todos los santos

Joyas y símbolos del cementerio de Torrero

A finales del siglo XIX se construyó el primer panteón con decoración escultórica y, desde entonces, las sepulturas han ganado en valor artístico y en simbología de lo más curiosa.

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Trabajos de restauración de la escultura de José Bueno que preside la fosa común.
Heraldo

Este puente de Todos los Santos se conmemora en Torrero el centenario del monumento de la fosa común, una bella escultura de José Bueno, que ha sido metódicamente restaurada para la ocasión. El camposanto zaragozano tiene muchos otros ejemplos de arte funerario y, de hecho, desde hace siete años existe una ruta que recorre los panteones y las esculturas más destacadas. A finales del siglo XIX se construyó el primer panteón con decoración escultórica y, desde entonces, el cementerio se ha convertido en una suerte de museo al aire libre. Allí han dejado su impronta arquitectos como los Yarza, Navarro, Albiñana o Magdalena; y artistas como Ponzano, Lasuén, Palao, Bueno o Buzzi y Gussoni. A continuación se repasan algunos de los monumentos más singulares y algunas de los símbolos más extraños, de los que se recogen en la guía escrita por la historiadora del arte y jefa de la Unidad de Patrimonio Urbanístico, Isabel Oliván Jarque.

torrero

Flores y ajedrez

Uno de los monumentos funerarios que más llaman la atención en Torrero es el panteón de las familias Murillo y Portolés. Está en el andador de Costa y es fácilmente reconocible por sus maceteros cerámicos con decoración ajedrezada en blanco y negro que, eso sí, debieron colocarse años después de su construcción allá por 1910. Hay infinidad de símbolos y de lecturas en su detalles modernistas como los cordones y cadenas rematados en flores de forja, los rostros semihundidos en algunos de sus pilares o las figuras femeninas de ángeles alados.

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cabildo

Un Virgen del Pilar

El panteón del Cabildo Metropolitano fue diseñado en 1877 por el arquitecto municipal Fernando de Yarza, tiene planta octogonal y está construido en piedra. Al margen de sus formas clásicas y de que ocupa algo más de superficie que el resto de panteones, el del Cabildo esconde un detalle en su parte posterior: un relieve en mármol blanco de la Virgen del Pilar que es obra del escultor Manuel Arcón.

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vidriera

Vidrieras

Al margen de escultura y arquitectura también hay ejemplos de finas artes decorativas en el camposanto zaragozano. Es el caso de las vidrieras de la sepultura de la familia Quintana y de la capilla de Santiago Lagunas, así como un repertorio de rejería en la que se aprecia una decidida inspiración modernista. En la imagen, una de las vidrieras de las nuevas capillas.

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humanidad

Humanidad

‘Humanidad’ es el nombre de la escultura de José Bueno se sitúa junto a la fosa común. Este año se cumple el centenario del monumento (colocado a bombo y platillo en 1919), pero no de la fosa, que no empezaría a ser utilizada hasta 1935. Lo curioso de esta escultura es que fue modelada en yeso durante la beca de la que gozó Bueno en la Academia de Bellas Artes de Roma y después fueron los escultores de origen italiano, Buzzi y Gussoni, que llegaron a Zaragoza para la Exposición de 1908, quienes la trasladaron a la piedra. Este 2019 se ha publicado un pequeño libro dedicado al escultor y su obra (autor, por ejemplo, de la mujer dormida que se ve entre la hiedra en la plaza de Paraíso), con interesantes artículos de la historiadora del arte Ana Jesús Mateo Gil.

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Leyenda de 'Plus Ultra'

“El panteón de Antonio Portolés lo diseñó fue Félix Navarro, aunque quien firmó el proyecto fue Francisco Albiñana porque en aquel momento Navarro era arquitecto municipal”, explica Isabel Oliván. El panteón es un pequeño templo rectangular, de aire sobrio y clásico, que está decorado con varios bajorrelieves en bronce de Carlos Palao, en los que se aprecian escenas del Santo Entierro y la Resurrección de Cristo. Pero hay un detalle más: en la puerta puede verse una mariposa y la leyenda 'Plus Ultra', en referencia al más allá.

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Una escultura inquietante

Puede que este panteón de Ginés y Ginés incluya algunas de las esculturas -por aquello de los esqueletos- más ‘creepy’ del cementerio. Levantado en 1905, es obra del escultor catalán Enrique Clarasío y Daudí que remató con calaveras los pilones de piedra. Una figura femenina se sitúa en la cabecera de la tumba y su rostro aparece semicubierto por un vaporoso sudario que deja entrever parte de su gesto. Entre muchos otros símbolos, muy del gusto modernista de la época, aparecen azucenas pintadas de blanco que representan la virtud.

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Lo más atípico

A primera vista puede parecer un ‘batiburrillo’ de estilos, pero en realidad responde al eclecticismo derivado de querer aunar la arquitectura de la Grecia clásica elementos propios de la naturaleza. Así, el visitante se encuentra frente a una montaña artificial, con rocas, vegetación y no pocos gatos alrededor, y todo coronado por un busto del político regeneracionista, obra del escultor Dionisio Lasuén. En realidad, el proyecto original del mausoleo era mucho más complejo aún, pero parte de sus añadidos escultóricos no llegaron a completarse. El monumento comenzó a construirse en 1917 después de un concurso de proyectos y fue sufragado por los ciudadanos. Dicen las guías que, por los símbolos alusivos al ideario de Costa, se trata de una de las producciones artísticas más atípicas del arte funerario español.

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Dos entierros para Fleta

El tenor oscense Miguel Fleta murió con apenas 40 años en La Coruña en 1938. Allí fue enterrado, pero poco después sus restos se trasladaron a Zaragoza, donde serían inhumados definitivamente en este panteón de Torrero en 1959. Gómez Ascaso realizó el busto a partir de las fotografías facilitadas por el hijo mayor del popularísimo cantante lírico.

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De inspiración egipcia

No pocos visitantes se sorprenden al ver una esfinge en el panteón de la familia Herrero. La moda neoegipcia alcanzó también al cementerio de Torrero, donde se pueden ver elementos sueltos integrados en la decoración de lapidas. Este es el más singular (los vándalos le suelen arrancar las orejas) y fue construido en 1920 y proyectado por Miguel Ángel Navarro.

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La pala desaparecida

En el panteón de la familia Aladrén el foco lo centra un hombre semidesnudo esta cavando tumbas. Es el sepulturero eterno, al que cada dos por tres robaban la pala, por lo que se optó por retirarla. Obra del escultor Enrique Clarasó, había obtenido la Medalla de Honor en la Exposición de París de 1900.

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