condena de prisión de un año. Y, por último, considera que incurrió en un delito de conducción temeraria, que supondría un castigo de dos años. Es decir, que el arriesgado periplo por las calles de Pedrola podría costarle a José Manuel, en el peor de los casos, una estancia de seis años y medio en el centro penitenciario de Zuera.

A este posible castigo se le podría unir el abono de 5.115 euros para compensar las lesiones sufridas por cuatro integrantes del Cuerpo Nacional de Policía y de la Guardia Civil, así como otros 1.170 euros por las reparaciones que necesitó un vehículo policial, tal como solicita el Ministerio del Interior a través del abogado del Estado.

Golpeó a un agente con el coche

Al encartado le esperaba, cerca de su casa en Pedrola, un dispositivo especial integrado por cinco vehículos de los dos cuerpos policiales, que habían organizado una operación antidroga conjunta. Al llegar a la altura de los agentes, uno de ellos trató de darle el alto, pero José Manuel hizo caso omiso y emprendió la huida. En ese momento pudo haber arrollado al funcionario, cuyos reflejos le valieron para ser únicamente golpeado por el retrovisor y una aleta delantera del coche en lugar de por el capó, lo que podría haber resultado fatal. Pese a ello, estuvo de baja durante 35 días por una contractura de la musculatura dorsal y lumbar.

El acusado prosiguió con su huida y, esquivando los vehículos oficiales que trataban de interceptarle, puso el velocímetro a casi 200 kilómetros por hora hasta dar un volantazo brusco y subirse a una acera.

A continuación transitó por todo el casco de la localidad hasta llegar al acceso a las piscinas municipales, donde abandonó el vehículo y prosiguió la marcha a pie. El hombre irrumpió en un campo de labranza, donde fue alcanzado y reducido por los intervinientes no sin antes enfrentarse –desarmado– a ellos. Tanto durante la persecución como en este último enfrentamiento provocó heridas de distinta consideración a los agentes. El peor parado tardó cerca de un mes y medio en recuperarse.