Flores y pájaros: más de 60 años de historia en el corazón de Zaragoza

La tienda, ubicada a escasos metros de la basílica del Pilar, está regentada por Manuel Bernal.

Flores y pájaros: más de 60 años de historia en el corazón de Zaragoza

A menudo recuerdo las visitas que hacíamos a la tienda de animales de Manolo, ubicada en el 25 de la calle Prudencio de Zaragoza. Mientras mi padre compraba pienso o hablaba con él, Manolo, ataviado con su bata azul, ponía un pollito amarillo en una caja para que mi hermana y yo no estorbásemos. Con el tiempo, descubrí que era su técnica habitual para mantener embelesados durante un buen rato a su clientela más joven.

Hoy, Manuel Bernal Pe asegura que le salieron los dientes en la tienda. Y es que cuando su padre se puso al frente del establecimiento, allá por el año 1960, él apenas había cumplido su primer año de edad. Antes, a finales de la década de los 40, fundaría el comercio María Bazán. Una amiga de la familia de toda la vida. “Fue la primera tienda de pájaros que hubo en Aragón. Mi padre era un gran aficionado a la canaricultura, le encantaban los canarios, los periquitos... y recuerdo que varias veces le dijo que si algún día la traspasaba, a él no le importaría”, rememora Bernal.

Fue la primera tienda de pájaros que hubo en Aragón. Mi padre era un gran aficionado a la canaricultura, le encantaban los canarios, los periquitos...
Finalmente, lo que parecía una broma entre una tendera y un cliente habitual se convertiría en realidad. A pesar de que el modelo de negocio ha variado mucho con los años y de tratarse de un establecimiento con 60 años de historia, el ajetreo en el comercio es constante. Manolo, como todo aquel que goza de un profundo conocimiento de lo suyo, se mueve con soltura por el local, dando respuesta a las consultas de cada uno de sus clientes.

Desde que cumplió nueve años, Manolo comenzó a pasar largas jornadas en la tienda junto a su padre. Allí aprendió a limpiar las jaulas, a alimentar y cuidar a las distintas especies, y, sobre todo, a amar a cada uno de estos animales, a los que trata con un tacto y un cariño sorprendentes. “Mi padre estuvo al frente durante dos décadas y en 1980 la cogí yo. Ampliamos el tamaño con el local contiguo, un antiguo taller de alpargatas”, explica Bernal.

Galería:Flores y pjaros ms de 60 aos de historia en el corazn de Zaragoza
A través de la evolución de la historia del comercio puede analizarse la de la propia ciudad. Al tiempo que han cambiado las normativas, los gustos y nuestra forma de vida, lo han hecho los productos y especies que pueden encontrarse en el local. “Antes cualquiera podía vender animales. Hoy hay muchas especies protegidas, prohibidas, y hay que cumplir normativas de núcleo zoológico, tener carnet de manipulador de animales y estar muy preparado”, señala el zaragozano. Durante sus más de 40 años tras este mostrador, cuenta por decenas el número de estudiantes de veterinaria que ha acudido a él en busca de consejo. “¡Cuántos han venido!, la experiencia te da mucho conocimiento que solo puede adquirirse con los años”, añade.

Antes cualquiera podía vender animales. Hoy hay muchas especies protegidas, prohibidas, y hay que cumplir normativas de núcleo zoológico, tener carnet de manipulador de animales y estar muy preparado
Amante de los animales, como ya lo fuera su padre, asegura que en su local el bienestar animal va por delante del beneficio económico. “Para mí es primordial que mis animales estén bien cuidados, y antes de cerrar una venta procuro que la persona tenga claro que un pájaro no es para un día, si no para 8 o 10 años”, asevera. Entre pregunta y pregunta, son varios los clientes que acceden al comercio o llaman por teléfono. Unas veces compran pienso, otras se interesan por alguna de las aves expuestas, y también hay quienes se acercan a saludar, o a regalarle piezas de fruta para sus animales. Algo que, asegura, ocurre prácticamente a diario. “En la zona hay mucha gente mayor que, cuando le sobra algo, me lo acerca para los pajaricos”, indica.

“Cuando tenía la tienda mi padre, hace más de 40 años, vendía de todo. Pájaros, sí, pero también perros, gatos, tortugas, monos… hasta vendió un tigre a un vecino de Huesca cuando yo era muy pequeño”, rememora. Hoy esto es impensable. Con el tiempo, Manolo optó por dirigirse más hacia una de sus pasiones, la avicultura de fantasía. Palomas, pavos, gallinas, faisanes, patos… y un largo etcétera de animales de corral, completan la oferta de ‘Flores y pájaros’, junto a loros barranqueros, ninfas, agapornis, periquitos o canarios.

“Cuando tenía la tienda mi padre, hace más de 40 años, vendía de todo. Pájaros, sí, pero también perros, gatos, tortugas, monos… hasta vendió un tigre a un vecino de Huesca cuando yo era muy pequeño”
“Hace años, en cualquier cocina siempre había una pareja de canarios. Hoy la inestabilidad, los cambios de vida… y una mal entendida ecología, han afectado mucho al negocio”, añade Bernal. El zaragozano también apunta a las grandes superficies como otra de las trabas para el pequeño comercio. “Yo no puedo hacer competencia a un centro comercial con tantas referencias de pienso para perros, la diferencia es que yo soy un profesional mientras que ellos solo son vendedores del producto”, afirma.

Cómo hemos cambiado…

Para él, el trato personal y familiar, la cercanía y el valor del comercio de proximidad son tan solo algunas de las claves que le han servido para mantenerse abierto durante años tan complicados. También la vuelta a lo natural, a la horticultura, a tener ese pequeño huerto en casa… ha repercutido en sus ventas. “Vuelve a venir gente joven que, en lugar de un perro, quiere tener un par de gallinas en el jardín para recoger huevos frescos por la mañana”, explica Bernal.

Vuelve a venir gente joven que, en lugar de un perro, quiere tener un par de gallinas en el jardín para recoger huevos frescos por la mañana
Además, se trata de un sector en el que cada uno puede gastarse lo que quiera. Desde 10 euros por un pájaro tropical, como un diamante mandarín, hasta 3.000 por un guacamayo, uno de los más cotizados en estos momentos. En cuanto a sus necesidades, asegura que cada ave, incluso cada ejemplar dentro de una especie, es un mundo. “Aunque existen unas pautas de cuidado mínimas cada animal tiene su forma de ser. Para mí no hay nada más bonito que llegar a casa y que mi canario me reciba con un trino o me pida la hoja de lechuga cada mañana. Es una sensación indescriptible”, indica el comerciante.

En cuanto al futuro, y aunque su hijo ha optado por otra vía profesional, Manolo asegura que todavía aguantará unos años en la tienda. “Lo que tengo claro es que me jubilaré aquí, lo que pase después cuando llegue el momento lo plantearé”, concluye.

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