Aragón, de puertas adentro en pandemia

Paula Sacristán, enfermera: mudarse tres veces en 12 meses de pandemia con un sombrerero loco

Durante el confinamiento, esta zaragozana pasó 36 días en un hotel por miedo a contagiar a sus padres.

Paula, ante el tocador, maquillarse es una de sus pasiones.
Paula, ante el tocador, maquillarse es una de sus pasiones.
Toni Galán

La crisis sanitaria ha logrado ponernos en situaciones límite y completamente inimaginables para cualquiera. En el caso de Paula Sacristán, enfermera zaragozana de 31 años, llegó al punto de mudarse a vivir a un hotel durante 36 días por el miedo a contagiar a sus padres. “Fue al principio del todo, en el mes de abril. había mucho desconocimiento e incertidumbre así que preferí irme y a ellos les pareció bien”, rememora. Se hospedó en el Hotel Paris Centro donde se encontraban otros sanitarios. “Nos costó más de 1.000 euros, pero reconozco que en aquel momento consideramos que era la decisión más acertada”, afirma.

Claro está, no sabían la que se nos venía encima. En marzo de 2020, Paula todavía vivía en casa de sus padres, Miguel Sacristán (65) y María López (67); junto a ellos y sus tres gatos, Gordito, Cuko e Isis. Allí, en el barrio de Las Fuentes, residen desde hace casi 40 años. “La verdad es que ya estoy cansada de todo este rollo, está siendo muy largo”, reconoce María, que admite que comienza a pesarle demasiado “esto de la pandemia”.

Sin embargo, y a pesar de reconocer que han pasado momentos duros, ambos progenitores llevan con bastante filosofía el hecho de tener una hija en primera línea de fuego de la crisis sanitaria: “Mientras ella sea feliz haciendo lo que le gusta, a mí me vale. Es sanitaria y es lo que tiene que hacer”.

Una reflexión que, quizás al inicio de la pandemia, en pleno contexto de desconocimiento, no era tan sencilla. Por eso, cuando ella les planteó mudarse a un hotel, no dudaron en apoyarla. “Durante todo este tiempo, más al principio, claro, procuramos salir lo mínimo, respetar las medidas y, sobre todo, hacer deporte en casa. Comenzamos a hacer nuestra propia rutina de pilates”, recuerda Miguel, quien se encargaba de hacer la compra semanal y de bajar a pasear a Kira. “En mi caso lo pasé muy mal por no poder ir a ver a mi madre, que tiene 92 años, y a mis hermanos. Cuando la cosa iba mejor, la iba a ver y se asomaba al balcón. De repente nos cambió la vida por completo”, reflexiona.

En octubre de 2020, tras dos años de espera, Paula recibió por fin las llaves de su nueva casa, en el barrio Jesús. Era la tercera vivienda que habita la zaragozana en menos de doce meses; sin embargo, llegó justo a tiempo. “Al poco de mudarme aquí me contagié de covid… y eso que estaba ya vacunada”, afirma.

“Recuerdo perfectamente cómo empezó todo. Era 30 de enero e iba con una compañera subiendo una planta del hospital. Me fatigué como nunca. En un principio pensé que era por el estrés, que ha entrado a formar parte de nuestro día a día, pero al día siguiente me desperté afónica y con dolor de garganta”, explica Paula. Tras dar positivo en la prueba, la enfermera estuvo de baja hasta el 1 de abril. En su caso, lo más duro fue convivir con la fatiga: “No podía ni pasar la escoba. Todo me cansaba”.

Enseguida, sus padres se organizaron para ir a llevarle todo lo necesario para que no tuviera que abandonar el domicilio. “Le daba a mi padre la basura por la ventana para que la tirase, y él me dejaba la compra en la puerta. Ha sido todo como una película de ciencia ficción”, asegura la enfermera, que trabaja en la Unidad de Ictus del Hospital Miguel Servet desde 2019.

Una ruleta rusa

Y aunque pasó unos días muy complicados, Paula reconoce que, el virus, llegó en el mejor momento: “A mí lo único que me preocupaba de contagiarme eran mis padres. Hemos convivido con el virus día a día, soy joven y estoy fuerte. Muy mala suerte habría tenido que tener para que fueran peor las cosas”.

Asegura que, sobre todo al principio, el día a día en el hospital era como una ruleta rusa. “Este virus es imposible de controlar. De repente salía un positivo en la familia de un ingresado en planta y todo se ponía patas arriba. Comenzaban a llegar cientos de WhatsApp, la gente se ponía nerviosa. Eres consciente de que es algo que te puede pasar”, asevera. Sin embargo, lo afirma con relativa calma. “Tan solo puedes ser responsable y hacer las cosas bien. Luego pasa lo que tiene que pasar”, indica.

Además, en su caso, la mitad de su planta se transformó en planta covid nada más arrancar la crisis sanitaria. En todo este tiempo, Paula se ha hecho siete PCR y varias serologías. Pruebas que se han convertido en algo habitual en su día a día. “Lo más duro para mí ha sido gestionar a los familiares. Si tienes a un ser querido en el hospital no quieres no abrazarle, no besarle… nadie sabía lo que podía pasar y es duro vivir según qué situaciones”, asevera.

Loca por el cine y por Alicia en el país de las Maravillas

En el barrio Jesús, Paula convive con Kira, que se mudó con ella, y su gata Maggie, que la acompaña desde hace 12 años. Aunque todavía no tiene muchas cosas, el entorno refleja a la perfección su personalidad. “Soy una friki que vive feliz viendo películas y jugando a videojuegos”, admite. Y esto es lo que más ha hecho durante el tiempo que ha tenido que estar confinada en casa.

Por eso, aunque en el salón no tiene muchas cosas, el sofá y la televisión son los elementos protagonistas, así como una colección de letreros y carteles de algunas de sus películas favoritas. “En la cocina no paso mucho tiempo porque no sé hacer gran cosa. Vivo a base de congelados”, bromea. En otra habitación reina una vitrina llena de figuras y elementos de merchandising de distintas películas, sobre todo de su favorita: 'Alicia en el país de las Maravillas'. La joven también lleva algunos tatuajes en honor a esta cinta.

En su habitación, en la cortina, asoma una gran sonrisa y un letrero que dice, ‘Aquí estamos todos locos’, otra referencia a la película. Entre la ventana y la cama hay un tocador rodeado de bombillas, en el que cada mañana se maquilla, otra de sus grandes pasiones. “Hoy en día parece que si tienes un gusto muy fuerte por un tema estés haciendo algo malo. Yo llevo toda la vida así y soy muy feliz, la verdad”, afirma.

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