Un bloque con vistas a un “basurero improvisado” en la calle Agustina de Aragón de Zaragoza


Los vecinos del edificio más cercano a los contenedores que se colocaron hace unos meses han instalado una pancarta en la que piden su retirada para acabar con lo que consideran un vertedero improvisado.

Un bloque con vistas a un “basurero improvisado” en la calle Agustina de Aragón
Los vecinos de esta zona del Casco Histórico de Zaragoza piden la retirada de la basura.
Leyre Ruiz

La acumulación de basura, muebles viejos y otros desperdicios en plena vía pública es una de las principales quejas que señalan los vecinos del entorno de la calle Ramón Pignatelli. En reiteradas ocasiones, los residentes han denunciado la falta de civismo de algunos ciudadanos, que sacan la basura a deshora o directamente la depositan en la calle. Esta vez, ha sido un grupo de vecinos de la calle Agustina de Aragón el que ha vuelto a manifestar su hartazgo colocando en los balcones una pancarta en la que recuerdan que la calle “no es un basurero”.

El problema, según los residentes, se ha agravado tras la colocación, hace unos meses, de dos contenedores en la confluencia de Agustina de Aragón con Mariano Cerezo y José Zamoray. Se trata de una zona peatonal que cuenta con una plataforma elevada en la que se ubican los contenedores. Es ahí donde a diario se acumulan bolsas de desperdicio, electrodomésticos, muebles, colchones y otros objetos. “Es un reducto de suciedad, una especie de punto limpio”, señala el vecino que ha colocado la pancarta, que prefiere mantenerse en el anonimato.

Para este residente, la decisión del Plan Integral del Casco Histórico (PICH) de colocar ahí los depósitos “ha sido un error”, y asegura que ha intentado ponerse en contacto con los responsables pero no ha recibido ningún tipo de contestación. “También hemos enviado cartas al Ayuntamiento”, señala.

El problema de base, según este residente, es la falta de civismo de algunos vecinos, que sacan la basura antes de la hora que marca la normativa a pesar de las campañas que se han llevado a cabo en la zona para tratar de mejorar el asunto de la limpieza y de que los servicios de recogida pasan varias veces al día.

“Hay cosas que se han hecho bien, pero en esto se han equivocado. Espero que no tarden mucho en quitarlos, porque hoy sufrimos un grave problema de salubridad”, lamenta. En este sentido, otros vecinos han asegurado que se han producido plagas de chinches a consecuencia de los colchones que la gente abandona en la calle.

“Han llegado a robar los cubos de otras comunidades”

Para otro de los afectados por esta acumulación diaria de basura en la puerta de su casa, la solución es que, como marca la ordenanza, cada comunidad tenga su propio cubo de basura. Sin embargo, esta fórmula tampoco funciona siempre. “La gente ha llegado a quitar las pegatinas en las que pone el portal al que pertenece cada cubo para robarlo de otras comunidades”, asegura.

Este ciudadano, que llegó a vivir a Agustina de Aragón en 2006, cree que la instalación de los contenedores se ha hecho “con la mejor intención”, pero no deberían sustituir a los cubos particulares. “La calle ha mejorado un poco, pero a costa de crear un vertedero en la puerta de nuestras casas. Son contenedores de mercado, la gente los abre, rebusca y saca fuera las cosas”, comenta.

Desde la Asociación Vecinal Lanuza Casco Viejo aseguran haber recibido varias quejas de los vecinos por los depósitos, especialmente de quienes viven frente a ellos. No obstante, el presidente del colectivo de vecinos, Eddy Castro, considera que su quitarlos agravaría el problema. “Sin ellos, seguramente la calle estaría mucho más sucia, porque la basura estaría esparcida. La existencia de estos contenedores es necesaria y ese es el espacio más idóneo para ponerlos”, señala.

Además, Castro reconoce que los problemas de limpieza son “una constante” en el barrio y en el resto de la ciudad. “La gente saca a la basura a la hora que no debe, sobre todo porque en el Casco Histórico no hay contenedores de residuos, pero no es un problema nuevo en Zaragoza”, apunta.

Esta no es la primera vez que los vecinos de esta calle colocan una pancarta para llamar la atención de las autoridades y terminar con la basura, puesto que hace más de una década ya vivieron una situación similar a la que viven ahora. “Cuando se peatonalizó la zona y se quedó esa intersección, los cubos de basura ya iban a parar ahí y la gente empezó a dejar también muebles y sillones”, explican. La pancarta contribuyó a subsanar el problema y, como este ha empeorado de nuevo, han decidido colocar otra. “Puse también bolsas de basura en los balcones porque generan una visión nefasta y quiero que la gente se de cuenta de que eso es lo que yo veo desde mi casa”, apunta su impulsor.

Los vecinos no saben si la nueva pancarta surtirá efecto, pero lo que tienen claro es que la situación es “insostenible”: “No tenemos por qué vivir junto a un vertedero improvisado”, concluyen.

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