tribunales en zaragoza

Condenado a 8 años de cárcel por violar a una discapacitada en la zona de Pignatelli

El acusado intentó hacer creer al tribunal que la víctima era una prostituta que le había denunciado por no pagarle un servicio, cuando la mujer renunció a los 6.000 euros que pedía el fiscal como indemnización.

El juicio por la presunta violación se celebró el pasado lunes en la Audiencia Provincial de Zaragoza a puerta cerrada.
El juicio por la presunta violación se celebró el pasado lunes en la Audiencia Provincial de Zaragoza a puerta cerrada.
Heraldo.es

Ocho años de prisión y diez de alejamiento. Esa es la pena que la Audiencia de Zaragoza ha impuesto a Diego Gabarre Hernández, de 39 años, por violar a una mujer de 30 a la que el Instituto Aragonés de Servicios Sociales (IASS) tiene reconocida una discapacidad del 33% por un trastorno esquizoafectivo. Durante el juicio, el procesado negó haber agredido sexualmente a la víctima e intentó convencer al tribunal de que se trataba de una prostituta que le había denunciado por no pagarle un servicio.

Sin embargo, basándose en el relato de la denunciante y en los numerosos hematomas que presentaba, los magistrados descartan por completo la versión del acusado. Sobre todo, dicen en su sentencia, teniendo en cuenta que se quiere atribuir a esta mujer un móvil espurio de tipo económico cuando ella misma ha renunciado a cobrar indemnización alguna por el perjuicio sufrido. Y cabe recordar que la Fiscalía solicitaba inicialmente 6.000 euros. De lo que no se ha librado el encausado, sobre el que ya pesaba una condena firme de 2018 por robo con violencia, es de ser condenado a abonar las costas procesales.

Tardó dos días en contarlo

Los hechos enjuiciados se produjeron en la madrugada del 12 de julio de 2018, después de que la mujer le dijera a su pareja que bajaba a la calle a comprar tabaco. Como explicó la víctima tanto durante su declaración ante el juez como cuando compareció en el juicio, estaba fumando debajo de casa cuando se le acercó Diego Gabarre y le preguntó si podía darle un cigarrillo. Tras cruzar una palabras, este la cogió de la mano y la llevó «contra su voluntad» a una vivienda ubicada en la calle de Ramón y Cajal, donde se abalanzó sobre ella y consiguió, mediante amenazas y el empleo de la fuerza, quitarle la ropa. La joven ofreció una fuerte resistencia, pero el procesado logró finalmente violarla.

Una vez conseguido su propósito, el hombre consintió que ella se marchara. Cuando la víctima llegó a su casa, su pareja se había ido a trabajar, por lo que no fue hasta dos días más tarde cuando su compañero, al verla salir de la ducha, se percató de los hematomas que presentaba en el cuello y ambos brazos. El hombre le preguntó qué le había ocurrido y ella le contestó que se había caído. Pero él no le creyó y se puso en contacto con la hermana de su pareja, que se lo contó a su vez a su madre para que fuera a hablar con ella.Fue entonces cuando la mujer les explicó que había sido víctima de una violación y decidieron acudir a comisaría a presentar una denuncia.

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