sucesos
El presunto asesino de Katia no podrá alegar esquizofrenia para justificar las 40 cuchilladas
Los forenses aprecian a Rubén C. un trastorno antisocial y una frialdad emocional máxima, pero no una patología mental. El homicida declara por primera vez ante el juez y dice que no recuerda "absolutamente nada" del acuchillamiento.
El pasado 23 de junio se cumplió un mes del asesinato de Katia Carolina A. B., la mujer de 35 años a la que su exnovio, Rubén C.R., de 31 años, asestó presuntamente más de 40 cuchilladas en un piso del barrio de Las Fuentes de Zaragoza.Sin embargo, no fue hasta ayer cuando el juez que investiga el crimen pudo tomar declaración por primera vez al supuesto asesino, que se lanzó al vacío desde un 5º piso y ha estado recuperándose desde entonces de las graves lesiones sufridas: primero en el hospital Miguel Servet y después en la enfermería de la prisión de Zuera.
«Estaba harto de la vida», contestó el encausado al magistrado cuando le preguntó por qué intentó suicidarse. El presunto homicida negó que saltara por el balcón arrepentido por lo que acababa de hacer, llegando a decir que no recordaba «absolutamente nada» del acuchillamiento de su expareja. Y resulta llamativo, porque parece que es lo único que se ha borrado de su memoria de aquella fatídica noche del 23 de mayo.
El investigado, que declaró por videoconferencia desde la cárcel, recordó sin problemas que estuvo comiendo con la víctima, se fumaron un porro, bebieron alcohol y se acostaron juntos. O eso fue al menos lo que contó al titular del Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 1, al que no supo dar razón de su violenta reacción.
Pero el investigado fue algo más explícito durante la entrevista que mantuvo el pasado 21 de junio en prisión con los forenses del Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA). Comenzó diciéndoles también que no recordaba nada, para revelarles después que cuando comenzaba a mantener relaciones sexuales con su expareja descubrió una supuesta infidelidad que le hizo «perder la cabeza». Es más, según el informe remitido al juez instructor, al que ha tenido acceso HERALDO, Rubén C.R. llegó a decir que recordaba «tres o cuatro cortes».
Una merma leve o media
Los mensajes de texto y audio remitidos por el investigado a su padre la noche del crimen hicieron pensar que podría haber actuado en pleno brote psicótico. La defensa, a cargo de la letrada Carmen Sánchez Herrero, hizo saber al juez que el presunto asesino había sido diagnosticado de esquizofrenia. De ahí que este ordenara que, en cuanto se recuperara del traumatismo craneal y las fracturas sufridas, fuera reconocido por los especialistas del IMLA.
Sin embargo, las conclusiones de los forenses descartarían ahora la supuesta esquizofrenia. «No se cumplen los criterios para ser diagnosticado como enfermo esquizofrénico ni paranoideo puro», dicen. En cuanto a las reacciones violentas del encausado, puntualizan que «estamos ante cuadros que se desarrollan en el curso de intoxicaciones voluntaria de drogas». Y el entrevistado reconoció ser consumidor desde los 14 años.
Los médicos no encuentran argumentos para considerar a Rubén C. R. un enfermo mental, pero sí le aprecian un trastorno antisocial de personalidad, rasgos de trastorno límite, narcisismo y toxicomanía. Destacan su «frialdad emocional máxima» y su tendencia a la autojustificación de sus actos como «algo inevitable».
En cuanto al control de impulsos y la imputabilidad del presunto homicida, consideran los forenses que solo cabría apreciarle una merma leve. Como mucho, en el caso de que las pruebas analíticas prueben que el día del crimen consumió algo más que un porro, dicha merma pasaría a considerarse de grado medio.
