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Denuncian la falta de personal y otras deficiencias en una residencia de ancianos del IASS en Zaragoza

Varias trabajadoras presentaron ante el IASS una queja formal denunciando las carencias del servicio que presta la empresa privada que gestiona el centro de día y hogar Elías Martínez, en el barrio de La Paz. 

Denuncian falta de personal y otras deficiencias en una residencia de ancianos del IASS en Zaragoza.
Fachada de la Residencia de Mayores Elías Martínez, en el barrio zaragozano de la Paz.
Heraldo.es

La falta de personal, con la consiguiente sobrecarga de trabajo para los que están, la escasez de comida y otras deficiencias que hacen mella en la calidad de la asistencia que reciben los más de 200 residentes que tiene en la actualidad la residencia de mayores Elías Martínez Santiago, en el barrio de La Paz, ha llevado a un grupo de trabajadoras y familias de esta residencia de Zaragoza a denunciar ante el IASS el malestar que enfrentan desde hace meses.

"Nosotras hemos denunciado la situación en Inspección de Trabajo y en el IASS. En planta está ocurriendo que hay despidos de auxiliares que no vuelven a contratar. Esos puestos que se pierden se quedan vacíos, y va en contra de los ancianos y de la calidad de la asistencia", denuncia F. V., una trabajadora.  

"Tienen que denunciar las familias porque nos ayudaría. Son personas. No estamos en la Opel"

La residencia de mayores Elías Martínez, situada en el barrio zaragozano de La Paz, es propiedad del Instituto Aragonés de Servicios Sociales, si bien la gestión integral del centro le fue adjudicada en concurso público a Aralia, una empresa privada con sede en Valladolid. "En la ratio de personal están contando a trabajadores de enfermería, fisioterapia, terapia ocupacional… que no cambian pañales ni acuestan ni levantan gente. Tiene que haber una ratio de auxiliares suficiente que permita atender bien a todos los ancianos. No estamos en una fábrica de tornillos, trabajamos con personas", defiende una trabajadora al contar cómo han empeorado las cosas. 

Cuando una auxiliar debe atender a 30 ancianos

Según datos del Gobierno de Aragón, la ratio de personal -fijada por decreto ley- establece que debe haber 0,35 trabajadores por residente, pero no especifica -matizan- el tipo de trabajo que el personal debe desempeñar. "Esta situación produce encontronazos en la plantilla con gente del turno de noche que no ha podido acabar su trabajo… Hicimos una reunión y acordamos estar unidas. Van a echar a seis personas y de momento se han ido ya dos. Del departamento de mantenimiento también han despedido gente, con lo cual el trabajo aumenta. Las auxiliares son las que atienden a los ancianos. Si va mal un departamento, al final es una cadena, y quienes lo pagan son los residentes", lamenta F. V. En una queja enviada al Gobierno de Aragón, varias trabajadoras han dejado constancia de su malestar. Se ven "impotentes" -dicen- ante la falta de compromiso por parte de la empresa que gestiona el servicio; y temen también por su situación. Por eso, prefieren no dar nombres. Pero sí ejemplos de su crispación. Cuentan que por falta de personal dejan en la cama -bien aseados y alimentados- a unos cuantos residentes, alternándolos cada día. "Hay veces que estamos tres en el comedor, pero durante una hora, se queda sola una auxiliar con treinta personas. Si estás en el baño con uno, y otro se cae o se pega… no puedes ver lo que pasa fuera. Deberían estar cuatro personas por ratio: dos de mañana y dos de tarde. También sucede que vamos en el transporte de servicio adaptado sin tener el carné de monitoras, cuando debería haber un chófer de mantenimiento y una monitora. Hay cuatro turnos de furgoneta. Ahora se ha estropeado y estamos mejor, porque estamos dos. Pero cuando la arreglen, volveremos a quedarnos una sola durante una hora", lamentan. 

Más allá de su situación y la sobrecarga de trabajo que enfrentan, a las trabajadoras consultadas les preocupa que esto revierta en los usuarios del centro. La mayoría, explican, no son válidos. Y eso dificulta también que puedan denunciar. "La mayoría se da cuenta de que hay muy poco personal…. Y aún encima están echando gente. Hay muchas cosas que no se entienden. ¿Por qué una residencia preciosa que tiene apenas 10 años está tan mal? Si se estropea una grúa no la arreglan o tardan un montón. Hemos estado este año sin calefacción y agua caliente y han tardado una barbaridad en arreglarlo, por no hablar de los menús, que hubo un día -con un puré de sobre- que no se lo comió nadie... Pienso que la única solución es que las familias se enteren y se animen a denunciar: porque si yo me encuentro que no han podido arreglar como Dios manda a mi padre, o que lleva meses sin bajar a merendar, me pondría como una furia, porque para eso pagan: para que se les atienda debidamente. Nos dicen que ahora es mal momento, por las elecciones... Pero creo que esto lo tiene que saber la gente, para que por lo menos a esta empresa se le multe y no pueda volver a coger una residencia", subraya una trabajadora. 

“Es una vergüenza que se llegue a estas edades y tengas que pasar por estas calamidades”

Su testimonio lo corrobora un usuario del centro. Tiene 84 años y asegura que de las 206 plazas que hay adjudicadas apenas 15 o 20 residentes son válidos, como él. "Lo bueno sería coger firmas en abundancia y mandarlas al Gobierno de Aragón, pero nos vemos muy limitados. La residencia está hecha para 206 personas, pero siempre quedan cinco o seis plazas libres -de urgencia- que van por temporadas. Hay mucho dependiente. Como yo (válidos) estaremos 15 o 20 personas", precisa. 

Agustín (nombre ficticio) fue de los primeros en llegar al centro y conoce muy bien su funcionamiento. En la actualidad sigue yendo a su piso de vez en cuando -a regar las plantas-, pero no quiere vivir solo. "Me da apuro... Prefiero estar aquí con la cuadrilla, que hablas con unos y otros y se pasa mejor, pero si no me iría a casa", dice resignado. 

Lo que peor lleva son las comidas. Varias trabajadoras reconocen que son "escasas", y rara vez -alegan- se corresponden con los menús informativos que cuelgan en el corcho de la residencia. "Se tira mucha comida, pero no por falta de ganas; por mala. Si pasé hambre de joven, ahora estoy pasando más de viejo. Es una pena…", recalca. Otra cosa que le molesta es que no hagan distinción en los menús diarios atendiendo a patologías como la diabetes, que padecen varios de ellos. Se quejan también de la calidad de los menús, aunque dicen que esta cuestión es un problema "generalizado" en muchos centros. "Tengo un hermano que pagaba 1.900 euros en otra residencia privada y comía bastante mal… No hay un día que te quedes satisfecho. Ahora traen ensalada a punta pala que no puedo ni masticar. En vez de lechuga parecen coles. Las menestras y los purés no valen nada... Como hagan uno de esos amarillos de zanahoria o calabaza rompo con ello. Los calamares son unos cacharros redondos que no llevan nada dentro. Todo frito. Y los pescados es algo que da mala gana comerlo. Lo único bueno, que son las carrilleras, te dan cada cinco meses. La fruta es del destrío, porque esas manzanas que nos dan no se ponen ni amarillas… directamente cuando se pasan se arrugan. Yo estoy negro ya", afirma. Cuenta que lleva más de seis años sin bajar a merendar. "Yo porque me compro mi comida fuera, y a mí que no me intenten abrir el armario…", afirma cabreado. 

Este residente de 84 años asegura que la falta de personal hace mella en la calidad del servicio que les prestan. "Las hay que valen mucho y otras que no valen nada... Pero la ratio ni la cumplen ni la contemplan. Constantemente está entrando y saliendo gente nueva", señala. 

Imagen de un puré de sobre, que no consta así en los menús de los residentes.
Imagen de un puré de sobre, que no consta así en los menús de los residentes.
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A Agustín (nombre ficticio) como a otros residentes, les gustaría que en la próxima legislatura las cosas cambiaran; o, al menos, que fuera otra la empresa que gestionara el servicio. "La gente no válida... no puedes hablar con ellos, pero hay familias que te cuentan que la situación está fatal. Todos los miércoles hacemos reunión para plantear quejas y mejoras. Yo he dejado de ir ya… No sirve para nada. Tanto el IASS como Sanidad avisan de cuándo van a venir a hacer la inspección y no tendrían que decirlo. Lo bueno sería coger firmas en abundancia y mandarlas al Gobierno de Aragón. Es una vergüenza que se llegue a estas edades y tengas que pasar por estas calamidades", afirma este residente. 

Fuentes de la DGA aseguran que el IASS hace un seguimiento de aquellos centros suyos que gestionan empresas. "Deben cumplir lo establecido en su contrato y los mínimos establecidos por decreto. Y estos se cumplen", añaden desde el departamento de Ciudadanía y Derechos Sociales. La empresa, por su parte, se niega a hacer declaraciones, tras contactar con ellos varias veces por teléfono y por correo electrónico. Se amparan en que el responsable de marketing está ocupado o de viaje y nadie ofrece datos del servicio. Las trabajadoras de Zaragoza consultadas aseguran que Aralia estuvo al frente del servicio de otras residencias, como Romareda, Delicias y otra de la calle de San Blas. Pero se las quitaron -dicen- "por mala gestión".

"Queremos que nos escuchen. Que las familias denuncien y las compañeras no tengan miedo... Ellos pagan dinero por estar bien atendidos, pero además a las personas que nos gusta nuestro trabajo lo que pretendemos es que estén bien. Sobre todo porque son personas; no estamos en la Opel", sentencia F. V.

Que esta residencia funcionara bien honraría a quien le da nombre: Elías Martínez Santiago, perito industrial de Técnicas Reunidas de Zaragoza fallecido en 1998 con cuya herencia, cercana a los 23 millones de euros, se pudo financiar. La Diputación General de Aragón fue declarada sucesora abintestato al no existir parientes ni testamento de Elías Martínez. En enero de 2005, la Junta Distribuidora de Herencias decidió destinar esta herencia a la construcción de la residencia y, en homenaje al causante, ponerle su nombre y apellidos. Gracias a su fortuna, fue posible inaugurar este centro de mayores en 2010.  También se pudo construir otra residencia en Utebo gracias a la herencia de Elías Martínez. 

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