zaragoza

Samba baturra para animar el carnaval

Las peñas unidas protagonizan un vistoso desfile repleto de vikingos, mimos y marcianos. La agradable tarde contribuyó a que numeroso público se diera cita en el Coso Bajo.

Una legión de Míster Potatos enfila el Coso Bajo. Al llegar a la plaza de San Miguel coincide con una horda vikinga y, juntos, se ponen a bailar ‘Lo malo’. Es carnaval. Brillan las pelucas y empieza a verse confeti sobre el asfalto. La atronadora megafonía solo se interrumpe cuando se libera al Rey de Gallos. Entonces Carnestolendas grita: "¡Ha llegado el momento de disfrutar, sacar la lujuria y el pecado carnal!". Dicho y hecho. Las peñas comienzan entonces un animado desfile en el que pueden verse astronautas de la NASA, marcianos inspirados en el imaginario de Tim Burton, decenas de ‘Wallys’ de esos que se buscan en los libros infantiles y unos cuantos ‘cowboys’. También se dejan ver figuritas de Lego, medusas y peces abisales y trajes de perlas y plumas que portan auténticos profesionales carnavaleros –proceden de Barranquilla, Colombia–, que bailan "salsa, samba y lo que nos echen". Ayer, ración doble de Lola Índigo y Daddy Yankee.

Risas y buen ambiente

"Hay peñas que eligen el disfraz en el mes de septiembre, y así tienen tiempo luego de organizar la bien la comparsa", explicaba ayer Jorge Gracia, presidente de la Unión Peñista, que celebraba el ambiente "alegre y jovial" en las calles. Como en la fiesta no hay fractura ni escisión que valga, Gracia estuvo acompañado por Sara Priego, presidenta de Federación Interpeñas, que comentaba que "uno de los momentos más divertidos en las peñas es cuando se hace la tormenta de ideas para elegir la comparsa. ¡La de risas que te puedes llegar a echar haciendo las probatinas del disfraz!", decía Priego.

Que de imaginación van sobrados los peñistas quedó demostrado ayer por la calle Alfonso I y desembocaba en la plaza del Pilar. Aunque –quizá– hubo menos aglomeraciones que los años anteriores (hay quien lo achaca al puente, otros al Madrid-Barça), en el Coso se agolpaba el público para ver la treintena de propuestas. Celebrada y aplaudida fue la carroza de ‘Toy Story’, con sus Buzz Lightyear que dejaban ojopláticos a los más pequeños. También había un puñado de vaqueros Woody e, incluso, se recreaba el perro aquel que tiene un muelle por tripa.

Algunos participantes echaban mano de la nostalgia y se vestían de cintas de cassette y bolis BIC, acaso para rebobinar en el tiempo. Los más veteranos recordaban que esta edición se cumplen 38 años desde que en 1981 el Ayuntamiento de Zaragoza impulsó la recuperación del carnaval, que fue prohibido durante la dictadura. Lo que brilló por su ausencia en la cabalgata de ayer fueron los dardos a la clase política –antaño el Rey de Gallos ponía finos al alcalde y compañía– acaso porque estos se guardan para la inmediata Cincomarzada...

De vuelta al improvisado sambódromo en que se convirtió ayer el centro de la ciudad, cuentan que las huestes juerguistas pasaron bastante calor por las agradables temperaturas, por sus recios atavíos –imagínense las pieles y los cascos vikingos– y por las bebidas espiritosas que les acompañaron durante el recorrido y que siempre contribuyen a sostener la animación.

La fiesta de todos

Al margen de las peñas zaragozanas, también participaron en el desfile otros colectivos como la Fundación Down, la asociación Nuevo Amanecer o la entidad de Bolivianos de Aragón, así como la peña Vaquillera de Teruel, que celebró su 40 aniversario con una carroza (véase un remolque tuneado) y sus integrantes vestidos de porciones de pastel y velas prendidas. Con ojos golosos miraban la tarta una docena de pequeños mimos –aprendices todos de Marcel Marceau–, cuyas madres decían que tienen que hacer doblete pues, además de la fiesta de ayer, hoy tienen previsto acudir a la verbena infantil de la plaza del Pilar.

El desfile se prolongó hasta pasadas las 21.00 y, después, las comparsas de la Federación Interpeñas tenían una cita en su sede para continuar con los bailes, mientras que las de la Unión –aprovechando que hacía buena noche– pensaban ir a la plaza de San Bruno "para compartir la alegría con toda la ciudad". Unos y otros concederían entonces los premios a los disfraces más originales y seguro que lo tuvieron difícil porque había algunos trajes elaboradísimos. Los de un onírico bosque, los de unas abejas que trataban de hacer colmena o los de un puñados de Rosalías (o eso creemos) que tampoco podían perderse esta fiesta aunque por los altavoces sonara King África.

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