semana santa de Zaragoza

Carlos González: "La Semana Santa de hace varios siglos sonaba muy distinta"

González (Zaragoza, 1995) es músico, cofrade y ministril. Este lunes presenta el libro 'La Música en la Semana Santa de Zaragoza', una investigación que hizo en el confinamiento.

Carlos González, en la plaza del Justicia, en su visita a Zaragoza.
Carlos González, en la plaza del Justicia, en su visita a Zaragoza.
José Miguel Marco

Otro Sábado de Pasión diferente.

Este año va a ser especial también. Soy cofrade de la Humildad y tampoco podré tocar con ‘Los Ministriles’, en lo que casi suelo invertir más horas estos días. Por lo menos, tengo la suerte de presentar el libro sobre este tipo de música.

Si le digo 'Semana Santa', ¿qué sonido le viene a la mente?

Muchos, pero el primero 'La Pasión según San Mateo', de Bach. Y, por supuesto, tambores y bandas de cornetas.

¿Qué ha tocado a lo largo de sus años en las procesiones?

Empecé con el tambor y hace unos años fundamos Los Ministriles. Me junté con varios amigos del conservatorio y amantes de la Semana Santa y decidimos iniciar ese proyecto a partir de unos cultos de la Humildad. Buscamos repertorio, principalmente renacentista español, y hemos acompañado a muchas cofradías.

¿Qué siente cuando se baja la tela del capirote?

Emoción. Creo que es un sentimiento común de todos los que esperamos ese momento. Similar a lo que siento cuando toco con Los Ministriles, sobre todo en las salidas.

¿Qué escuchaban los antiguos zaragozanos en estas fechas?

La Semana Santa de hace varios siglos sonaba muy distinta. El Santo Entierro, por ejemplo, estaba compuesto por capillas de cantores, el 'miserere' o motetes, y capillas de ministriles con instrumentos de viento. También había percusión, pero de forma diferente a la actualidad. Antes eran atabales con pífanos, un sonido relacionado con lo fúnebre.

No obstante, dicen que los tambores en Zaragoza se escuchan desde hace menos de un siglo.

Llegaron en 1940 de la mano de la Cofradía de las Siete Palabras. En el libro también hablo de su origen en el Bajo Aragón y su evolución hasta las grandes secciones.

¿A veces se diluye la fe entre tanto instrumento?

Toda persona que participa en una procesión tiene sus motivos. Seguro que habrá algunos que hayan empezado porque les interesase el tambor o el bombo, pero detrás de cada redoble o mazazo hay sentimiento, o eso quiero pensar.

En la mañana del Domingo de Ramos también suenan las carracas y la noche del Miércoles Santo, las matracas por el Arrabal.

Esos instrumentos eran los sustitutos de las campanas. La Semana Santa es un tiempo muy especial y todo cambiaba: no se podían tocar los órganos, se cerraban los retablos de puertas y tampoco se tañían las campanas.

¡Cuánto ha investigado!

La Asociación para el Estudio de la Semana Santa me propuso escribir un artículo sobre la música en estas fechas. Lo dejé pasar, pero el confinamiento del año pasado me hizo sacar tiempo. Me ayudó a llevar mejor esa Semana Santa. Cuando me di cuenta llevaba más páginas de las habituales para un artículo, hablé con Ricardo Navarro y me lancé a por el libro.

Está en Suiza estudiando un máster en la prestigiosa Schola Cantorum Basiliensis. ¿Hay oportunidades similares en España?

Valga la redundancia, es la escuela más antigua de música antigua, es el centro de la música antigua. En España, existen algunos centros, muy pocos. Suiza es mucho más activa.

¿Qué es lo que le cautivó de este tipo de música?

Tuve la oportunidad de crecer en un entorno de música antigua junto a musicólogos como José Vicente González Valle, José Luis González Uriol o Los Músicos de su Alteza, el grupo que dirige mi padre. Todo ha influido.

No lo olvidemos, es el organista de San Pablo, ¿impresiona interpretar con un instrumento del siglo XV?

Es un gusto tocar un órgano con tanta historia y que está en buen estado. El año pasado se hizo una limpieza completa y se restauraron algunas partes que hacía falta.

Pero no todo es música antigua, también forma parte de un grupo de swing y 'partymusic'.

Dicen que en la variedad está el gusto. Creo que todo suma y, de hecho, en The Ponchos también hay otros ministriles.

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